Vinok¨²rov y Valverde se ponen serios
Nuevo triunfo del kazajo en la etapa 'reina', que conduce al murciano al 'maillot' amarillo
"Me gusta visualizar", dice Alejandro Valverde, sonrisa p¨ªcara en los labios. Y con eso se explica. "Me gusta visualizar". Juguet¨®n, el nuevo l¨ªder de la Vuelta cultiva un h¨¢bito desconcertante que a los rivales escama y a los aficionados preocupa y que consiste en dejarse caer al fondo del pelot¨®n, como si no aguantara el ritmo, cuando la etapa llega al pie del ¨²ltimo puerto, el viernes El Morredero, ayer La Cobertoria. "Es que delante hac¨ªa mucho calor", fing¨ªa el viernes para esconder la verdadera raz¨®n de un movimiento que forz¨® a los rivales a lanzar ataques para probar al hombre hasta ayer de blanco. S¨ª, como si en el fondo del grupo hubiera aire acondicionado. "Es que si dice la verdad, pasar¨ªa por un sobrado", le echa un capote su director, Jos¨¦ Miguel Ech¨¢varri. Y la verdad es que le gusta visualizar, esto es, dejarse caer e ir mirando las caras, las piernas, hinchadas, lisas, las venas, los gestos, escuchar jadeos, estertores, analizar con el olfato, los olores, el miedo, el valor, de todos los que le acompa?an. Lo hace como un chaval, un juvenil desordenado que se deja guiar por el instinto. Lo hace como corre. Como si esto fuera un juego y la diversi¨®n que acompa?a a la victoria el premio gordo. O como corr¨ªa. Porque hay veces en que conviene ponerse serio.
Vinok¨²rov no par¨® de volverse los ¨²ltimos metros temiendo un prodigio de Valverde
Ayer, por ejemplo.
Ayer, bajo un sol inm¨®vil, una l¨¢mpara de calor de gallinero sobre una atm¨®sfera inm¨®vil, se corri¨® un etap¨®n de seis puertos, seis horas, 200 kil¨®metros a trav¨¦s de los varios valles que separan Fonsagrada de Oviedo, 5.025 metros de desnivel cuesta arriba -algo as¨ª como cinco Tourmalets uno detr¨¢s de otro-, una cosa seria de carrera que gener¨® en quienes tiraban la bicicleta al suelo, sin fuerzas, nada m¨¢s cruzar la meta, exclamaciones del tipo "qu¨¦ exageraci¨®n, qu¨¦ burrada, qu¨¦ paliza, me muero, agua por caridad".
Ayer se trataba de empezar a ganar la Vuelta, no de lucirse, puro espect¨¢culo, brillo de pillo, ganando la etapa.
Ayer, los rivales que le preocuparon, las caras que analiz¨® y contempl¨® en los falsos llanos que desde el alto de San Lorenzo -un categor¨ªa especial corto y pu?etero que se convirti¨® en un r¨ªo de sudor al paso del pelot¨®n-, llevan al comienzo de La Cobertoria, el puerto final, una llegada enga?osamente domesticada, asfalto rutilante, anchura de autov¨ªa, desnivel de infierno, eran menos que en d¨ªas anteriores, pero, como fruto de un proceloso proceso qu¨ªmico, la sensaci¨®n de peligro hab¨ªa aumentado, como si se hubiera concentrado en dos o tres rostros impasibles. En los de los temibles kazajos, por supuesto.
Ayer era el d¨ªa.
Ayer, despu¨¦s de los habituales despliegues t¨¢cticos, con tintes exhibicionistas por parte del Caisse d'?pargne -algo as¨ª como im¨¢genes napole¨®nicas: Valverde y su guarda pretoriana, Karpets, Zandio, Arroyo, Purito Rodr¨ªguez... abri¨¦ndose paso en terreno conquistado-, pragm¨¢ticos por parte del CSC de Sastre, el que tanta tralla lleva, gregarios desde el Discovery del magn¨ªfico, y agotado, Brajkovic, a seis kil¨®metros de la meta Vinok¨²rov y Kashechkin se dejaron de pamplinas y atronaron al grupo. Pumba, pumba. Cada uno por un lado, como s¨®lo ellos saben hacerlo.
Por delante, Vinok¨²rov, el m¨¢s fuerte. A su rueda, Kashechkin, el mejor colocado en la general. Al fondo, bajo la pancarta de meta, una victoria de etapa, un maillot de l¨ªder. Por detr¨¢s, jaleando, en el coche de Herminio D¨ªaz Zabala, su director, el primer ministro de Kazajist¨¢n, el fan¨¢tico del ciclismo que paga la publicidad de Astana. Por detr¨¢s, Karpets, el ruso callado -a su lado, Vinok¨²rov es un charlat¨¢n- marcando el ritmo de su jefe, del Valverde que le dec¨ªa al o¨ªdo, tranquilo, tranquilo, con calma, mantenlos, mantenlos, no te sofoques, no me sofoques. Y detr¨¢s de ¨¦l, todos los que quieren decir algo. Sastre, por ejemplo, que cambi¨® de ritmo a menos de cinco kil¨®metros para la meta y se llev¨® a Valverde, a Di Luca y a Marchante. Entre ellos, relevos generosos de Di Luca y Valverde, mantuvieron las distancias, el d¨²o kazajo no pas¨® de los 22 segundos; entre ellos -Valverde: "Sastre s¨®lo sab¨ªa ir a rueda, y luego va y en un relevo ataca"- creci¨® la ciza?a; de entre ellos, a dos kil¨®metros de la llegada, serio, formal, sin jugar, decidido, surgi¨® Valverde a la caza de los dos kazajos, de Vinok¨²rov, que tiraba y tiraba incansable, sin mirar atr¨¢s, de Kashechkin que aguantaba como pod¨ªa. Que va Valverde, le dijo el aire a Vinok¨²rov, que va Valverde, retumbaron las monta?as, que va Valverde, coreaba el p¨²blico, que va en serio. "Y en cuanto lo o¨ª, me dije '¨¦ste no me coge, hoy no corro el riesgo de jug¨¢rmela al sprint', y mir¨¦ a Kashechkin, que me dijo 'tira, tira t¨² solo, gana la etapa", cont¨® Vinok¨²rov. A Valverde le dio tiempo a coger y sobrepasar al segundo de los kazajos. A Vinok¨²rov, que no par¨® de volverse los ¨²ltimos metros, temiendo otro prodigio, pese a su c¨®moda ventaja, de levantar los brazos y empezar a pensar en ganar tambi¨¦n la Vuelta.
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