Verano en suspenso
Ocho millones de alumnos vuelven a clase. Muchos han pasado el verano estudiando para septiembre. 1? y 2? de ESO son los cursos que acaparan m¨¢s suspensos, ante la impotencia de los padres y el auge del negocio de las clases de apoyo.
"Esto no es normal. Est¨¢n suspendiendo ni?os que no suspend¨ªan nunca". Emilia calca la c¨¦lebre perogrullada atribuida a Gila -"se est¨¢ muriendo gente que no se hab¨ªa muerto nunca"- para explicar su pasmo ante las calificaciones de su hijo, en segundo de educaci¨®n secundaria obligatoria (ESO) en un colegio privado de Madrid. Tres, cuatro, cinco asignaturas para septiembre. Las de estudiar. Amenaza de repetir curso. Verano tenso para la familia. Y eso despu¨¦s de desembolsar 500 euros mensuales por la ense?anza del ni?o, ruta, comedor y actividades aparte.
La perplejidad e impotencia de Emilia es la de muchas parejas de cuarentones -dos carreras, dos sueldos, uno o dos hijos- que ven te?irse de rojo las notas de sus muy deseados, planificados y bien alimentados cachorros. Da igual que el ni?o vaya a un centro p¨²blico, privado o concertado. Los avisos de los profesores, la debacle en junio y el ultim¨¢tum previo a una probable repetici¨®n de curso es algo que les sucede a los dem¨¢s. Hasta que pasa en casa.
"Vienen, generalmente la madre,
pidiendo ¨¢rnica. Entonces, respetando su nivel de estr¨¦s, que suele ser alto, se hace un diagn¨®stico, se realiza una prescripci¨®n al paciente y se le env¨ªa al doctor con el tratamiento. Lo malo es que la mayor¨ªa acuden a urgencias, cuando lo adecuado ser¨ªa seguir una terapia preventiva todo el a?o". Bruno Comella se sirve del paralelismo m¨¦dico para explicar su negocio. Comella es director general de Acadomia, una empresa de profesores a domicilio que ha captado a 10.000 clientes en dos a?os en Espa?a. En Francia, para¨ªso de la escuela p¨²blica, pero "con un nivel de fracaso escolar similar al de Espa?a", Acadomia cotiza en la Bolsa de Par¨ªs. "Siguiendo el s¨ªmil, ser¨ªamos la mutua que se contrata cuando la Seguridad Social no es suficiente", sigue Comella. "No somos baratos", admite, "pero algunos padres necesitan una alternativa. Ven que no saben, no llegan o no pueden ayudar a sus hijos con los estudios, y para ellos es un problema de conciencia. Tienen de todo, pero encuentran un problema y buscan una soluci¨®n. Ah¨ª entramos nosotros, al rescate".
Mar¨ªa de la Luz Campos llam¨® a
Acadomia. Mayo acababa y ya se intu¨ªa el desastre. ?lvaro, su ¨²nico hijo, de 13 a?os, puso en su conocimiento que le iban a caer unas cuantas pendientes. La t¨¢ctica de primaria -"hacer lo menos posible para aprobar"- no le ha servido en 1? de ESO. Resultado: sociales, naturales, lengua, pl¨¢stica y m¨²sica, para septiembre.
"Le amenac¨¦ con meterle en un internado, pero no me hizo caso, as¨ª que intentamos que este verano fuera inolvidable para ¨¦l", comenta Mari Luz. ?lvaro ha sustituido el campamento futbolero del equipo brit¨¢nico del Chelsea, donde estuvo el pasado verano, por una sentada de 12 horas semanales repartidas entre una academia de recuperaci¨®n y un programa de clases particulares, adem¨¢s de otras dos horas diarias de estudio y deberes en casa. En total, 1.470 euros invertidos en la operaci¨®n remontada. "Creo que merecer¨¢ la pena, pero el que se tiene que examinar es ¨¦l", apunta la madre.
El correctivo se llama Mireia, de 29 a?os y profesora de Acadomia. Tiene el encargo de ayudar a ?lvaro a echar el resto en septiembre. Con paciencia de santo, le cuenta al muchacho historias de surferos para explicarle las corrientes marinas. "?Yo tambi¨¦n paso el verano a la sombra!", r¨ªe, "pero para pagarme la hipoteca".
Mari Luz y su marido est¨¢n demasiado en las nubes como para vigilar el tiempo que su hijo dedica al estudio. Jes¨²s Cordero, de 58 a?os, es auxiliar de vuelo, y ella, de 48, azafata. Est¨¢n fuera de casa 15 d¨ªas al mes, lo que ha convertido a ?lvaro en un adolescente poco acostumbrado a rendir cuentas. Ahora, sus padres intentan no coincidir en los vuelos. Pero Jes¨²s, el padre, tambi¨¦n achaca la culpa de los suspensos a la actividad extraacad¨¦mica de su hijo. Antes de darse el trompazo, ?lvaro sal¨ªa del colegio y se iba a su entrenamiento de f¨²tbol, para luego salir pitando a sus clases de ingl¨¦s. "A ver qui¨¦n le pide que haga los deberes a un chaval que llega reventado a las nueve y se tiene que levantar a las ocho. A veces queremos que los hijos hagan demasiadas cosas", reconoce el padre. "Y yo tampoco estoy para f¨®rmulas despu¨¦s de tres d¨ªas volando. Lo intent¨¦, pero acababa estudiando yo en vez de ¨¦l", admite la madre.
Jes¨²s y Mari Luz no est¨¢n solos. Un 25% de los padres espa?oles se declaran "desbordados" con la educaci¨®n de sus hijos. El 37% admite que no les vigilan en los estudios. Un 11% lo hace de vez en cuando, un 3% lo deja para los fines de semana, y un 4%, s¨®lo cuando hay suspensos. Los datos, procedentes del informe Padres e hijos en la Espa?a actual, realizado por el soci¨®logo Gerardo Meil para la Fundaci¨®n La Caixa, recalcan el hecho de que "los padres atribuyen gran importancia a la educaci¨®n formal de sus hijos, pero, m¨¢s all¨¢ de mandarlos al colegio, su implicaci¨®n activa en el estudio no est¨¢ tan generalizada".
El hecho es que existe cierta alarma
social. Los suspensos se han convertido en tema de conversaci¨®n -y obsesi¨®n- para los padres. Pero ?se suspende m¨¢s que antes? No exactamente, seg¨²n el secretario general de Educaci¨®n, Alejandro Tiana. Los datos nacionales disponibles -la evaluaci¨®n es competencia de las comunidades aut¨®nomas- reflejan hechos consumados.
Los tropezones intermedios no constan. S¨®lo los batacazos: uno de cada tres alumnos ha repetido alg¨²n curso durante la educaci¨®n obligatoria, y el 30% de los escolares de secundaria deja de estudiar sin aprobar el graduado de ESO. ?Mejor o peor que la anterior generaci¨®n? "Ni una cosa ni otra", dice Tiana. "La tasa de idoneidad, la que estipula los estudiantes que est¨¢n en el curso que les corresponde por edad, era en 1990 de un 58,8%, y en 2004, de un 58,4%. La variaci¨®n es m¨ªnima. Hemos detectado un ligero aumento de los repetidores en primaria, que pasaron del 4,3% en 1995 al 5,9% en 2005. Y, eso s¨ª, una llamativa concentraci¨®n de repetidores en los dos primeros cursos de la ESO. Mientras que en 1995 superaron segundo el 82% de estudiantes, en 2004 se baj¨® al 76%".
Lo que sucede adem¨¢s, seg¨²n Tiana, es que los suspensos son hoy m¨¢s "visibles". Porque los chicos de la generaci¨®n que estren¨® las nuevas etapas de primaria y ESO parec¨ªa que no suspend¨ªan nunca. La LOGSE, la ley socialista, suprimi¨®, a partir de 1990, los ex¨¢menes de septiembre. Y se gener¨® un espejismo. A nadie le quedaban materias pendientes en verano porque en junio se quedaba todo el pescado vendido. O se pasaba de curso o se repet¨ªa. Las vacaciones familiares estaban garantizadas.
En 2000, la ministra Pilar del Casti-
llo (PP) promueve la LOCE (Ley Org¨¢nica de Calidad de la Ense?anza) y abre la posibilidad a las comunidades aut¨®nomas de convocar ex¨¢menes de recuperaci¨®n en septiembre. Afloran de nuevo los suspensos. Las vacaciones del clan, otra vez en el aire. "Con este sistema, el profesor est¨¢ usando el suspenso como una llamada de atenci¨®n antes de la decisi¨®n final. Antes era en junio. Ahora se puede prorrogar a septiembre. Pero al final, los que repiten son b¨¢sicamente los mismos", sostiene el secretario general. "Demasiados", seg¨²n estima el propio Tiana. "La recuperaci¨®n es un instrumento pedag¨®gico que puede ser bueno, pero tengo dudas sobre la repetici¨®n".
Seg¨²n Tiana, s¨®lo cuatro pa¨ªses de la OCDE -Francia, Luxemburgo, B¨¦lgica y Portugal- repiten m¨¢s que Espa?a, y no son precisamente los mejor parados en los informes de rendimiento educativo, como el PISA 2003. "En Francia, pa¨ªs repetidor por excelencia, ha habido un debate del Alto Consejo de Evaluaci¨®n de la Escuela, que desaconsejaba la repetici¨®n. Es un instrumento que hay que utilizar con cautela. Puede haber casos en que est¨¦ recomendada, pero usarla como mecanismo general con todo el que vaya mal no funciona". Y los 900 millones de euros que cuestan al Estado los repetidores se podr¨ªan destinar "a mejorar el sistema de otras formas".
A montar "mecanismos de detecci¨®n temprana" de las dificultades de los alumnos, a implantar "estructuras de recuperaci¨®n continua" y, todo esto, "haciendo ¨¦nfasis en la primera etapa". Primaria es, seg¨²n Tiana, "el gran desaf¨ªo" de la educaci¨®n en el mundo. "Si no ponemos buenas bases, en secundaria puede ser tarde. Por la propia complejidad de la etapa y de la sociedad, por la edad de los chicos y porque se dan por supuestas cosas que no lo est¨¢n. Hay que reflexionar sobre lo que significa aprender en el siglo XXI y, quiz¨¢ porque primaria es menos conflictiva, se le ha prestado menos atenci¨®n, y los problemas han explotado en secundaria".
En el colegio Menesiano, un centro cat¨®lico concertado de un barrio de clase media-alta de Madrid, ven crecer a sus ni?os de los 3 a los 18 a?os. De infantil a bachillerato. El director, Porfirio Blanco, y la jefa de estudios, Ana Virosta, admiten la fama de duros que arrastran entre padres y alumnos. "Creemos en la autonom¨ªa y la responsabilidad personal. En la disciplina y el rigor. Si hay examen hoy, es hoy, y si hay que entregar un trabajo, no se aplaza. Eso marca la exigencia del colegio".
Virosta, responsable de infantil y primaria, constata "la dificultad" que relatan los padres para conseguir que sus hijos, ni?os de 8 o 10 a?os, estudien en casa. "Los contenidos se complican, se hacen m¨¢s abstractos y, a partir de 3?, ser¨ªa deseable que los ni?os adquirieran un h¨¢bito de trabajo en casa, que dedicaran una hora diaria a asimilar los contenidos y organizar sus tareas. Si no lo hacen entonces, en secundaria es tarde". Esto, que parece sencillo, "es un reto terrible para los padres. Les es imposible conseguir del ni?o esa concentraci¨®n y disciplina. Es dif¨ªcil", admite la maestra, "son ni?os con m¨¢s recursos, m¨¢s tentaciones y con unos padres menos presentes, lo que requiere doble esfuerzo. Pero hay que dejarles claro, en el colegio y en casa, que hay cosas que no son divertidas y que requieren esfuerzo. Los ni?os se las saben todas, y no pocos padres claudican. Eso est¨¢ fallando".
El diagn¨®stico de Jes¨²s Varga, direc-
tor del colegio p¨²blico Juan de Austria de Alcal¨¢ de Henares, un centro con un 30% de escolares inmigrantes, no es distinto: "El profesor y los padres tienen que luchar con factores externos nuevos: Internet, el m¨®vil, la consola, todas esas pantallas. Y se nota. El esfuerzo no es un valor para muchos adultos, y si el profesor lo impone, la familia se resiente. Existe tambi¨¦n la tendencia a delegar demasiado en el colegio. La ense?anza es cosa nuestra, pero la educaci¨®n es competencia de la familia".
Virosta, cuarentona, madre de dos preadolescentes, quiere, no obstante, romper dos lanzas. Una, por los ni?os: "Algunos est¨¢n hiperpresionados. Son esos cuyos padres ponen mala cara si les sugieres una clase de refuerzo de matem¨¢ticas y replican: 'Y, entonces, ?se va a perder alem¨¢n?'. Pues s¨ª, hay que ir al cimiento. No todos pueden ser triling¨¹es". Y otra, por los padres: "Hay quien se deja la piel. La sociedad ha cambiado y nos ha pillado en medio. Lo que funcionaba con nosotros no funciona con nuestros hijos. Es complicado".
Pese a todo, primaria suele ser una balsa de aceite. Muchos "progresa adecuadamente", un pu?ado de meritorios "objetivo bien, muy bien o ampliamente conseguido" y alg¨²n "necesita mejorar" recuperado en la evaluaci¨®n final. De hecho, el 85% de los alumnos de sexto de primaria de Madrid aprob¨® la prueba impuesta por la presidenta regional Esperanza Aguirre. La nota media, notable. Hasta que llega ESO con la rebaja.
El baj¨®n en primero y segundo curso es tan evidente que las autoridades acad¨¦micas han decidido suavizar el tr¨¢nsito entre primaria y secundaria. Estamos hablando de chicos de 12 y 13 a?os, los que antes estaban en 7? y 8? de EGB. Y el grueso de los repetidores se ha concentrado en esos cursos. "Los factores tienen que ver con cambios que quiz¨¢ son demasiado bruscos. El de escenario educativo: muchos pasan del colegio donde van desde peque?os a un instituto donde hay chicos de hasta 19 a?os en bachiller. El f¨ªsico: son chicos en plena ebullici¨®n hormonal. Y el acad¨¦mico: pasan de tener un tutor que les conoce, y un grupo limitado de profesores, a tener hasta 11 asignaturas, con 11 profesores distintos", explica Tiana. "Por eso", anuncia, "la LOE (Ley Org¨¢nica de Educaci¨®n) prev¨¦ una transici¨®n m¨¢s suave. En los dos primeros cursos de ESO no se podr¨¢ incrementar en m¨¢s de dos las materias, y cada profesor podr¨¢ dar m¨¢s de una. La secundaria es una etapa tremendamente compleja", admite el secretario general.
28 de junio de 2006. D¨ªa de entrega de notas en el IES Marqu¨¦s de Suances, en un barrio popular de Madrid. Francisco Marina tiene una peque?a cola de alumnos que protestan por los suspensos. Paco Marina tiene 54 a?os y lleva 34 de ellos dedicado a la ense?anza. Es tutor y profesor de matem¨¢ticas. Para charlar, prefiere transitar por el patio, donde los chicos no le vean fumar. "La educaci¨®n era antes el ascensor social por excelencia. Pero los chavales de hoy ven, por un lado, que muchos licenciados no encuentran un trabajo acorde con sus estudios y, por otro, que cualquier freaky de la tele se lo lleva calentito sin dar un palo al agua. Lamentablemente, el esfuerzo es un valor a la baja". Aunque Paco reconoce que los profesores fallan al no poder dar una atenci¨®n realmente personalizada para cada alumno, tambi¨¦n echa en falta m¨¢s inversi¨®n p¨²blica. "Esto de la educaci¨®n es cuesti¨®n de pasta", sentencia.
Las cosas no mejoran en bachillerato. La tutora y profesora de lengua de primero de bachiller, Paz Soler, entrega los boletines. Muchos tienen al menos una marca roja. "Intentamos motivarles en clase con v¨ªdeos, ordenadores? Pero si dejamos de valorar el esfuerzo para lograr las cosas, estamos perdidos. Y los padres tambi¨¦n tienen mucho que ver en esto". Apenas un par de madres despistadas transitan por los pasillos el d¨ªa de entrega de notas.
"Los estudiantes tienen la obligaci¨®n
de estudiar". No es una redundancia, sino uno de los art¨ªculos de la LOE. Pero Elena, de 15 a?os, discrepa. "?ste ha sido mi a?o sab¨¢tico", arguye, mostrando sus notas de 3? de ESO. Ocho suspensos. "Y ahora, perdona, pero me voy a celebrarlo con las amigas". Sus padres no han venido, pero est¨¢n preocupados. Propietarios de un negocio que les quita el tiempo que les gustar¨ªa dedicarle, hacen lo posible por estar encima de ella. Incluso han acudido a una escuela de padres. "Desde luego, este a?o no ha servido. Ah¨ª est¨¢ el bolet¨ªn de Elena. Cre¨ªamos que se le pasar¨ªa la tonter¨ªa tras sus cambios hormonales, pero parece que sigue con el pavo a cuestas. Nosotros ya ponemos todo de nuestra parte, a ver si despierta de una vez", suspira el padre.
Para muchos padres, la educaci¨®n de sus hijos es una inversi¨®n. De tiempo y de dinero. Y lo que anhelan son beneficios. Que sus hijos tengan, como m¨ªnimo, su nivel social y econ¨®mico. Si los resultados no son los esperados, se impone un golpe de tim¨®n al rumbo de los v¨¢stagos. Aprobar a cualquier precio. La Instituci¨®n Educativa SEK es uno de los muchos centros que organizan cursos de verano para rezagados. Para 1? de ESO, su tarifa oscila entre los 564 y los 674 euros.
Al Colegio Internacional SEK-Ciudalcampo se llega tras pasar el control de seguridad de una apacible urbanizaci¨®n al norte de Madrid. Algunos chavales disfrutan del recreo mientras otros se preparan para entrar en clase de ingl¨¦s. Un cartel conmina: "Estudia, pero con estrategias". Es mediod¨ªa del martes 25 de julio de 2006. Ocho chicos y cuatro chicas de 1? de ESO entran en el aula en la que ense?a ingl¨¦s Carmen Blanco, de 55 a?os. "Tell me an example of Fast Food Restaurant". Tras unos segundos de silencio sepulcral, la m¨¢s avispada recuerda el lugar donde pasa la tarde del s¨¢bado con las amigas: "MacDonald's", responde, escueta y exacta. "Lo que ocurre en estas edades", comenta Carmen, "es que un grano en la cara se convierte en un acontecimiento que arrincona los estudios. Lo dif¨ªcil de nuestro trabajo no es dar clase, sino buscar las v¨ªas de motivar a los chicos".
Los que tienen m¨¢s de cinco asignaturas para septiembre no pueden asistir a los cursos del SEK. "A partir de ese tope es muy dif¨ªcil conseguir resultados satisfactorios en septiembre", opina Ricardo Viera, coordinador de estos cursos de recuperaci¨®n. Aunque las hayan aprobado, los asistentes tambi¨¦n reciben clases de lengua, matem¨¢ticas e ingl¨¦s. "A modo de refuerzo", recalca Viera. En total, la rutina se compone de seis clases de una hora al d¨ªa m¨¢s otra de recreo. Este verano hay 120 chavales de entre 12 y 18 a?os expiando sus suspensos en el SEK Ciudalcampo.
Pero a¨²n se pueden purgar m¨¢s. El Centro SEK El Castillo, cerca de Villanueva de la Ca?ada (Madrid), es, literalmente, un internado de verano. "All¨ª, las salidas de fin de semana se condicionan al resultado acad¨¦mico", comenta Viera. "Algunos padres mandan a sus hijos para poder irse ellos de vacaciones. Pero para aprobar en septiembre, por mucho que hagamos nosotros, casi el 90% del esfuerzo final lo tiene que poner el alumno", concluye.
Todo para conseguir el objetivo:
el graduado en ESO. De los que lo consiguen, la gran mayor¨ªa -el 94%- sigue estudiando. Como Daniel M¨²gica, un triatleta de 20 a?os que lleva varios dando rodeos -despu¨¦s del bachillerato hizo un m¨®dulo superior de FP de dos a?os para esquivar selectividad, y despu¨¦s, dado que no alcanz¨® la nota de corte, opt¨® por cursar los tres a?os de magisterio como diplomatura-puente- antes de llegar a la meta de una licenciatura en INEF, su aut¨¦ntica vocaci¨®n.
El caso de Daniel y otros pragm¨¢ticos como ¨¦l puede desesperar a sus padres. Pero no les quita el sue?o a las autoridades acad¨¦micas. Est¨¢n en el sistema. El problema es el 30% de desertores. Chicos y chicas que tiran la toalla sin terminar la ESO. La tasa de abandono prematuro de los estudios, en el fr¨ªo lenguaje estad¨ªstico.
"?se es el gran reto del sistema educativo espa?ol", admite Tiana, "rescatar a esos chicos y reengancharlos a la formaci¨®n". Devolverlos al redil. Por su bien. "Est¨¢ en juego su porvenir personal y el futuro de este pa¨ªs". La Comisi¨®n Europea ya advirti¨® en 2004 sobre la "preocupante" carencia de titulados superiores en la UE, dado que, seg¨²n sus c¨¢lculos, un 80% de los puestos de trabajo que se crear¨¢n hasta 2010 requerir¨¢n cualificaci¨®n superior. Y aprovech¨® para tirarle de las orejas a Espa?a, que firm¨® el compromiso de reducir del 30% al 10% el abandono prematuro. Sin ESO, la vida puede hacerse muy cuesta arriba.
Alba G¨®mez: "Me cuesta centrarme en clase. Hay asignaturas que son un plomo".
18 a?os. Estudia 2? de bachillerato en un colegio concertado. Suspendi¨® cuatro asignaturas en junio. Trabaja como cajera de supermercado en verano.
"Me han quedado las de empollar: geograf¨ªa, m¨²sica, historia del arte y filosof¨ªa. S¨¦ que he aprobado las f¨¢ciles, pero es que siempre me he tomado los estudios con tranquilidad". Cree que ha suspendido por ella m¨¢s que por los profesores: "Me cuesta mucho centrarme en clase. Aunque hay asignaturas que son un plomo". Son las 22.30 de un viernes. Alba acaba de terminar su jornada como cajera en El Corte Ingl¨¦s, donde ha trabajado el verano. Muchas de sus compa?eras son estudiantes en su misma situaci¨®n: suspensas para septiembre. "Me he organizado para poder salir y estudiar. Trabajo por la tarde. En teor¨ªa, estudio cuatro horas diarias, pero luego es menos porque me cuesta aprender los contenidos. Me han dicho en el colegio que me falta m¨¦todo de estudio. S¨¦ que tengo que encontrar la f¨®rmula para aprender m¨¢s r¨¢pido, y eso s¨®lo se consigue probando, pero quiz¨¢ ya es tarde. Los esquemas me dieron resultado el a?o pasado, y eso que empec¨¦ a estudiar a un mes de los ex¨¢menes. Este a?o, mis padres pueden estar tranquilos; lo tengo todo controlado. Voy lenta, pero segura". Si aprueba, quiere hacer un m¨®dulo superior de imagen. "As¨ª puedo pasarme a la carrera de relaciones p¨²blicas y publicidad sin hacer selectividad". Ana S¨¢nchez Ju¨¢rez.
?ngel Javier ?lvarez: "La mitad de mi clase ha suspendido una media de tres materias"
13 a?os. Estudia 1? de educaci¨®n secundaria obligatoria en un colegio religioso concertado. Suspendi¨® lengua en junio.
"En primaria, s¨®lo con entender en clase sacaba notable, pero en la ESO hay que estudiar". ?ngel ha tardado un a?o en aceptar la evidencia. ?l, que acreditaba objetivos "ampliamente conseguidos" en primaria, inaugur¨® ESO con dos suspensos. "Le quitamos la play y empezamos a vigilarle", recuerda Rosa, su madre, matem¨¢tica. Tercera evaluaci¨®n: las notas no llegan. "Un d¨ªa, en la web del colegio vi el desastre: seis suspensos", dice Rosa. "No dije nada porque las iba a recuperar, para no montar el pollo", se justifica ?ngel, que tir¨® de reservas y aprob¨® cinco en junio. Su baj¨®n no es aislado. Pas¨® a ESO con sus compa?eros desde los tres a?os. "Y ha suspendido la mitad de la clase". "Est¨¢ descolocado", observa Rosa. "Coincide el cambio de edad, el de prioridades y el de nivel. Ha pasado de un tutor a 11 profesores. Adem¨¢s", admite, "no ve el estudio como obligaci¨®n". ?ngel -un verano sin play- tiene un plan para segundo: "Organizarme". Rosa, otro: "Igual contrato clases particulares para que le controlen. A los padres nos torean".
Marielves Mirabal: "Repetir curso me ha dado una buena base para el bachiller"
16 a?os. Repite 4? de educaci¨®n secundaria obligatoria en un instituto p¨²blico. Suspendi¨® matem¨¢ticas en junio.
"?La culpa fue de las matem¨¢ticas!". Aunque se le han atragantado los n¨²meros, a Marielves le gustar¨ªa estudiar en el futuro una carrera universitaria de la rama de ciencias. "Lo que m¨¢s me interesa es la f¨ªsica y la qu¨ªmica". Precisamente, f¨ªsica y qu¨ªmica son culpables, junto con las matem¨¢ticas, de que este a?o haya repetido curso. Y al llegar el verano? Otra vez las mates. "Yo no s¨¦ qu¨¦ tendr¨¢ 4? de ESO, pero aqu¨ª me he quedado. Si soy sincera, lo cierto es que creo que repetir me ha dado una buena base para afrontar el bachiller el a?o que viene". Marielves est¨¢ convencida de que las cinco horas diarias que dedica este verano a resolver problemas num¨¦ricos dar¨¢n su fruto en septiembre. "Incluso me llev¨¦ los libros a Miami para que mi hermano, que es banquero, me ayudara a estudiar durante las dos semanas que estuve all¨ª con ¨¦l". Ella confiesa que le cuesta trabajo organizarse el tiempo durante los ex¨¢menes. "He hecho cada barbaridad? ?A m¨¢s de una ecuaci¨®n le he cambiado los signos de positivo a negativo!".
?lvaro Cordero: "?ste es mi ¨²ltimo verano en el s¨®tano"
13 a?os. Estudia 1? de educaci¨®n secundaria obligatoria en un colegio concertado. Ha suspendido cinco asignaturas para septiembre.
Llegaba por la tarde a casa, merendaba, se iba a entrenar con su equipo de f¨²tbol; luego, a clase de ingl¨¦s, y a las nueve en casa. Estudiar, estudiar, lo justito. "Y as¨ª me he pegao el trompazo". La t¨¦cnica de ?lvaro ha sido este a?o la misma que manej¨® en primaria. "Pero ya no valen medias tintas, estamos en ESO", comenta Mireia, de 29 a?os, la profesora particular que este verano se ha convertido en su sombra. Juntos preparan las cinco losas que pesan sobre la conciencia de ?lvaro: sociales, naturales, lengua, m¨²sica y pl¨¢stica. Y le pesan porque ha tenido que decir adi¨®s al f¨²tbol, al menos en verano. Lo m¨¢s redondo que ahora alcanza su vista es una bola del mundo que reposa en el s¨®tano de la casa de sus padres en Pozuelo (Madrid), donde Mireia y ¨¦l repasan las lecciones al calor estival. Jes¨²s, el padre, reconoce: "El deporte no se lo podemos quitar, pero queremos que comprenda que no se suspende en balde". Con el correctivo casi cumplido, ?lvaro reta: "A m¨ª no me vuelve a quedar ni una. ?ste es mi ¨²ltimo verano en el s¨®tano".
Daniel M¨²gica: "Para m¨ª, el curso dura de septiembre a septiembre del a?o que viene"
20 a?os. Estudia 1? de magisterio. Ha suspendido tres materias. Trabaja como socorrista durante el verano. Quiere 'reengancharse' al INEF.
Daniel es experto en planificar el tiempo y buscar atajos. Para eso es triatleta. Nadar, pedalear y correr sucesivamente sin parar el cron¨®metro, eso es el triatl¨®n. Algo as¨ª ha aplicado a su carrera acad¨¦mica. "Suspend¨ª tres en bachillerato, ve¨ªa imposible sacar selectividad, as¨ª que hice un m¨®dulo de dos a?os de t¨¦cnico en actividades deportivas. Al acabar, como no ten¨ªa nota para el INEF, me met¨ª a magisterio. As¨ª, cuando acabe los tres a?os puedo reengancharme en cuarto de INEF de alto rendimiento, que es lo que realmente me gusta. Y si entretanto me canso, ya tengo el m¨®dulo y la diplomatura", ilustra mientras pasa el limpiafondos por la piscina comunitaria donde trabaja. Antes se ha hecho 80 kil¨®metros en bici y ha estudiado "hora y media" sus pendientes. "Educaci¨®n f¨ªsica base; bases biol¨®gicas y fisiol¨®gicas del movimiento y bases te¨®ricas de la educaci¨®n f¨ªsica". Teor¨ªa pura. No es raro. Lo suyo es la pr¨¢ctica: "Soy un estudiante mediocre. Mi pasi¨®n es el deporte, pero tengo que aprobar. Eso s¨ª, el curso dura de septiembre a septiembre". No gana quien vence la etapa, sino quien llega primero a la meta.
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