Un cuento de aventuras humanista
El festival rossiniano se inaugura en Pesaro con la recuperaci¨®n de la olvidada o maldita 'Torvaldo e Dorliska'
La 27? edici¨®n del Festival Rossini de Pesaro ha comenzado sin sobresaltos. Es m¨¢s, la recuperaci¨®n de una ¨®pera tan olvidada y maldita como Torvaldo e Dorliska, estrenada en Roma escasamente dos meses antes de El barbero de Sevilla, ha supuesto un ¨¦xito rotundo, lo cual ante un p¨²blico tan exigente y conocedor como el de la premi¨¨re de este festival se puede considerar un acontecimiento.
Vaya por delante que una de las claves de esta acogida es la propia ¨®pera, primera colaboraci¨®n del compositor con el libretista Cesare Sterbini -el mismo de El barbero-, y ejemplo de esa ambig¨¹edad po¨¦tica rossiniana que combina con habilidad diab¨®lica lo serio y lo bufo, en un equilibrio genial que hace que la historia m¨¢s siniestra predisponga a una sonrisa. El psiquiatra y escritor Carlos Castilla del Pino ha apuntado que la m¨²sica de Rossini representa con mayor claridad que ninguna otra lo "antidepresivo" en la ¨®pera, y no le falta raz¨®n. Esta historia de Torvaldo e Dorliska, que en cierto modo es similar a la de Fidelio, de Beethoven, en manos de Rossini se convierte en un cuento de aventuras humanista sazonado de cierto cinismo esc¨¦ptico y de un sutil sentido del humor. Lo trascendente en otros autores, en Rossini se reemplaza por una sabidur¨ªa popular sencilla y guasona. Fr¨¦d¨¦ric Vitoux se?alaba en su libro sobre Rossini que Torvaldo e Dorliska era una "asombrosa combinaci¨®n" entre El trovador, de Verdi, y El matrimonio secreto, de Cimarosa. Pues, bromas aparte, est¨¢ en lo cierto.
La representaci¨®n de anteayer fue espl¨¦ndida en lo musical y en lo teatral. En primer lugar por la direcci¨®n musical de V¨ªctor Pablo P¨¦rez, que saca un sonido hermoso e intenso de la orquesta Haydn de Bolzano, con un sentido concertador realmente excepcional, una administraci¨®n de las din¨¢micas brillante y una tensi¨®n dram¨¢tica que no decae un solo instante. V¨ªctor Pablo se consagra en Pesaro con un triunfo internacional importante, despu¨¦s de la magn¨ªfica impresi¨®n causada aqu¨ª en 2004 con Tancredi. Necesitaba el director espa?ol este reconocimiento que hace justicia a sus m¨¦ritos y tambi¨¦n a una trayectoria que ha sacrificado el ¨¦xito f¨¢cil por el trabajo en profundidad y que no siempre se ha visto correspondida por una valoraci¨®n en consonancia.
El reparto vocal se beneficia de la seguridad de la soprano Darina Takova como Dorliska, de la bravura del tenor Francesco Meli como Torvaldo, de la comicidad e iron¨ªa del bajo bufo Bruno Pratic¨® como Giorgio o del equilibrio y presencia de Michele Pertusi como el Duque. No es un reparto excepcional, pero, sin embargo, posee una homogeneidad y una firmeza impagables. Tambi¨¦n el director teatral y cineasta Mario Martone le coge el punto a la puesta en escena con un planteamiento que implica al espectador y convierte la platea en una met¨¢fora del castillo del duque de Ordow. El bosque del escenario, al otro lado de una verja de hierro, es sugerente en su tratamiento realista. Los movimientos en la sala de los cantantes-actores dan un ritmo especial al espect¨¢culo y atrapan al p¨²blico. La eficacia se transfigura en un sentido narrativo tan coherente como creativo, tan din¨¢mico como intencionado. El espect¨¢culo es de una enorme solidez. No es extra?o, pues, que el p¨²blico saliese encantado. Hubo grandes ovaciones para todos los artistas. La fiesta anual rossiniana en Pesaro se ha inaugurado con buenos presagios.
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