Un artefacto averiado
All¨¢ por 1984, un avispado productor televisivo, Anthony Yerkovich, cre¨® una serie criminal, Miami Vice, basada en dos supuestos muy sugestivos: uno, un marco pr¨¢cticamente in¨¦dito para estos asuntos, la sure?a Miami, con su mezcla racial explosiva, los negocios f¨¢ciles y la situaci¨®n de codiciada puerta de acceso de la droga al mercado estadounidense. Y dos, un look y unos modos de puesta en escena que la hicieron distinta de lo que por entonces se llevaba en criminal fiction televisiva.
Era raro que el cine no hubiese sacado a¨²n tajada de tal fil¨®n, puesto que de entonces aqu¨ª todo lo que all¨ª se mostraba se agudiza a¨²n m¨¢s, am¨¦n de que las nuevas tecnolog¨ªas (el filme est¨¢ rodado con c¨¢maras de alta definici¨®n y con una profundidad de campo m¨¢s que notable) permiten un lucimiento a¨²n mayor de la violencia en la pantalla, una de las marcas de f¨¢brica de la vieja serie de los ochenta. Y si se encarga del asunto un notable especialista como es Michael Mann (lo ha demostrado en filmes como Heat o El dilema, as¨ª como en algunos de los episodios de la serie televisiva), todo debe ir sobre ruedas.
CORRUPCI?N EN MIAMI
Director: Michael Mann. Int¨¦rpretes: Colin Farrell, Jamie Foxx, Gong Li, Naomie Harris, Ciar¨¢n Hinds, Luis Tosar. G¨¦nero: criminal, EE.UU., 2006. Duraci¨®n: 134 minutos.
Y sin embargo, Corrupci¨®n en Miami se muestra como una anodina colecci¨®n de momentos de gran impacto, pero tambi¨¦n como un fr¨ªo, demasiado cerebral artefacto de acci¨®n. Tal vez el fallo se deba a un gui¨®n que, al contar que en el globalizado mundo actual las mafias ya no se comportan como antes, sino como bien engrasadas maquinarias casi an¨®nimas, se lleva por delante una buena caracterizaci¨®n de los oponentes, convertidos aqu¨ª casi en una sombra de personajes (como el que interpreta, con evidente magnetismo en su mirada, nuestro Luis Tosar).
Pero lo que m¨¢s ayuda a diluir la atenci¨®n no es otra cosa que la minuciosidad de la trama, una m¨¢s bien t¨®pica infiltraci¨®n de polic¨ªas de la Brigada Criminal de la ciudad en una de las redes de llegada de la droga al sur americano. Seguir cada uno de los momentos, nudos y desdoblamientos de la trama se antoja algo no demasiado compatible con una pel¨ªcula en la que lo que se va a ver es dinamismo, espectacularidad y efectos especiales de ¨²ltima generaci¨®n. Claro que, por momentos, tiene ritmo, y que en la parte final, en el tiroteo en que se enfrentan los dos bandos, Mann saca a relucir sus aquilatadas virtudes para mostrar varios puntos de vista diferentes perfectamente conjuntados, en los que el espectador jam¨¢s se pierde. Pero no basta para hacer del filme algo m¨¢s que un pasatiempo discreto en el cual los actores que verdaderamente lo son (Gong Li, sin ir m¨¢s lejos) se las apa?an para llevarse el gato al agua. Y poco m¨¢s.
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