La fuerza necesaria
El Gobierno dio ayer uno de sus pasos m¨¢s importantes en materia exterior al solicitar la autorizaci¨®n del Congreso para mandar un contingente de hasta 1.100 soldados a la Fuerza Interina de Naciones Unidas para L¨ªbano (FINUL). Se trata probablemente de la misi¨®n de mayor riesgo que afronta el Ej¨¦rcito espa?ol desde la participaci¨®n en la guerra de Irak en 2003. A diferencia de aquella, no es producto de una invasi¨®n ilegal, sino que es una operaci¨®n de mantenimiento de la paz, acordada por el Consejo de Seguridad de la ONU, bajo bandera de ¨¦sta, con una clara direcci¨®n europea y con el acuerdo de las partes en conflicto. Su legitimidad es indudable. Su peligro, tambi¨¦n, pues tiene que transformar un precario alto el fuego en una situaci¨®n que conduzca a la paz.
L¨ªbano, Israel y la comunidad internacional han pedido a Europa solidaridad, y eso es lo que se va a brindar militar y financieramente. El comisario europeo responsable de la inmigraci¨®n, Franco Frattini, ha establecido un paralelismo entre la solidaridad que se pide a los pa¨ªses de la UE con L¨ªbano y la que Espa?a solicita al resto de la Uni¨®n para luchar contra el flujo migratorio ilegal.
Otros intereses espa?oles est¨¢n en juego, pues los conflictos de Oriente Pr¨®ximo contaminan pol¨ªticamente el conjunto del Mediterr¨¢neo.
La fuerza espa?ola en la FINUL tiene que ir con los medios necesarios no s¨®lo para cumplir su misi¨®n, sino para defenderse a s¨ª misma y liderar la brigada en la que se integrar¨¢n fuerzas belgas, polacas, finlandesas y portuguesas. El Gobierno no debe escatimar medios, sino mantener una posici¨®n flexible: mandar lo necesario. Resulta demasiado estricta la exigencia autoimpuesta de no superar los 3.000 efectivos desplegados en operaciones en el extranjero, techo que se fija y se cambia en Consejo de Ministros. Parece como si al Gobierno le hubiera hecho mella la cr¨ªtica de que un pacifista como Zapatero vaya a tener m¨¢s tropas desplegadas en el exterior que sus predecesores. El m¨¢ximo se alcanz¨® en septiembre de 2003, con presencia en los Balcanes, Afganist¨¢n e Irak. El Parlamento debe autorizar una fuerza con todo lo necesario, incluyendo los buques log¨ªsticos y de defensa, con lo que esa cifra se superar¨¢ f¨¢cilmente.
La actitud alarmista del Partido Popular ha sido absurda e incoherente. El PP, como todos los partidos y la ciudadan¨ªa, tienen el derecho de exigir al Gobierno la m¨¢xima informaci¨®n posible sobre capacidades, riesgos, reglas de enfrentamiento y la visi¨®n estrat¨¦gica de esta operaci¨®n, y el Ejecutivo, el deber de darlas. Forma parte tambi¨¦n de sus obligaciones y de su papel como partido de oposici¨®n, que queda seriamente averiado cuando se deja llevar por el af¨¢n de da?ar al Gobierno a toda costa, hasta llegar a la ceguera pol¨ªtica o incluso a lesionar sus propios intereses. Afortunadamente, el PP ha empezado a desandar este camino, impropio del primer grupo de la oposici¨®n, por lo que cabe confiar en su aportaci¨®n a una visi¨®n constructiva de esta misi¨®n militar en el debate del pr¨®ximo jueves.
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