El renacimiento de Vivier
Fue el zapatero que calz¨® el 'new look' de Dior. Sus dise?os, al tiempo fantasiosos y pr¨¢cticos, definieron la d¨¦cada de los sesenta. Hoy, con tiempo y paciencia, el dise?ador Bruno Frisoni aspira a devolver el esplendor a su sello
Comprender la experiencia de Bruno Frisoni en Roger Vivier es descifrar el aut¨¦ntico significado del lujo en el sistema capitalista despu¨¦s del 11-S. El agresivo modelo de crecimiento econ¨®mico impulsado por LVMH, primer grupo de consumo suntuario del mundo, es parang¨®n de un orden econ¨®mico en el que arte y comercio asumen un destino conjunto. En Givenchy, propiedad del conglomerado, Riccardo Tisci debi¨® presentar una colecci¨®n de alta costura y una precolecci¨®n de invierno menos de tres meses despu¨¦s de su incorporaci¨®n, en 2005. La presi¨®n por los beneficios fue calificada por Stefano Pilati, director creativo de Yves Saint Laurent, como "imposible de ignorar". La experiencia de los dise?adores j¨®venes en el ¨²ltimo lustro podr¨ªa resumirse en la obsesi¨®n del capital por alcanzar una tasa de retorno de la inversi¨®n tan inflada como inmediata.
En Roger Vivier, sin embargo, Bruno Frisoni (Francia, 1960) ha descubierto el lujo con may¨²sculas: 18 meses para investigar sobre la marca y presentar una propuesta nutrida con los materiales m¨¢s exuberantes del planeta. Pero, significativamente, las cifras de negocio de Vivier no est¨¢n disponibles. "Ninguna casa de alta costura revela sus n¨²meros", explica a este peri¨®dico el responsable de comunicaci¨®n de la firma. La respuesta, singular para una etiqueta de zapatos, sugiere que Vivier, como toda maison haute couture, debe conservar un aura de creatividad m¨¢s all¨¢ de las terrenales limitaciones del capital.
Es dif¨ªcil no asociar a Vivier con la estrategia que convirti¨® la experiencia de Nicolas Ghesqui¨¨re chez Balenciaga en un caso ¨²nico. Durante casi una d¨¦cada, Ghesqui¨¨re tuvo libertad completa para desarrollar el estilo de la marca, que -seg¨²n fuentes de la casa- finalmente alcanz¨® su rentabilidad el a?o pasado. En otras palabras: aspirar a una tasa de rentabilidad m¨¢s alta mediante una inversi¨®n sostenida en el tiempo; una f¨®rmula que renovar¨¢ el estatus de Vivier en el mercado del lujo.
Mientras Ghesqui¨¨re no tuvo acceso a los archivos del maestro Balenciaga hasta la adquisici¨®n de la casa por el Grupo Gucci en 2001, Frisoni admite haber estado intimidado por el legado que heredaba. "Lo ¨²nico que tuve en mente cuando comenc¨¦ fueron mis recuerdos de una exposici¨®n sobre Vivier en el Museo de las Artes de la Moda en los a?os ochenta. No visit¨¦ los archivos hasta completar la primera colecci¨®n". Ghesqui¨¨re no ha dejado los archivos desde que los descubri¨®. Frisoni, por su parte, confiesa su fascinaci¨®n por esa privilegiada fuente de ideas: "Si vuelves cada seis meses, siempre descubres algo nuevo".
Pionero de la alta costura en zapatos, Roger Vivier (Par¨ªs, 1907) calz¨® en 1953 el revolucionario new look de Christian Dior. Entonces, por primera vez, rez¨® un nombre junto al de Dior: en la etiqueta se le¨ªa, en la tipograf¨ªa caracter¨ªstica de ambas casas, "Christian Dior, zapatos dise?ados por Roger Vivier". Ante las barricadas de estudiantes que desafiaban el viejo orden, Crist¨®bal Balenciaga cerr¨® para siempre las puertas de su atelier en 1968. Vivier, en cambio, celebr¨® el cambio y visti¨® a la nueva mujer. Comprendi¨® sus necesidades, a las que respondi¨® con pr¨¢cticos tacones planos, pl¨¢stico en vez de cocodrilo y precios m¨¢s democr¨¢ticos.
Naturalmente elegante, discretamente seductor y due?o de una nariz de antolog¨ªa, Frisoni entr¨® en Vivier en 2003, dos a?os despu¨¦s de que Diego della Valle, presidente del grupo Tod's, decidiera resucitar la marca. "La casa no exist¨ªa y hubo que construirla literalmente, desarrollar un espacio para ella", recuerda Frisoni en su espl¨¦ndido despacho de la Rue du Faubourg Saint-Honor¨¦, donde un exhaustivo repertorio del dise?o occidental del siglo XX convive con una cuidadosa selecci¨®n de arte tribal. La riqueza mobiliaria es sintom¨¢tica de la riqueza filos¨®fica que nutre el tri¨¢ngulo Della Valle-Vivier-Frisoni. "Toma tiempo comprender la esencia de una casa como ¨¦sta", argumenta. "No puedes generar beneficio desde el momento cero. Necesitas tiempo para hacer entender a la gente de qu¨¦ se trata tu marca". El propio Frisoni argumenta: "Gucci ha mostrado con Balenciaga que para ser comercial es fundamental antes ser creativo".
El creador habla del fluctuante debate entre tradici¨®n y novedad que define la evoluci¨®n del estilo. "Los que trabajamos en la moda tratamos de sorprender, aunque la gente no siempre quiere sorpresas. Pero no creo que la creatividad haya muerto: los tiempos cambian y a¨²n hay espacio para el shock". Un t¨¦rmino esencial para comprender a Vivier: shock fue como bautiz¨® la prensa al tac¨®n con inflexi¨®n que present¨® en 1959. Bruno Frisoni ha resucitado ese tac¨®n con l¨ªneas m¨¢s elongadas. Del mismo modo, las plumas empleadas anta?o asoman hoy en el tal¨®n de un zapato curiosamente bautizado por el creador como "la gallina que quer¨ªa ser gallo". La hebilla, un eje principal de la casa, es desde el siglo XVIII un elemento de estilo inequ¨ªvocamente galo. Tan propio de madame de Pompadour como de Catherine Deneuve, alcanz¨® su apogeo en el a?o 1967, cuando Vivier cre¨® el modelo Belle de Jour para Deneuve en la pel¨ªcula hom¨®nima de Luis Bu?uel, cuyo vestuario estaba firmado por Yves Saint Laurent. Hoy rebautizado Belle Vivier por Frisoni, ha vendido m¨¢s de 120.000 pares y es uno de los dise?os m¨¢s imitados del mundo. La hebilla es, de hecho, tan intr¨ªnsecamente francesa que la actriz Uma Thurman, entonces el rostro visible de las publicidades de Louis Vuitton, recibi¨® el a?o pasado la Legi¨®n de Honor con unos zapatos de Vivier. Ante la inevitable iron¨ªa, Frisoni deja entrever una sonrisa: "?No puedo dejar de imaginarme lo felices que estar¨ªan en Vuitton!".
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