"Me basta un olor para recordar ese d¨ªa"
Supervivientes y familiares cuentan c¨®mo han conseguido sobreponerse a la tragedia
Los ataques suicidas contra las Torres Gemelas mostraron el da?o que pueden llegar a hacer los terroristas. Nueva York, cinco a?os despu¨¦s del fat¨ªdico 11-S, es una ciudad con vida fren¨¦tica, aunque con algunas cicatrices. Por eso, los familiares de las v¨ªctimas del World Trade Center y los supervivientes del cataclismo quieren que este quinto aniversario sirva para recordar que ese d¨ªa fue algo m¨¢s que un tr¨¢gico evento que qued¨® marcado en el calendario, y que las vulnerabilidades y el dolor siguen latentes. Por eso piden al p¨²blico que no olvide, para que no vuelva a suceder lo mismo.
El 11-S es s¨ªmbolo de destrucci¨®n, pero tambi¨¦n de la superaci¨®n; de c¨®mo una ciudad y sus gentes son capaces de vencer la adversidad y recomponer su vida. Los ataques suicidas de Al Qaeda unieron a los neoyorquinos y todo el mundo empez¨® a mirar la ciudad con otros ojos. Los turistas inundan hoy las calles de la Gran Manzana, y la zona cero es un icono m¨¢s, como el Empire State Building o Wall Street. Nueva York ha crecido en identidad, y en los ¨²ltimos cinco a?os se han alzado nuevos rascacielos desafiando al mal, como la Torre Siete o el nuevo complejo de Time Warner.
Fetchet se declara frustrada al ver que los fallos que llevaron al 11-S siguen ah¨ª. "Corremos el riesgo de otro ataque terrorista"
"La muerte de los nuestros debe ser suficiente para todo el pa¨ªs, no s¨®lo para las familias que perdieron a un ser querido se d¨ªa"
Lemack: "Desde marzo miro qu¨¦ tr¨¢iler ponen en el cine y en la televisi¨®n; no quiero volver a ver a mi madre muriendo otra vez"
Sin embargo, las heridas persisten. Edie Lutnick trabaja como voluntaria en la fundaci¨®n creada por Cantor Fitzgerald para ayudar a los familiares de las v¨ªctimas. Fue la compa?¨ªa que perdi¨® a m¨¢s empleados en las torres, 658 personas de los casi 3.000 muertos. Entre ellas estaba el hermano de Edie. El fondo est¨¢ considerado como un modelo para atender a los afectados de otras cat¨¢strofes. Pero Lutnick lamenta la falta de apoyo financiero y emocional que est¨¢n recibiendo. "Cada vez es m¨¢s dif¨ªcil comprometer al p¨²blico, convencerles de que nuestras familias siguen sufriendo y que necesitan ayuda a todos los niveles".
Problemas de adaptaci¨®n
John Leinung, de September 11th Families for Peaceful Tomorrows, reconoce que el 11-S sigue despertando pasiones entre la gente en EE UU, que califica de "casi esquizofr¨¦nica". Pero a la vez, dice, el p¨²blico se ha acostumbrado a vivir con la tragedia. "Esto hace la captaci¨®n de fondos m¨¢s complicada", remacha. Hamilton Peterson, de Families of Flight 93, el avi¨®n que se estrell¨® en Pensilvania, observa adem¨¢s que otras cat¨¢strofes atraen atenci¨®n. Pero la mayor¨ªa de las familias y supervivientes siguen lidiando con problemas de adaptaci¨®n, como advierte Jonathan Barnett, de la organizaci¨®n Tuesday's Children.
Barnett perdi¨® a un hermano y a varios amigos el 11-S. Esta falta de atenci¨®n del p¨²blico en general, explica, "obliga a aumentar la dedicaci¨®n para que las familias sigan teniendo cubiertas sus necesidades".
Su fundaci¨®n empez¨® ayudando a 5.500 ni?os que perdieron a uno de sus padres en los atentados. Entonces ten¨ªan una media de ocho a?os de edad. "Alguien debe ense?arles que los sue?os son posibles, que se pueden alcanzar y c¨®mo llegar. A veces hacemos de padres", dice.
Anthony Gardner comenta que no sab¨ªa que su hijo estaba en el edificio hasta que llamaron sus compa?eros. "Nos llevamos un mes esperando, rezando para que estuviera bien", recuerda. Cinco a?os despu¨¦s, afirma, hace falta muy poco para que aflore el dolor. "Se dice que el tiempo cura las heridas. Pero cuando pierdes a alguien que quieres, no es como una gripe, es como una amputaci¨®n". Y es que el 11-S es una fecha marcada. "Me basta un olor para recordar ese d¨ªa", a?ade Mary Fetchet, de Voices of September 11.
El hijo de Fetchet muri¨® en la misma torre de la que Tom Canavan logr¨® escapar con vida, antes de que se derrumbara. Canavan se encontraba en el piso 47? cuando impact¨® el avi¨®n. Hoy cuenta que cada vez que pasa cerca de una obra o siente la vibraci¨®n del tren, le recuerda lo peor. En un coloquio organizado por New York Magazine con ocho de los que sobrevivieron, este superviviente de los 18.000 que se calcula estaban en las Torres Gemelas explic¨® que el 11-S es para ¨¦l una adicci¨®n. "Es como si tuviera un proyector en mi cabeza repitiendo la misma pel¨ªcula continuamente".
Earlyne Johnson, sin embargo, dice sentirse una persona nueva. Perdi¨® el ascensor que sub¨ªa a la planta 65? en el momento del impacto. "Antes del 11-S sol¨ªa irritarme con facilidad, pero ahora me dejo llevar", comenta. Y explica la raz¨®n por la que no muri¨® ese d¨ªa: "Dios no quiso acabar conmigo en ese momento". Pero hoy hay familias que no tienen nada a lo que rendir tributo, porque los restos de sus seres queridos desaparecieron entre los escombros en un vertedero de Staten Island, como denuncia Sally Regenhard.
Misi¨®n espec¨ªfica
Y aunque cada una de estas personas y fundaciones tiene una misi¨®n muy espec¨ªfica a la hora de hacer frente a las consecuencias de los atentados, los familiares de las v¨ªctimas y supervivientes intentan ayudarse colectivamente, sobre todo en tiempos de estr¨¦s como los que viven estos d¨ªas, con los cines y las televisiones llenos de pel¨ªculas y documentales relatando hasta el ¨²ltimo detalle de los atentados. "Podemos aprender mucho los unos de los otros y ayudarnos", insiste Mary Fetchet, "Oklahoma City ayud¨® al 11-S. Y el 11-S puede ayudar a Madrid, y Madrid, a Londres. Intentamos mirar hacia delante. No celebramos nada".
Pero en esa rutina hay obst¨¢culos imprevistos, no deseados, como explica Carrie Lemack. "Desde marzo, miro qu¨¦ tr¨¢iler ponen en el cine, y la programaci¨®n; no quiero volver a ver a mi madre muriendo otra vez", dice. Su progenitora viajaba en el primer avi¨®n que impact¨® contra los rascacielos. Desde entonces trabaja para Families of September 11, una fundaci¨®n que vela por la aplicaci¨®n de las recomendaciones de la comisi¨®n que investig¨® los atentados. "Queremos asegurarnos de que lo que pas¨® a nuestros seres queridos no vuelve a repetirse", explica, a la vez que lamenta que pel¨ªculas como World Trade Center se limiten a despertar un sentimiento de pena ante la tragedia, en lugar de comprometer al p¨²blico.
"La gente se queja por las colas en los aeropuertos. ?Pero alguien sabe cu¨¢les son los planes de emergencia de los colegios a los que van sus hijos?", se pregunta. Fetchet se declara frustrada al ver que los fallos que llevaron al 11-S siguen ah¨ª. "Corremos el riesgo de otro ataque terrorista. Es imprescindible que estas reformas se lleven a cabo", insiste. Hamilton Peterson recuerda que los pasajeros del vuelo 93 tuvieron "el lujo del tiempo y de saber lo que pasaba; una oportunidad para actuar y evitar el ataque". Por eso dice que el quinto aniversario debe servir para recordar "que esto no debe pasar otra vez". "Buscar faltas no resuelve el problema de fondo, es una p¨¦rdida de esfuerzo y de tiempo", remacha.
A partir de estas reflexiones, el mensaje de los familiares y supervivientes es com¨²n: "La muerte de los nuestros debe ser suficiente para todo el pa¨ªs, no s¨®lo para las familias que perdieron a un ser querido ese d¨ªa". "No queremos que ninguna madre pase por lo que hemos pasado", insiste la mujer de John Leinung. Y aunque cada uno de ellos tiene una perspectiva ¨²nica de los atentados, el punto que les une es que el 11-S es algo con lo que tienen que vivir todos los d¨ªas. "Es inevitable, y mucha gente no se da cuenta de que sigue levantando emociones", concluye Gardner.
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