Atenci¨®n, quiosqueros
ESTAS VACACIONES los he visto actuar. Por su culpa, la exclusiva ya no es de la Fontana di Trevi. Ahora, cualquier pozo de cualquier pueblo es objetivo suyo. No lo pueden evitar. Cuando ven un monumento con agua, le tienen que tirar un euro. Y que conste que no s¨®lo lo hacen los cursis, sino tambi¨¦n los exquisitos (esos que cuando van de vacaciones no quieren que se les llame turistas, sino viajeros, porque ellos no son como la vulgar masa). Incluso ellos, a pesar de su permanente estado de iron¨ªa, tiran la moneda.
He visto monedas en la Cibeles y tambi¨¦n en el Gran Ca?¨®n del Colorado. He visto monedas en la Fontana di Trevi, pero tambi¨¦n en una r¨¦plica suya que se expone en un hotel de Las Vegas. Hasta he visto c¨®mo tiraban monedas al surtidor que adorna una pizzer¨ªa de Barcelona llamada La Mamma. La cosa ha ido tan lejos que en el parque de Yellowstone te advierten que est¨¢ prohibido echar dinero a los g¨¦iseres, porque se obturan. Y en una catedral proyectada por Rafael Moneo que se encuentra en Los ?ngeles hay un cartel pidiendo a los fieles que por favor no tiren monedas al agua bendita. Por cierto que en esta catedral exponen un retablo espa?ol que, seg¨²n se puede leer, fue comprado el a?o 1925 en Ezcaray "para evitar su destrucci¨®n durante la Guerra Civil". Hombre, teniendo en cuenta que faltaban 11 a?os para que estallara, demuestra unos superpoderes asombrosos por parte de los compradores.
En el parque de Yellowstone te advierten de que est¨¢ prohibido echar dinero a los g¨¦iseres porque se obturan
As¨ª pues, hoy d¨ªa, cuando los echadores de monedas en serie planifican sus vacaciones, deben destinar una parte importante del presupuesto para monumentos con agua. Que si el euro de la Fontana di Trevi, que si el de la pizzer¨ªa La Mamma, que si el de la Cibeles... Y eso sin contar los pozos imprevistos. Pero el caso es que estas mismas personas que me he encontrado por los pozos y las fuentes son las mismas que me he encontrado por los bares. Son de esas que se dejar¨ªan asesinar antes que gastar un euro en el peri¨®dico. Pagar un euro por el peri¨®dico les parece el colmo del derroche. As¨ª que, cuando ven a alguien leyendo la prensa en un bar, le preguntan, con la avidez del buitre: "?Son de la casa?". Y cuando ese alguien les contesta que s¨ª, exclaman: "?Todos?".
Por eso, amigo quiosquero, no sufra por si no llega a fin de mes. D¨¦jese de promociones, de cursos de ingl¨¦s y de cupones para c¨¢maras fotogr¨¢ficas. Si usted quiere sobrevivir, lo que tiene que hacer es construirse un pozo en el quiosco. H¨¢galo y ver¨¢ c¨®mo a los dos minutos aquello se le llena de turistas ¨¢vidos de tirar monedas. Ya ver¨¢ c¨®mo al final del d¨ªa, todos los gorrones que cada ma?ana le hojean sus revistas sin pagar y le abren EL PA?S para leer por el morro el art¨ªculo de Elvira Lindo le habr¨¢n dejado un euro en el pozo. Un pozo es mucho m¨¢s rentable que una tragaperras, se lo digo yo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.