Mozart se renueva
Nikolaus Harnoncourt y Riccardo Muti dirigen en Salzburgo dos nuevas producciones de 'Las bodas de F¨ªgaro' y 'La flauta m¨¢gica'.
La aventura se las trae. El Festival de Salzburgo escenifica este verano todas las ¨®peras de Mozart, en el 250? aniversario de su nacimiento, y con ello se despide como director art¨ªstico Peter Ruzicka, despu¨¦s de cinco a?os. Hay reposiciones de los montajes m¨¢s emblem¨¢ticos de lo que va de siglo en Salzburgo, colaboraciones con otros teatros y dos nuevas producciones que dan el sello de distinci¨®n. El pasado domingo se pudieron ver las dos. A las tres de la tarde, en la reci¨¦n reformada sala peque?a, Las bodas de F¨ªgaro, con Harnoncourt, y a las 19.30, en la sala grande, La flauta m¨¢gica, con Muti. Teniendo en cuenta que la primera sobrepas¨® las cuatro horas de duraci¨®n, se puede hablar de marat¨®n. En ambos casos estuvo en el foso la Filarm¨®nica de Viena. ?Los mismos m¨²sicos? Lo dudo, pero cuando uno pregunta esto a los responsables suele llevarse una contestaci¨®n desairada. Lo cierto es que las dos ¨®peras sonaron orquestalmente muy bien, aunque estil¨ªsticamente en las ant¨ªpodas. Con tiempos morosos y alargados, salpimentados de una gran energ¨ªa, en el caso de Harnoncourt; con tiempos leves y ligeros, recre¨¢ndose en una concepci¨®n esteticista del sonido, en el de Muti. Que Mozart pueda ser y parecer tan distinto -y que el p¨²blico lo acepte con id¨¦ntico entusiasmo- es la demostraci¨®n m¨¢s palpable de su modernidad.
Perfecta sinton¨ªa
Si la concepci¨®n musical era opuesta, la esc¨¦nica no se qued¨® atr¨¢s. En ambos casos hab¨ªa perfecta sinton¨ªa entre foso y escena. Claus Guth potenci¨® en Las bodas de F¨ªgaro cuestiones de lenguaje y niveles de narrativa a varias bandas, en una escenograf¨ªa llena de puertas y escaleras, con alg¨²n elemento inquietante como los p¨¢jaros. Teatralmente puso a un ¨¢ngel-ni?o como conductor del juego, y para evitar distanciamientos adopt¨® un tono de comedia intelectual, y permiti¨® que los personajes se tocasen, se besasen y sacasen a flote su componente er¨®tico. El Cherubino fue genial y a ello contribuy¨® con su gama de ambig¨¹edades esa gran artista que es Christine Sch?fer, aut¨¦ntica triunfadora de la noche. Anna Netrebko fue m¨¢s previsible como Susana, dentro de un nivel de lujo, en el que se integraban tambi¨¦n Bo Skovhus, Ildebrando D'Arcangelo o Juliane Banse, cuyo Porgi amor pas¨® inadvertido, pero que puso al teatro en pie con la sensibilidad que imprimi¨® a Dove sono. El espect¨¢culo acab¨® embriagando en sus diversas capas y en sus interacciones vocales, esc¨¦nicas y orquestales. De los que realzan la denominaci¨®n de origen Salzburgo.
Pasar del sue?o de la raz¨®n pura a la m¨¢s que desbordante fantas¨ªa de La flauta m¨¢gica es toda una experiencia. El director de escena Pierre Audi es de Beirut, aunque est¨¢ nacionalizado brit¨¢nico y ha estado casi 20 a?os al frente de la ?pera de Amsterdam. Como escen¨®grafo ha contado con el pintor holand¨¦s Karel Appel que falleci¨® en mayo y ha dejado para este espect¨¢culo un delirio de colorido e imaginaci¨®n en sus propuestas pl¨¢sticas. Obviamente, la dimensi¨®n de cuento est¨¢ catapultada frente a la mas¨®nica. Es un espect¨¢culo de los de infancia recuperada, estimulante en su faceta l¨²dica. Y est¨¢ imponente Diana Damrau como Reina de la Noche, y, en general, todo el elenco vocal, desde Paul Groves a Ren¨¦ Pape, pasando por los ni?os que aparecen en una avioneta, o Papageno, en un coche de colorines. El p¨²blico aplaudi¨® a rabiar.
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