"Nos falta a¨²n una cultura del duelo ante el dolor real que ha causado ETA"
Joseba Zulaika (Itziar, 1948) es un antrop¨®logo cultural especializado en simbolismo y rituales, que ha observado y analizado los acontecimientos de su pa¨ªs desde el Centro de Estudios Vascos de Reno (Nevada, EEUU), que ha dirigido durante m¨¢s de una d¨¦cada y hasta el pasado enero. Su ¨²ltimo ensayo sobre el fin de ETA ser¨¢ pr¨®ximamente editado en castellano.
Pregunta. Su ensayo ETAren Hautza indica desde su mismo t¨ªtulo ("Las cenizas de ETA") que es el fin.
Respuesta. El t¨ªtulo est¨¢ cogido de una famosa canci¨®n de Lete, Izaren hautza ("El polvo de las estrellas") cuya traducci¨®n castellana equivale a "las cenizas de ETA". Pero junto al t¨ªtulo de esa canci¨®n, hay un hecho como el homenaje a Jokin Gorostidi el pasado 30 de abril. Cuando Txabi Etxebarrieta muri¨® iba a una cita con Gorostidi. Su muerte ahora y el momento en que su mujer, Itziar Aizpurua, levant¨® sus cenizas en la plaza de Deba fue para m¨ª el fin de esa historia.
"El gran desastre de nuestra generaci¨®n es que no ha sabido ver hasta qu¨¦ punto ETA ha sido una cat¨¢strofe"
"La insensibilidad ante el dolor de las v¨ªctimas lo achaco al narcisismo que ha vivido la sociedad vasca por perder una cultura eleg¨ªaca"
P. Lo ha estado escribiendo antes de que eso ocurriera y ETA declarase el alto el fuego.
R. El que hace ya a?os ETA decidiese no matar y declare ahora una tregua permanente representa para m¨ª el final. La figura de Txabi Etxebarrieta es significativa, porque fue ¨¦l quien convirti¨® a ETA en un sujeto tr¨¢gico-heroico en el cual el matar y dar tu vida forma parte del esquema. El argumento de mi ensayo es que la misma ETA, con su declaraci¨®n de tregua, est¨¢ reconociendo que ese sujeto tr¨¢gico que empez¨® con Etxebarrieta, que ha sido el sujeto de esta cultura sacrificial en el que uno tiene que estar dispuesto a darlo todo por la patria, ya no tiene sentido.
P. Seg¨²n este an¨¢lisis, ya no hay vuelta atr¨¢s en ETA.
R. Lo que mi ensayo pretende constatar es que ese sujeto tr¨¢gico ha desaparecido. Lo hago a trav¨¦s de la alegor¨ªa de Isaac y Abraham, que sacrifica a su hijo porque Dios se lo ha pedido, una alegor¨ªa con la que siempre se ha explicado la locura del militarismo. Traigo la interpreptaci¨®n de Kierkegaard, seg¨²n la cual Isaac mira la locura de su padre y termina peridendo la fe. Esta p¨¦rdida de fe en la misi¨®n es lo que ha pasado a mi generaci¨®n, la de los a?os 60, la que nos identificamos e idealizamos a ETA pero hemos terminado perdiendo la fe en su misi¨®n. El alto al fuego es la constataci¨®n de la defunci¨®n de ese sujeto tr¨¢gico.
P. ?Este final es tambi¨¦n un cierre generacional?
R. Creo que s¨ª. Ha sido nuestra generaci¨®n la que empez¨® y se identific¨® con esto, pero ahora nos hemos encontrado con el abismo al ver que vamos a enviar a nuestros hijos a repetir toda la historia. Tambi¨¦n es de nuestra generaci¨®n el habernos dado cuenta de que ha dejado de tener sentido que haya que seguir matando en esta pelea hegem¨®nica de los nacionalismos vasco y espa?ol, aunque pueda tambi¨¦n haber otros motivos por los que hay que parar.
P. El balance de estos 40 a?os ha sido terrible.
R. El nacimiento de ETA en medio de la historia europea y los movimientos armados de izquierda, en un Pa¨ªs Vasco postrado y con una necesidad de rebelarse contra una dictadura, era una cosa explicable hist¨®ricamente. ?Qu¨¦ ha pasado en la ¨²ltima ¨¦poca? Ha sido el gran desastre de nuestra generaci¨®n, que no ha sabido ver hasta qu¨¦ punto ETA ha sido una cat¨¢strofe.
P. ?C¨®mo explica esa insensibilidad social ante el dolor?
R. Lo achaco en buena parte a nuestro narcisismo, que es una categor¨ªa importante en psicoan¨¢lisis por la cual t¨² te identificas con un poder superior a ti. Puede ser de tipo religioso o patri¨®tico y esa identificaci¨®n te hace sentirte fuerte, de modo que cuando pierdes ese objeto por el cual consigues toda esa energ¨ªa, te sientes perdido. Nuestro narcisismo viene de esa gran identificaci¨®n que hemos tenido con nuestra propia peculiaridad y la p¨¦rdida de las esencias. Y ese sentimiento de p¨¦rdida nos ha hecho incapaces de ver el dolor que ha producido la acci¨®n de ETA. La falta de sentimiento ante el dolor de las v¨ªctimas lo achaco a ese narcisismo de nuestro dolor que ha vivido la sociedad vasca por la p¨¦rdida de una cultura eleg¨ªaca.
P. ?Qu¨¦ lecciones se pueden extraer de esta cat¨¢strofe?
R. Nos falta a¨²n una cultura del duelo por este dolor real que nos ha causado ETA.
P. ?Y ese duelo c¨®mo se puede expresar, c¨®mo lo har¨ªa?
R. Reconociendo que se ha matado a personas reales, que otras personas reales han sufrido y est¨¢n sufriendo y no llevarse por la melancol¨ªa, que s¨®lo reconoce en el otro una imagen de lo que representa y no ve que es el otro real, de carne y hueso, que ha perdido la vida, como no ve el entorno de la v¨ªctima. Hay que abrir los ojos al otro real en vez de a la ficci¨®n que el otro representa.
P. Los j¨®venes etarras se han comportado en los recientes juicios sin idealismo, muy fanatizados.
R. Siempre me he resistido a calificar a la gente de ETA como criminales vulgares, porque han estado mediatizados por esta cultura sacrificial, seg¨²n la cual o eres un loco o eres un creyente, pero no es un crimen vulgar. Ha llegado el momento en que ETA es incapaz de seguir creyendo eso, pero estos j¨®venes no han cambiado de mentalidad, act¨²an con su comportamiento de siempre y por eso nos resultan ya tan extra?os.
P. La autocr¨ªtica de ETA no ha sido por el da?o causado, sino por la falta de eficacia de la violencia para lograr los objetivos perseguidos.
R. Me imagino que ETA se ha visto obligada a hacer esto, por supuesto, pero el que no haya matado en tres a?os muestra que est¨¢ intentando superarse a s¨ª misma. Hay que reconocerle que ha sido capaz, en parte, de separarse de su propia historia y est¨¢ intentando normalizar la situaci¨®n, o sea, que reconoce que no tiene sentido lo que hac¨ªa antes. Considero importante el reconocimiento de que han cambiado.
P. Es usted muy optimista.
R. Creo que desde la cultura hay que entender que ellos nos han dicho que esta cultura del sacrificio y de la muerte se termin¨®, por lo que ahora es el momento de reflexionar sobre c¨®mo nos desprendemos y cortamos, y qu¨¦ aprendemos de esto. Ah¨ª es donde nos abocan el fin de ETA, las cenizas de ETA. Esas cenizas que etnogr¨¢ficamente han tenido funciones de revitalizaci¨®n, pueden ser algo que nos haga cambiar ritualmente hacia una cultura nueva, en la que los antagonismos irreconciliables de hace 40 a?os entre socialistas y nacionalistas,por ejemplo, cuando la realidad del otro hac¨ªa imposible mi realidad, han dejado de tener sentido.
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