Aterrizando
Supongo que todos ustedes conocen ese estado de ¨¢nimo que se define como reirse por no llorar. Suele ser una risa de impotencia y nos refugiamos en ella habitualmente en situaciones discursivas. Nadie se r¨ªe por no llorar ante una cat¨¢strofe, o tras el fallecimiento de un familiar o de un amigo, ni ante cualquier otro acontecimiento luctuoso en el que el llanto no suele requerir otro refugio que su desahogo. No, cuando hay que llorar se llora, y s¨®lo nos re¨ªmos para no hacerlo ante la derrota de los argumentos, no de cualquier argumento, sino de esos que consideramos pura tautolog¨ªa de la evidencia. Supongamos tambi¨¦n que todos ustedes se han ido de vacaciones -exteriores o interiores, pues en esto las vacaciones son como el exilio- y que han regresado ya o est¨¢n prepar¨¢ndose para hacerlo. Y yo no s¨¦ si a ustedes les pasa lo mismo, pero lo que es a m¨ª cuando regreso a esta pesta?a eterna del Cant¨¢brico me suele dar por re¨ªr por no llorar. S¨ª, mi ciudad contin¨²a igual de hermosa, y por mi calle se sigue paseando Dorita -?ay, pero somos tan t¨ªmidos ella y yo!-, y el perro de mi vecino don Jos¨¦ Luis sigue dando las horas, aunque los hay que aseguran que no es un perro sino un lorito al que tiene amaestrado para que ladre, y es que don Jos¨¦ Luis es muy raro y se le ve muy poco, y a su perro a¨²n menos. Cierto, s¨ª, que cuando llego respiro hondo y me digo, ?ah, mi vida!, sigue estando ah¨ª, no me la han usurpado, y no la cambio por las orillas del Neva. Pero mi satisfacci¨®n s¨®lo dura hasta que me topo con los argumentos.
Los argumentos, naturalmente, son los m¨ªos. Esos de los que me hab¨ªa olvidado viendo fluir el Neva: "Todas las se?as que vienen de m¨ª, todas las metas/ todas las fechas...de un manotazo borradas". Tambi¨¦n mis argumentos. Sin embargo, no tardo en encontr¨¢rmelos de nuevo, apenas desprendido del cansancio del retorno y al poco de haber abrigado la ilusi¨®n de un hogar que parec¨ªa cumplir de una vez sus promesas fallidas: el sue?o de poder trasladarse del Neva al Urumea sin soluci¨®n de continuidad. Tambi¨¦n a la inversa. Fatua esperanza, pues no hacen mis o¨ªdos sino alejarse de los ruidos dom¨¦sticos, mis ojos sino posarse sobre algunos peri¨®dicos que me esperan, cuando me asalta una risa histri¨®nica y me veo acosado por mis argumentos como en un delirium tremens. No se hallan estos en lo que escucho ni en lo que leo, no, me asaltan precisamente porque ah¨ª brillan por su ausencia. En este pa¨ªs de cocineros, s¨®lo oigo y s¨®lo leo recetas, y las recetas deben de ser buenas para el est¨®mago, pero son fatales para la mente.
No s¨¦ que extra?a rigidez mental debemos de tener los vascos que nos lleva a repetir ad nauseam esquemas formales que adem¨¢s suelen encerrar un vac¨ªo absoluto de sustancia. A esa nada la convertimos despu¨¦s en clave de la redenci¨®n -la mesa, of course- y podemos dejar por ella el comedor sembrado de cad¨¢veres. Leo, para el caso, que en las conversaciones entre EB y Aralar para asegurarse el cocido en un futuro postetarra, tanto EB como Aralar consideran que se ha cerrado ya "la fase exploratoria" y que el pr¨®ximo mes comienza la "etapa definitoria". Y siento un profundo cansancio ante esa ret¨®rica del ¨¢gape, tan ibarretxianamente requerida para los banquetes y las mesas, y que parece un traje necesario para vestir cualquier conversaci¨®n. ?Ay, Dorita, me digo, quiz¨¢ lo nuestro fracase porque en nuestro t¨ªmido merodeo no hayamos recurrido a la fase exploratoria y la fase definitoria! ?Por qu¨¦ la pol¨ªtica vasca de las ¨²ltimas d¨¦cadas se limita a cuatro f¨®rmulas, oscilantes en el mercado de valores de la frase hecha, y que se repiten vengan o no a cuento?
Pero lo que ha disparado a mis argumentos como si fueran gatos perseguidos recorriendo mi cuerpo han sido unas palabras de Bego?a Errazti. Si para impedir la celebraci¨®n del banquete "se utilizan argumentos tan endebles como la legalizaci¨®n de Batasuna, habr¨¢ que pensar...", dice esa se?ora, a la que yo cre¨ªa presidenta de un partido democr¨¢tico con tareas de gobierno. ?Ah, ese desprecio a la legalidad ante la suculenta mesa repleta de marisco! Y esa foto, qu¨¦ revoltijo para mis tigres, s¨ª, esa foto de un grupo de ciudadanos que convoca una manifestaci¨®n en Bilbao, foto que m¨¢s parece fruto de un casting que de una reuni¨®n espont¨¢nea. Y lo que dicen los retratados en esa foto de propaganda de Batasuna Kutxa: los derechos de Euskal Herria, de izquierdas y abertzales, las agresiones del Gobierno y los tribunales. ?Qu¨¦ desolaci¨®n para mis argumentos, qu¨¦ larga, infructuosa, est¨¦ril tarea les espera por pretender competir con los alimentos bien envasados. ?Ah, el Neva!, "estoy dispuesto a ocultarme para siempre/ y vivir sin nombre". ?Ah, Nabokov! ?Socorro!
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