Los puntos de mi carn¨¦
El carn¨¦ por puntos me tiene asustado. Desde que entr¨® en vigor el pasado 1 de julio, cada vez que agarro el volante tengo la sensaci¨®n de que todo lo hago mal. He metido la lista de infracciones y sus nefastas consecuencias en mi mollera y cada dos por tres he de afrontar situaciones susceptibles de pulverizar esa p¨ªrrica docena de puntos que la Direcci¨®n General de Tr¨¢fico me ha "regalado". Antes trataba de conducir lo mejor posible y no hacer barbaridades que pusieran en riesgo mi vida ni la de los dem¨¢s. Procuraba no apretar demasiado el acelerador, ni pisar la raya continua y mantener una prudencial distancia con el de delante. Era un cuadro de intenciones que supongo compart¨ªa con la inmensa mayor¨ªa de los ciudadanos considerados de bien. Claro que, una cosa son las intenciones y otra la realidad del tr¨¢fico y los elementos que intervienen en el comportamiento de los conductores.
La sensaci¨®n de velocidad, por ejemplo, no parece la misma cuando conduces un coche grande o uno peque?o y la de peligro tampoco es igual. Sobrepasar los l¨ªmites permitidos era algo que antes acontec¨ªa casi sin darte cuenta. Morder unos metros de raya continua no parec¨ªa un terrible delito y pegar el morro al de delante era una forma "aceptable" de pedirle que avivara o se echara a un lado. Algo muy normal y corriente. Como por normal tambi¨¦n ten¨ªa el utilizar el m¨®vil unos segundos si hab¨ªa algo importante que decir, o ir sin cintur¨®n para un trayecto corto en la ciudad. Si se fund¨ªa un faro, no lo cambiaba al momento y estacionar el coche invadiendo un poco el paso de cebra no lo consideraba una fechor¨ªa. Ahora todo esto son puntos que pueden volar y dejarte sin carn¨¦ de conducir. Y habr¨¢ conductores a los que quiz¨¢ no les cause un gran trastorno la retirada del permiso, pero a m¨ª me hunde. S¨®lo imaginar las cosas que tendr¨ªa que dejar de hacer por no poder conducir me entran escalofr¨ªos.
Todos decimos que es un error coger el coche, que los atascos son insufribles, que la gasolina es cara y que contamina. Todos sabemos que abusamos del autom¨®vil pero seguimos us¨¢ndolo porque es un instrumento de trabajo muchas veces insustituible y porque, en lo personal, nos proporciona libertad. Y que mientras abogamos por el incremento del transporte p¨²blico, porque es evidente que ha de suplir lo m¨¢s posible al privado, queremos mejores carreteras por las que rodar con nuestro coche sin depender de nadie.
Para eso sirve el autom¨®vil y para eso es imprescindible el carn¨¦ de conducir. Conservar el m¨ªo me ha obligado a revisar la pr¨¢ctica totalidad de mis h¨¢bitos de conducci¨®n. Antes, sin ir m¨¢s lejos, arrancaba y ya en marcha buscaba el mejor momento para ponerme el cintur¨®n de seguridad. Ahora me lo pongo en fr¨ªo, sin calentar, porque me pueden quitar tres puntos. Llegaba a un stop y si no hab¨ªa mucho l¨ªo en ocasiones hac¨ªa eso tan t¨ªpico de rodar muy despacito sin terminar de parar el coche. Ahora lo dejo seco y saco la cabeza por la ventana si es menester, porque una falta en un stop son cuatro puntazos menos. Lo mismo con los sem¨¢foros, nada de apurar el ¨¢mbar ni empezar a moverse cuando cambia el mu?eco.
En los adelantamientos ya no arriesgo un pelo. La raya continua es sagrada y queda desechada cualquier maniobra que no garantice holgura en la discontinua. Este severo ejercicio de ortodoxia en la conducci¨®n alcanza niveles de talibanismo en el caso de la velocidad. Tanto es as¨ª que a veces miro m¨¢s al cuentakil¨®metros que a la carretera, lo que tendr¨¦ que revisar. Pero es que superas en un despiste el 50% de la velocidad permitida y te levantan seis puntos como seis pu?aladas en el cart¨®n del carn¨¦. Dos veces que esto ocurra y a mirar los horarios de autocares.
El alcohol nunca fue mi problema, lo que yo bebo y nada es pr¨¢cticamente lo mismo, pero he visto tantos controles de alcoholemia y son tan duros con los puntos que ya no me atrevo ni a cepillarme los dientes con Licor del Polo. As¨ª voy desde el 1 de julio y conf¨ªo en mantener la disciplina mucho tiempo por la cuenta que me tiene. Se me ocurren un mont¨®n de objeciones al carn¨¦ por puntos y tambi¨¦n alguna aportaci¨®n para mejorar el sistema. No dir¨¦ nada. Quiero pensar que quienes lo dise?aron triunfar¨¢n si salvan un mont¨®n de vidas y en esa trinchera debemos luchar todos. Lo ¨²nico bueno del miedo es que guarda la vi?a.
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