Falso epitafio
Algo que complace singularmente a nuestro pueblo y quiz¨¢ sea com¨²n a la humanidad, es el hip¨®crita elogio de los muertos. No hay como doblar la servilleta para sepultar verg¨¹enzas pret¨¦ritas. Ha sido aguda actualidad veraniega la remota an¨¦cdota del escritor alem¨¢n G¨¹nter Grass, enrolado a los 15 o 16 a?os en las SS, el siniestro ej¨¦rcito negro de Hitler que se ocup¨® de la mayor parte de las atrocidades cometidas en aquel periodo. Ya la guerra estaba decidida, Alemania derrotada, pero a¨²n quedaba gente muy joven, nacida en el adoctrinamiento, que en aquella tropa criminal s¨®lo ve¨ªa el garbo enlutado y hier¨¢tico de las unidades de ¨¦lite. La equivocaci¨®n de G¨¹nter Grass es haber confesado, en vida, su pertenencia a las SS, con tufillo de promoci¨®n para la venta del ¨²ltimo libro. Le niegan el perd¨®n, no por la antigua y culposa afiliaci¨®n, sino por seguir vivo. Un error que precisa el silencio y es aconsejable vivir sentado sobre el arc¨®n que contiene nuestros cad¨¢veres y despu¨¦s que salga el sol por Antequera...
A riesgo de parecer impopular me ha dado por meter la cuchara en el torrente ditir¨¢mbico que se le acaba de propinar a un periodista recientemente fallecido. Conoc¨ª, aunque trat¨¦ poco, al famoso "C¨¢ndido", seud¨®nimo de Carlos Luis ?lvarez. Ahora que ha desaparecido, supongo que le traen al pairo los elogios o las diatribas, parecidas a la in¨²til cebada al rabo, que tan pr¨®digamente se distribuye post m¨®rtem.
Quede a salvo la sinceridad y la pesadumbre que haya ocasionado su desaparici¨®n entre quienes le trataron y no voy a descubrir ahora que hubiera pertenecido al Frente de Juventudes -paso obligatorio para todos los ni?os espa?oles, del que yo me libr¨¦ simplemente por no ser ya un ni?o-. Me parece imp¨²dico juzgar a las personas por lo que han hecho, a lo largo de una larga vida, sin haber cuenta de que, en cualquier caso, somos int¨¦rpretes de papeles que no hemos escrito, no compartimos y, muchas veces, ni entendemos. Pero, asimismo, resultan irritantes las atribuciones ap¨®crifas de cualidades o hechos incorrectos.
"C¨¢ndido" fue el paradigma del profesional oportunista, agradador de todos los Segismundos con los que tropez¨®, busc¨® o le reclamaron. En su peripecia personal es todo elogio, por la mera circunstancia de haber abandonado este valle de l¨¢grimas, con lo que -en caso de llegar a ser interesante- se quedar¨ªa la posteridad con un retrato fragmentario, embadurnado de nubes ros¨¢ceas e incompleto. Su verdadera historia es, a mi entender como contempor¨¢neo, algo m¨¢s interesante. Vino de su Oviedo natal, hu¨¦rfano, pero, no s¨¦ por qu¨¦ se omite que encontr¨® amparo en una instituci¨®n privada -ignoro si contin¨²a a estas horas- que acog¨ªa a los hu¨¦rfanos de periodistas y depend¨ªa de la antigua empresa, Prensa Espa?ola, promovida por la familia Luca de Tena.
Espabilado y ambicioso, ley¨®, asimil¨®, y aprendi¨® mucho, entre otras cosas, a sobrevivir en unas circunstancias penosas para la mayor¨ªa. Fue protegido por un sant¨®n del r¨¦gimen, un fraile llamado Justo P¨¦rez de Urbel, quien le encomend¨® la redacci¨®n de un santoral de m¨¢rtires encuadrados en la facci¨®n vencedora de la guerra. Resulta que, con ingenio y picard¨ªa, para evitar indagaciones penosas se invent¨® unos cuantos candidatos a los altares. Mucho m¨¢s tarde, en un regate comprensible, reconoci¨® que fue una falsificaci¨®n, que bien pudo haber perdurado, ah¨ª tenemos el C¨®digo de Vinci.
Fue hombre convincente y sirvi¨® bajo muchas banderas, lo que le acredita como personaje h¨¢bil, capaz de sobrevivir en cualquier ocasi¨®n. En lo poco que le conoc¨ª -aparte de haberle solicitado una colaboraci¨®n en uno de mis peri¨®dicos, S¨¢bado Gr¨¢fico, de gratificaci¨®n acorde con su ya entonces alta categor¨ªa- coincidimos en la puesta en marcha, avanzada la transici¨®n pol¨ªtica, de un organismo, absolutamente inocuo, pero que figura entre las afortunadas instituciones generosamente subvencionadas, que fue la Asociaci¨®n de Periodistas Europeos, de la que yo mismo fui transitorio e inicial presidente en funciones. Nunca he sabido por qu¨¦ artes, "C¨¢ndido" se convirti¨® en presidente efectivo, con el mismo car¨¢cter vitalicio que, en Espa?a, creo que s¨®lo tiene el rey Juan Carlos.
Hizo de todo, con singular maestr¨ªa y pudo adjudicarse el lema de aquella cortesana motejada de car¨¢cter vers¨¢til: "Como la veleta, No mudo, que me mudan". RIP.
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