En plena forma f¨ªsica
Con 40 a?os, Ignacio Cirac, premio Pr¨ªncipe de Asturias 2006 de Investigaci¨®n, ha logrado un enorme prestigio por sus estudios en f¨ªsica cu¨¢ntica, un fascinante mundo que est¨¢ llamado a revolucionar la ciencia. As¨ª son su vida y trabajo en el instituto alem¨¢n que dirige
Conforme me acercaba al Instituto Max Planck de ?ptica Cu¨¢ntica, situado en las afueras de Garching, al lado de M¨²nich, ten¨ªa una sensaci¨®n ambivalente: fascinaci¨®n por convertirme durante dos d¨ªas en la sombra del personaje que con 40 a?os ya es una referencia mundial en su especialidad, y pavor porque en alg¨²n momento tendr¨ªa que entrar en la f¨ªsica cu¨¢ntica y no sent¨ªa las neuronas muy preparadas para ello. Ignacio Cirac dirige uno de los institutos de la m¨¢s exigente organizaci¨®n cient¨ªfica de Alemania. Sus aportaciones en la teor¨ªa cu¨¢ntica de la luz y la f¨ªsica at¨®mica han abierto nuevos campos de experimentaci¨®n y han permitido abordar un proyecto colosal, el superordenador cu¨¢ntico. Pero no es en eso en lo que ¨¦l trabaja. Lo suyo es la f¨ªsica te¨®rica, un mundo de elucubraci¨®n en el que el reto no es concretar aplicaciones, sino llegar lo m¨¢s lejos posible. De lo mucho que se ha escrito sobre Cirac y sus "visionarias" aportaciones tras recibir el Premio Pr¨ªncipe de Asturias 2006 de Investigaci¨®n Cient¨ªfica y T¨¦cnica, hay algo que me produce especial curiosidad: qu¨¦ quer¨ªa decir C¨¦sar Nombela, uno de los miembros del jurado, cuando afirm¨® que sus aportaciones tendr¨ªan tambi¨¦n "una considerable incidencia en el desarrollo de las ciencias de la vida". ?Las ciencias de la vida?
"En f¨ªsica son m¨¢s importantes las preguntas que las respuestas, definir bien cu¨¢l es el problema"
"En el mundo cu¨¢ntico, uno m¨¢s uno no son siempre dos porque, cuando son dos, act¨²an de forma diferente"
"Si todo es bioqu¨ªmica, ?hasta qu¨¦ punto somos libres de decidir? Algunos sugieren que no existe el libre albedr¨ªo"
Hace mucho calor tambi¨¦n en Alemania, pero el edificio en que trabaja Cirac, aun sin aire acondicionado, es un reducto de bienestar. Ha comenzado la jornada con una reuni¨®n de direcci¨®n. El Instituto de ?ptica Cu¨¢ntica tiene 140 cient¨ªficos y 50 t¨¦cnicos agrupados en cuatro divisiones, una te¨®rica, la de Cirac, y tres experimentales. Desde 2001, Cirac es adem¨¢s el director del instituto, y aunque la burocracia es m¨ªnima, lleva su tiempo. Pero la espera es muy agradable: Es un edificio con grandes ventanales y enormes claraboyas por las que penetra un manto de luz cenital. En el amplio vest¨ªbulo al que da el despacho de Cirac, la luz se dispersa tamizada entre palmeras y plantas tropicales, un mundo irreal, pues lo que se ve a trav¨¦s de las cristaleras es un trozo de llanura b¨¢vara con el trigo crecido.
En el primer momento no le reconozco. Ha subido los escalones de dos en dos y s¨®lo cuando est¨¢ a dos metros me doy cuenta de que es ¨¦l. Es joven, pero a¨²n lo parece m¨¢s. Vestido con un pantal¨®n claro y un polo verde que realza sus expresivos ojos claros, su imagen para nada se corresponde con lo que una mentalidad cl¨¢sica definir¨ªa como "herr direktor".
Llegar tan alto tan joven significa que ha hecho una carrera mete¨®rica.
La verdad es que nunca me he parado a pensar en ello. Supongo que es cuesti¨®n de trabajar mucho y estar en el momento oportuno en el lugar adecuado. Vas haciendo cosas, y s¨ª, si miro atr¨¢s, es cierto, ha sido una carrera bastante r¨¢pida. Pero yo miro poco atr¨¢s, miro m¨¢s al futuro.
Habla con una musicalidad extra?a, tal vez por la mezcla idiom¨¢tica en la que vive. En el poco rato que llevamos juntos ha pasado del castellano al alem¨¢n con su secretaria y al ingl¨¦s por tel¨¦fono sin ninguna dificultad. Pero su biograf¨ªa tiene otras mixturas interesantes. Por ejemplo, es catal¨¢n de nacimiento y castellano de adopci¨®n. Naci¨® en Manresa, pero ha pasado la mayor parte de su vida en Madrid; estudi¨® en la Universidad Complutense y fue en la de Castilla-La Mancha donde comenz¨® su fulgurante carrera docente y cient¨ªfica. Tambi¨¦n es hijo de una pareja mixta en t¨¦rminos de saber -profesor de griego el padre, de matem¨¢ticas la madre-, lo que ha repercutido muy positivamente en su bagaje intelectual. Y cuando obtuvo su primera plaza docente de F¨ªsica en Ciudad Real hizo una cosa bastante at¨ªpica, quedarse y marcharse al mismo tiempo. De las tierras del Quijote a las de Colorado (EE UU), ambas con reminiscencias de llaneros m¨¢s o menos solitarios, m¨¢s o menos locos, dependiendo de c¨®mo y cu¨¢ndo se mire, como la f¨ªsica cu¨¢ntica. Debi¨® de ser una experiencia intensa, porque habla de ella como muchas mujeres hablan de su primer embarazo.
"Iba y ven¨ªa. Acumulaba las clases y eso me permit¨ªa pasar cuatro o cinco meses en Estados Unidos. La Universidad de Castilla-La Mancha estaba naciendo, hab¨ªa captado investigadores j¨®venes muy preparados y el trabajo era muy interesante. Pero lo de la Universidad de Colorado era otra cosa. Estaba en plena ebullici¨®n, y, de hecho, unos a?os despu¨¦s dos de sus investigadores obtuvieron el Nobel de F¨ªsica por los trabajos que hac¨ªan entonces. Para m¨ª era un desaf¨ªo enorme. Recuerdo que en mi primer vuelo transoce¨¢nico pensaba: "Es que no voy a dar la talla; me voy a encontrar con toda esa gente y me van a hablar de cosas que no voy a entender, se van a fijar en que hablo mal ingl¨¦s. Iba muy asustado. Luego te das cuenta de que eso les pasa a todos, no s¨®lo a los espa?oles, y ves que ellos tambi¨¦n aprecian lo que t¨² dices".
Tengo la impresi¨®n de que el trabajo cient¨ªfico se parece mucho a la creaci¨®n art¨ªstica. ?Es as¨ª?
S¨ª, s¨ª. Est¨¢ todo dando vueltas en tu cabeza hasta que, de repente, las cosas se ordenan. En f¨ªsica son m¨¢s importantes las preguntas que las respuestas, definir bien cu¨¢l es el problema. Y s¨ª, es cierto, existe la inspiraci¨®n cient¨ªfica. Recuerdo ¨¦pocas en que mi momento m¨¢s inspirado era al levantarme por la ma?ana. Probablemente hab¨ªa pasado la noche so?ando problemas, y mientras me afeitaba, frente al espejo, les daba vueltas. Alguna vez mi mujer me avis¨® de que me iba con media cara sin afeitar.
?Cu¨¢nto de lo que es usted se debe a la inteligencia y cu¨¢nto a la familia, a la educaci¨®n, al entorno cultural?
Creo que, en mi caso, lo que m¨¢s ha influido son las circunstancias. La educaci¨®n que he tenido. En mi casa la ciencia era muy apreciada y mis padres siempre se preocuparon por que leyera, por que fuera una persona culta, y me estimularon mucho el gusto por saber, por conocer. Tambi¨¦n fue muy importante estudiar la carrera en Madrid. Estoy muy contento con mis estudios en la Complutense. He podido comprobar que fueron muy, muy buenos. Tal vez porque no requiere grandes medios, la f¨ªsica te¨®rica ha sido siempre muy buena en Espa?a, m¨¢s que la experimental. Pero he de decir que la f¨ªsica no fue mi primera opci¨®n. En realidad quer¨ªa ser arquitecto, pero alguien me dijo que para eso ten¨ªa que saber dibujar bien y yo dibujaba fatal. Entonces pens¨¦ en ingenier¨ªa, y de hecho me matricul¨¦ en Aeron¨¢utica, pero cinco d¨ªas de clase fueron suficientes para cambiar la matr¨ªcula a F¨ªsica. La raz¨®n fue que todos los profesores, cuando presentaban la asignatura, dec¨ªan que lo que les importaba no era que entendi¨¦ramos las matem¨¢ticas, sino que supi¨¦ramos resolver los problemas, y a m¨ª lo que me gustaba era entender. A mis padres no les gust¨® mucho el cambio, y yo creo que, para compensarles, empec¨¦ a estudiar tambi¨¦n ingenier¨ªa industrial en la UNED. Pero en tercero, cuando llegu¨¦ a la mec¨¢nica cu¨¢ntica, me di cuenta de que hab¨ªa encontrado mi camino.
Hemos llegado al nudo gordiano de este reportaje, la f¨ªsica cu¨¢ntica, y al privilegiado momento en que aquel que est¨¢ considerado como uno de sus m¨¢ximos exponentes habla de ella del modo m¨¢s personal, desde las propias vivencias. As¨ª que abro mi cerebro de letras y me dispongo a poner toda la conexi¨®n neuronal de que soy capaz:
"La mec¨¢nica cu¨¢ntica me pareci¨® fascinante porque es como si alguien te dice: existe otro mundo, el mundo de los ¨¢tomos, con unas leyes completamente distintas, de las que no sabemos pr¨¢cticamente nada. Tiene una parte muy grande de matem¨¢ticas, pero tambi¨¦n una parte muy misteriosa: es ese mundo microsc¨®pico que no podemos observar ni siquiera con microscopio, pero que se puede verificar experimentalmente. Y tiene adem¨¢s aspectos profundos, casi filos¨®ficos, porque las leyes de ese mundo son muy extra?as: la objetividad no existe, el determinismo tampoco. Las cosas no est¨¢n bien definidas. Una de las propiedades m¨¢s extra?as de la mec¨¢nica cu¨¢ntica es que, en ese mundo microsc¨®pico, un objeto no est¨¢ ni aqu¨ª ni all¨ª, sino en los dos sitios a la vez. Y no tiene una forma estable: s¨®lo cuando lo observas quedan definidas sus propiedades. Todo en ¨¦l es difuso, pero no porque no lo veas bien, sino porque es as¨ª. Es como una pel¨ªcula completamente borrosa que se va enfocando y construyendo conforme la vas mirando".
Le sigo, pero no s¨¦ si le comprendo.
Es que es complicado. Recuerdo que, cuando estudiaba, a veces tardaba mucho en entender un concepto. Y a veces lo entend¨ªa, pero al d¨ªa siguiente desaparec¨ªa, se borraba de mi cerebro y ten¨ªa que empezar de nuevo. Estamos acostumbrados a pensar que existe un mundo independiente de nosotros y que nosotros formamos parte de ¨¦l. En el mundo cu¨¢ntico no ocurre as¨ª. No podemos decir que est¨¢ formado por part¨ªculas muy peque?as que est¨¢n ah¨ª siempre, de acuerdo con unas reglas definidas. No, la mec¨¢nica cu¨¢ntica nos dice que esas part¨ªculas peque?itas ni est¨¢n aqu¨ª ni all¨ª, est¨¢n en todas partes a la vez y s¨®lo cuando las miramos se concretan sus posiciones y propiedades. Y si dejamos de mirar, dejar¨¢n de estar, no porque se hayan movido, sino porque las propiedades aparecen y desaparecen de una forma muy extra?a.
Lo que explica me recuerda a la situaci¨®n en que tomas conciencia de algo: estaba ah¨ª pero t¨² no lo ve¨ªas y de repente emerge como una realidad perceptible. ?Es una comparaci¨®n pertinente?
S¨ª. En la mec¨¢nica cu¨¢ntica ocurre algo parecido. S¨®lo cuando observas los objetos, sus propiedades quedan fijadas. Esto llama mucho la atenci¨®n y por eso es una materia tan atractiva para los estudiantes, pero viene acompa?ada de una matem¨¢tica muy avanzada por la que tambi¨¦n hay que pasar.
Y que muchas veces no tienen una aplicaci¨®n inmediata. ?Cree que la ciencia est¨¢ demasiado orientada a obtener aplicaciones?
La ciencia se ha de dedicar a crear productos ¨²tiles para la sociedad. Pero tambi¨¦n es importante investigar en ¨¢reas sin una aplicaci¨®n inmediata y que ni siquiera se sabe si la tendr¨¢. Las mayores revoluciones cient¨ªficas se han debido a unos pocos locos que trabajan en las esquinas de la ciencia. El l¨¢ser es un buen ejemplo: lo descubrieron unos f¨ªsicos que intentaban encontrar una v¨ªa para observar mejor los ¨¢tomos. Nadie le ve¨ªa ninguna otra utilidad y ahora se utiliza incluso en cirug¨ªa. Nosotros intentamos dominar el mundo microsc¨®pico; si lo logramos, seguro que le encontraremos aplicaciones. Para avanzar, la ciencia necesita un punto de utop¨ªa.
?ste es un lugar propicio para ella. No hay aparatos en los dominios de Cirac. S¨®lo ordenadores, pizarras y l¨¢pices. Nadie le va a pedir una patente. Lo que le piden es que avance en el plano te¨®rico, que lleve a Garching a los mejores post-doc del mundo, que los zarandee intelectualmente, los forme y los exprima durante cinco a?os como m¨¢ximo, de forma que siempre haya savia nueva dispuesta a hacerse una nueva pregunta. A esa savia tierna pertenece el chico rubio que espera ser recibido por Cirac. Es suizo y ha solicitado una de las cinco plazas que se convocan cada a?o, para las que se presentan m¨¢s de 300 aspirantes. Cirac lo acoge con afecto y se encierran en el despacho. Fuera, el sol del mediod¨ªa aprieta, pero el instituto es una burbuja de frescor en la que predomina un silencio algo extra?o, como reconcentrado. Entonces me doy cuenta de que algo no acaba de cuadrar en el ambiente, una especie de contradicci¨®n entre continente y contenido. El edificio recuerda a un centro docente y su paisanaje est¨¢ formado por j¨®venes muy j¨®venes, que suben y bajan, entran y salen de los despachos, de la biblioteca, de la cafeter¨ªa. Pero all¨ª donde se esperar¨ªa al menos un cierto bullicio, lo que predomina es la contenci¨®n. Est¨¢ claro que las hormonas est¨¢n amordazadas. Casi todas las puertas est¨¢n abiertas, pero puedes acercarte tranquilamente sin miedo a molestar porque, sumergidos en sus ecuaciones, cualquier intruso se vuelve transparente.
Ha terminado la entrevista con el chico suizo. Los despachos han comenzado a vaciarse; es hora de comer. Hay una cafeter¨ªa con men¨² y una terraza junto a un riachuelo de lo m¨¢s buc¨®lico con grandes mesas redondas propicias al intercambio. Cirac explica que su equipo est¨¢ formado por 22 investigadores (10 alemanes, cinco espa?oles y el resto de diferentes nacionalidades). "En mi grupo siempre hay bastantes espa?oles, pero no porque sean espa?oles, sino porque son muy buenos. Hasta ahora todos han sido fenomenales".
Antes dec¨ªa que la ciencia tiene que tener su parte de utop¨ªa. ?Cu¨¢l es la suya?
Nos hab¨ªamos quedado en que existe un mundo distinto con unas leyes distintas. Si realmente lo llegamos a dominar, podremos hacer cosas que no son posibles en nuestro mundo. Y algunas de las cosas que ya ahora sabemos que podemos hacer en ese mundo microsc¨®pico est¨¢n relacionadas con la informaci¨®n y los c¨¢lculos num¨¦ricos. Si tomamos por ejemplo un trozo de este metal y lo enfriamos mucho, vemos que empiezan a ocurrir cosas raras. Para saber qu¨¦ ocurre exactamente, necesitamos ver c¨®mo se comportan cada una de las part¨ªculas que lo componen, y para ello necesitamos una capacidad de c¨¢lculo que ahora no tenemos. Pero con los sistemas de informaci¨®n cu¨¢ntica, s¨ª podr¨ªamos.
Ahora veo la conexi¨®n con las ciencias de la vida.
Biolog¨ªa y f¨ªsica cu¨¢ntica se van a encontrar, porque igual que podemos estudiar c¨®mo se comporta un metal a temperaturas muy, muy bajas, tambi¨¦n podremos estudiar c¨®mo se comporta una mol¨¦cula, una prote¨ªna, en determinadas condiciones. Ser¨¢n aplicaciones que veremos muy pronto. Se ha hablado del siglo XX como el siglo de la F¨ªsica y se dice que el XXI ser¨¢ el de la Biolog¨ªa, pero yo creo que avanzamos hacia una sola ciencia. Antes se cre¨ªa que si tenemos una part¨ªcula y conocemos su comportamiento, podemos predecir qu¨¦ ocurrir¨¢ con un mill¨®n de esas part¨ªculas. Pues no, en el mundo cu¨¢ntico, si hay un mill¨®n, ya no se comportan igual, el todo no es igual que la suma de las partes, ni uno m¨¢s uno son siempre dos porque, cuando son dos, act¨²an de forma diferente. Lo que es peor, esos dos pueden funcionar as¨ª ahora y m¨¢s tarde de otra manera. Queremos averiguar qu¨¦ ocurre y por qu¨¦.
?Se puede establecer una relaci¨®n entre cerebro y mec¨¢nica cu¨¢ntica?
Hay una cosa que ahora atrae mucho la atenci¨®n de algunos f¨ªsicos y neur¨®logos: el libre albedr¨ªo, la capacidad de decidir. Si todo es bioqu¨ªmica, si estamos formados por mol¨¦culas que interact¨²an con el entorno, ?hasta qu¨¦ punto somos libres de decidir? Se han hecho algunos experimentos que sugieren que realmente no existe el libre albedr¨ªo. Es un recorrido muy especulativo, pero interesante. Hay investigadores de f¨ªsica cu¨¢ntica interesados en estudiar el concepto de azar. A m¨ª personalmente, esto me interesa, pero me queda muy lejos.
H¨¢bleme de lo que le queda m¨¢s cerca, la informaci¨®n cu¨¢ntica. ?En qu¨¦ consiste exactamente su aportaci¨®n?
Cuando yo empec¨¦ a investigar se especulaba con la posibilidad de un ordenador cu¨¢ntico, pero no se sab¨ªa si era posible ni c¨®mo hacerlo. Yo trabajaba en Ciudad Real y Colorado con Peter Zoller. Estaba estudiando las propiedades f¨ªsicas de los iones y me di cuenta de que algunas de esas propiedades pod¨ªan abrir la puerta al ordenador cu¨¢ntico. Lo que encontr¨¦ no s¨®lo demostraba que el ordenador era posible, sino la forma de lograrlo. A partir de aquella idea original, que se public¨® en 1995 en la revista Phisical Review Letters, se han desarrollado unos 20 proyectos, de modo que hoy es una expectativa real. En estos momentos se est¨¢n construyendo varios prototipos, uno de ellos aqu¨ª mismo. Y como derivada de estas teor¨ªas, tambi¨¦n se ha desarrollado un sistema cu¨¢ntico para enviar mensajes secretos de forma absolutamente inexpugnable.
?Absolutamente?
Absolutamente. Cuando tomamos las part¨ªculas del mundo microsc¨®pico, puede que sus propiedades no est¨¦n bien definidas. El color, por ejemplo. Los fotones son un tipo de part¨ªculas que transportan la luz. Tenemos un canal secreto por el que queremos enviar informaci¨®n. Lo que hacemos es enviar fotones que no tienen un color definido. Si alguien intenta leer el mensaje, tendr¨¢ que observarlo, y, al hacerlo, se definir¨¢ el color; eso cambiar¨¢ su estatus y quien env¨ªa o recibe la informaci¨®n se dar¨¢ cuenta de que hay alguien que intenta leerlo. Esta regla de la mec¨¢nica cu¨¢ntica, seg¨²n la cual el observador modifica el entorno, permite que se pueda codificar la informaci¨®n de tal manera que cuando alguien intenta observarla, o cesa el env¨ªo o se destruye. Ya hay dos empresas que venden sistemas cu¨¢nticos de encriptamiento. Son muy caros, pero existen.
?Qui¨¦n los utiliza?
Actualmente existen m¨¦todos para encriptar muy buenos, pero no son seguros frente al ordenador cu¨¢ntico, que podr¨ªa leer sin problema toda la informaci¨®n, incluso la m¨¢s rigurosamente secreta. No sabemos si este ordenador estar¨¢ disponible dentro de 30 o 50 a?os, pero s¨ª sabemos que entonces la informaci¨®n secreta ser¨¢ vulnerable, lo que puede dar lugar a situaciones embarazosas. En cambio, el sistema de encriptamiento cu¨¢ntico es inexpugnable incluso para ordenadores cu¨¢nticos, por eso a la Agencia de Seguridad Americana y a otros organismos de esta naturaleza les interesa comenzar a utilizar ya estos sistemas de protecci¨®n.
?Podr¨ªa ver el computador cu¨¢ntico, por favor?
Por supuesto. Lo construye una de las divisiones experimentales del instituto.
Recorremos varios pasillos y llegamos ante una puerta protegida por sistemas de seguridad. Cuando se abre, lo que aparece es una habitaci¨®n llena de cables, espejos, circuitos, lentes y rayos l¨¢ser que parecen competir en una carrera enloquecida. Tres j¨®venes discuten en torno a unos planos muy sobados, indicador claro de que libran un feroz combate neuronal.
En el aula docente esperan a Cirac tres de sus j¨®venes colaboradores, In¨¦s de Vega, Christine Muschik y Diego Porras. Van a exponer el problema matem¨¢tico en el que est¨¢n trabajando. Cirac les escucha y, de tanto en tanto, les interrumpe con preguntas. Ellos llenan y vac¨ªan la pizarra varias veces. Cuando terminan, est¨¢n exhaustos, pero satisfechos. El madrile?o Diego Porras lleva ya tres a?os y confiesa que disfruta: "Hacemos un trabajo muy creativo". Dice que no siente la presi¨®n del instituto. In¨¦s de Vega es de Tenerife y trabaja en lo que ha de ser el hardware del ordenador cu¨¢ntico. En la explicaci¨®n de lo que hace pronuncia una palabra que ha dado lugar a muchos equ¨ªvocos, "teletransportaci¨®n", pero r¨¢pidamente aclara su significado: "Esto no quiere decir que la mec¨¢nica cu¨¢ntica pueda llegar a transportar un cuerpo de un lugar a otro, como en las pel¨ªculas. Lo que se transfiere es informaci¨®n".
Menos mal.
Termina la jornada. Cirac nos invita a conocer a su familia. Vive en el mismo Garching, pero vamos en coche, un Mercedes blanco. Garching es a M¨²nich lo que Majadahonda a Madrid o Sant Cugat a Barcelona. "A mi mujer la conoc¨ª en COU y nos casamos en 1991. Estudi¨® Farmacia e hizo un doctorado en nutrici¨®n, pero lo dej¨® porque nos fuimos a vivir a Ciudad Real y enseguida tuvimos a nuestra primera hija, Alicia; en 1995 naci¨® la segunda, Sof¨ªa, y al a?o siguiente ya nos fuimos a Innsbruck. Nuestro tercer hijo, Lorenzo, naci¨® aqu¨ª; tiene dos a?os. La verdad es que mis hijas se han adaptado muy bien y son completamente biling¨¹es. En casa hablamos castellano, pero entre ellas cambian enseguida al alem¨¢n".
Vive en una espaciosa casa adosada con jard¨ªn. En cuanto le ve, el peque?o Lorenzo, vital y extrovertido, se lanza a sus brazos. Su mujer, Eva, dice que se encuentra a gusto en Alemania, aunque a veces echa de menos ver m¨¢s a su familia. Pero ya ha asumido que en la ciencia no hay fronteras.
La ma?ana siguiente, la agenda incluye varias reuniones de trabajo y una sesi¨®n con el grupo. Conozco a otros dos espa?oles, tambi¨¦n con expediente todo matr¨ªculas: la valenciana Maria del Carmen Ba?uls, que trabaja en sistemas de fermiones, y Miguel Aguado, formado en la Universidad de Zaragoza: "Aqu¨ª, si dices que eres investigador, te miran con respeto. En Espa?a, con conmiseraci¨®n", dice, ir¨®nico. "Aqu¨ª podemos hacer ciencia de primer¨ªsimo nivel", a?ade Cirac. "Max Planck es una instituci¨®n p¨²blica, como el CSIC en Espa?a, financiada por el Gobierno federal. Tiene 80 institutos que cada dos a?os se someten a la evaluaci¨®n externa de dos comit¨¦s, uno cient¨ªfico y otro social. Y es uno de los pocos sitios en el mundo en que no te presentas a la plaza; son ellos los que van a buscar. Yo llevaba cinco a?os en la Universidad de Innsbruck (Austria), como profesor de F¨ªsica-Te¨®rica, cuando me hicieron la oferta. Me hizo mucha ilusi¨®n".
Antes de despedirme le pregunto si ha pensado en el Nobel. "Es el summum. No te lo puedes ni imaginar. Pero supongo que todo cient¨ªfico ha tenido alguna vez esa fantas¨ªa".
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