Un nuevo ciclo ib¨¦rico
Espa?a y Portugal son dos Estados hermanos, en la Pen¨ªnsula Ib¨¦rica, con m¨²ltiples ra¨ªces comunes. Sus respectivas historias, a lo largo de los siglos, han discurrido casi siempre en paralelo, si bien no han faltado en ocasiones periodos conflictivos, sobre todo entre Castilla y Portugal, con sus respectivos pueblos. Lo m¨¢s frecuente, con todo, ha sido la desatenci¨®n mutua y el vivir de espaldas. Las casas reales, a veces entrelazadas por casamientos y alianzas ef¨ªmeras, a veces rivales al formar parte de alianzas europeas hostiles, tampoco facilitaron el natural entendimiento entre los pueblos.
A principios del siglo XIX, Portugal y Espa?a fueron invadidos por los ej¨¦rcitos napole¨®nicos. La corona portuguesa (D. Jo?o VI y su mujer, la reina Carlota Joaquina, hermana de Fernando VII de Espa?a), as¨ª como una parte significativa de los cortesanos, huyeron hacia Brasil (1808), con la ayuda de Inglaterra. La capital del imperio portugu¨¦s pas¨® de Lisboa a R¨ªo de Janeiro. Un acontecimiento in¨¦dito en los anales del colonialismo europeo, que consolid¨® la identidad y la unidad pol¨ªtica de Brasil y facilit¨®, en 1822, su independencia, que fue obtenida de forma pr¨¢cticamente consensuada, sin necesidad de disparar un solo tiro.
En el siglo XX, la Primera Rep¨²blica Portuguesa, proclamada en 1910, pervivi¨® 16 a?os. De ra¨ªz mas¨®nica, jacobina y anticlerical, tom¨® parte en la I Guerra Mundial, al lado de los aliados. Al contrario de Espa?a, que permaneci¨® neutral. Sid¨®nio Pais, un militar german¨®filo, interrumpi¨® en 1917 este periodo constitucional republicano proclamando en 1918 la "Rep¨²blica Nova", es decir, una dictadura. Que no dur¨® mucho, visto que fue asesinado en diciembre de 1918. En cualquier caso, precedi¨® al dictador espa?ol Primo de Rivera, en el reinado de Alfonso XIII (1923-1930), en dar inicio as¨ª a las desastrosas dictaduras peninsulares del siglo XX, con Salazar (seguido por Marcelo Caetano, a partir de 1968) y Franco, hasta su muerte natural.
La Segunda Rep¨²blica Espa?ola (1931-1936) supuso una alborada de esperanza para toda la Pen¨ªnsula Ib¨¦rica. Tambi¨¦n para Portugal, que estaba ya sometida a la dictadura de Salazar. Sin embargo, con la tragedia de la Guerra Civil (1936- 1939), en la que Salazar intervino activamente en apoyo de Franco, contra los intereses portugueses, al lado de los fascistas italianos y de los nazis alemanes, en una Europa dividida y a todo galope hacia una nueva guerra mundial, cay¨® sobre los pueblos ib¨¦ricos un "tel¨®n de acero" de opresi¨®n, de aislamiento internacional, de oscurantismo y de subdesarrollo...
El Pacto Ib¨¦rico, firmado entre Salazar y Franco, fue el resultado de una maniobra entre ambos dictadores, en tiempos de guerra, a pesar de la desconfianza mutua que siempre se profesaron. Despu¨¦s de la guerra y de la derrota del nazi-fascismo se vieron a salvo, los dos, a causa de la guerra fr¨ªa, gracias a una decisi¨®n tomada por ingleses y americanos, quienes, sobrevalorando el miedo al comunismo, optaron por despreciar su compromiso ante el mundo de defender la democracia y la libertad... Fue una gran traici¨®n de Occidente contra los pueblos ib¨¦ricos.
La revoluci¨®n de los claveles del 25 de abril de 1974, represent¨® un corte neto y abrupto con la dictadura colonialista portuguesa, que hab¨ªa durado m¨¢s de cuatro d¨¦cadas. Tuvo una profunda influencia, por lo dem¨¢s, en la transici¨®n democr¨¢tica espa?ola, que se hizo inevitable tras la muerte de Franco en noviembre de 1975.
Con la democracia consolidada en Espa?a y Portugal -y un nuevo Tratado de Amistad y Cooperaci¨®n que tuve el honor de firmar, mientras por parte espa?ola lo hac¨ªa Adolfo Su¨¢rez- las relaciones entre los dos Estados se hicieron m¨¢s fluidas y amistosas, a la vez que se profundizaba en todas las vertientes. La entrada simult¨¢nea de ambas naciones en la entonces CEE, el 12 de junio de 1985, adem¨¢s del desarrollo y de la modernizaci¨®n que supuso para los dos pa¨ªses, implic¨® un incuestionable viraje hacia un mercado integrado ib¨¦rico. Se abrieron las fronteras y han ido desmoron¨¢ndose, paulatinamente, viejas desconfianzas. En efecto, Portugal y Espa?a son hoy miembros de la Uni¨®n Europea, aliados en la OTAN, hermanos en Iberoam¨¦rica y vecinos que tienen intereses convergentes en la Uni¨®n Europea, a la que pertenecen, en el Mediterr¨¢neo, en el Atl¨¢ntico y en Suram¨¦rica.
Es mi opini¨®n que la oportunidad hist¨®rica derivada de la feliz circunstancia de que los gobiernos de Espa?a y Portugal tengan ahora a su frente a dos socialistas, no debe ser desaprovechada. Nos permitir¨¢ profundizar en una nueva fase de nuestras relaciones, en distintas vertientes y sobre todo en la dimensi¨®n continental, dado adem¨¢s que el aparente callej¨®n sin salida institucional generado en la Uni¨®n Europea y la crisis de liderazgo que se manifiesta en ella, abren oportunidades y exigen mayores responsabilidades -y mayor visibilidad- a las iniciativas pol¨ªticas que pudieran llegar a ser tomadas por los dos Estados peninsulares.
El siglo XXI, por tanto, puede suponer la apertura de un nuevo ciclo ib¨¦rico, que ponga las bases para que los pueblos de la Pen¨ªnsula alcancen un nuevo protagonismo en el marco comunitario y mundial. De ah¨ª que crea que Espa?a y Portugal no obtendr¨¢n m¨¢s que ventajas en promover iniciativas convergentes y en reforzar su rec¨ªproco entendimiento.
Por otro lado, los portugueses deben dejar de ver a Espa?a como una potencia hegem¨®nica, potencialmente peligrosa para Portugal. Eso es algo que tiene que ver con el pasado. Espa?a es hoy una gran democracia plural, descentralizada, capaz de reconocer las identidades y los derechos de las nacionalidades y autonom¨ªas que la componen. ?sa ha sido la tarea que Zapatero ha venido realizando, con gran inteligencia pol¨ªtica, sobriedad y persistencia, y que le est¨¢ granjeando la admiraci¨®n de los amigos y aliados de Espa?a y, por tanto, de Portugal tambi¨¦n.
M¨¢rio Soares es ex presidente y ex primer ministro de Portugal. Traducci¨®n de Carlos Gumpert.
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