"Nadie nos prepar¨® para esto"
Jueces, funcionarios y abogados dedican hasta 17 horas diarias para tramitar miles de expedientes de inmigrantes en Tenerife
Un pu?ado de funcionarios, jueces, abogados de oficio e int¨¦rpretes trabaja en los juzgados de Arona (sur de Tenerife) m¨¢s de 120 horas a la semana para tramitar miles de expedientes de subsaharianos. La plantilla, insuficiente a todas luces, hace meses que no recibe refuerzos ni ayuda psicol¨®gica. Dos magistradas que accedieron a hablar con EL PA?S aseguran que les cuesta conciliar el sue?o despu¨¦s de escuchar "cara a cara" las historias personales de los inmigrantes. "Nadie nos hab¨ªa preparado para esto", a?adieron dos funcionarios que prefirieron no revelar su nombre.
El personal est¨¢ exhausto. Mientras relatan sus maratonianas jornadas, las magistradas firman los 1.709 autos de internamiento de la ¨²ltima semana de guardia, 20 monta?as de folios distribuidas a lo largo de la mesa de la sala de reuniones, tan larga y robusta como un cayuco. Cada monta?a corresponde a los pasajeros de una barca y est¨¢n tan bien ordenadas, una al lado de la otra, como si fueran las propias pateras que zarparon dos semanas antes desde Senegal.
"Hay jornadas que terminamos llorando como adolescentes", dice un funcionario
Arona tiene nueve juzgados cada uno con una plantilla de ocho funcionarios, un juez y un secretario. Las jornadas, maratonianas, comienzan a las nueve de la ma?ana. Las magistradas se preguntan cu¨¢nto tardar¨¢ en crearse un juzgado espec¨ªfico (aunque sea de manera provisional) para atender a los inmigrantes; cu¨¢nto en contratarse m¨¢s personal, cu¨¢ndo acabar¨¢n las jornadas de 17 horas durante siete d¨ªas y, en suma, cu¨¢ndo y qui¨¦n se acordar¨¢ de estos jueces, forenses, secretarios, funcionarios, abogados de oficio e int¨¦rpretes.
Cuando un subsahariano que va a declarar en los juzgados de Arona escucha su nombre y cruza el umbral de la amplia sala donde va a ofrecer su testimonio, se encuentra con un despliegue de cinco mesas, cada una con un abogado, un int¨¦rprete y un funcionario. En Tenerife, la asistencia letrada del turno de oficio la cubren unos 200 abogados que se turnan para asistencias, por las que cobran 180 euros hasta siete personas y el doble si son m¨¢s personas de esta cantidad, como cuando llega un cayuco con m¨¢s de 100 inmigrantes o se amontonan los llegados en un mismo d¨ªa (hay fines de semana con m¨¢s de 1.000).
Aunque en la mayor¨ªa de ocasiones se ponen a disposici¨®n de ellos guantes y mascarillas, ni los letrados ni los int¨¦rpretes las suelen usar. Marlene Mart¨ªn P¨¦rez, presidenta de la comisi¨®n de turno de oficio en el Colegio de Abogados de Santa Cruz de Tenerife, asegura que el colectivo no atiende a los inmigrantes con miedo a un posible contagio de enfermedades: "Son hombres muy fuertes. Adem¨¢s de sus circunstancias personales, han embarcado, han pasado entre 10 y 12 d¨ªas en alta mar y los han visto varios m¨¦dicos al llegar al puerto; no creemos que tengamos nada que temer".
El expediente de cada inmigrante contiene al menos cinco documentos distintos: solicitud de internamiento expedido por la Delegaci¨®n del Gobierno, incoaci¨®n del juez, declaraci¨®n del interesado, auto de internamiento y notificaci¨®n. El simple registro de un cayuco ocupa m¨¢s de dos horas.
Lo primero es tratar de confirmar su nombre aut¨¦ntico, el de sus padres, la fecha de nacimiento (muchos no la saben). Se les leen sus derechos, y comienzan las preguntas. "Vienen con la lecci¨®n aprendida. No s¨®lo recitan casi de memoria que son la ¨²nica esperanza de su familia, sino que saben exactamente todo lo que les va a ocurrir", relata Mart¨ªn. "Al principio, a pesar de que depend¨ªan de las mafias, se mostraban m¨¢s sinceros, pero ahora es frecuente que todos los pasajeros del mismo cayuco nos cuenten la misma historia", aseguran las magistradas.
El cuestionario: si ha participado en el reclutamiento, en la contrataci¨®n y en el pilotaje del cayuco ("para averiguar si est¨¢ sometido a la presi¨®n o la amenaza de alguna organizaci¨®n"), cu¨¢nto pag¨® por el viaje, si tiene familia en Espa?a y medios para subsistir por s¨ª mismo, si ha venido por motivos econ¨®micos o si su vida corre peligro en caso de repatriaci¨®n (para detectar supuestos de asilo -s¨®lo unos 150 de 22.000 lo han solicitado este a?o -).
El expediente final producto de su declaraci¨®n se env¨ªa al juez, que acuerda su ingreso en un centro de retenci¨®n durante los siguientes 40 d¨ªas. Tambi¨¦n de forma autom¨¢tica, los letrados que defienden a los inmigrantes presentan un recurso contra esta decisi¨®n. La letrada reconoce los "problemas morales" a la hora de elegir qu¨¦ es lo mejor para ellos en estas circunstancias, si soltar a 100 inmigrantes sin recursos en las calles de Tenerife nada m¨¢s desembarcar o suministrarles techo, comida, abrigo, y un periodo relativamente corto de encierro para que se recuperen de su traves¨ªa, aunque sea acosta de su libertad.
Miles de expedientes dan para un volumen de an¨¦cdotas. Una vez uno de los inmigrantes declar¨® que ven¨ªa con una promesa del Spoting de Gij¨®n para jugar. Otra de las historias que m¨¢s recuerdan los funcionarios es la de un joven que no paraba de repetir que ten¨ªa un padre en Barcelona. "Se meti¨® la mano en sus partes y sac¨® una pelotita blanca del tama?o de un garbanzo que, tras minutos desenroll¨¢ndola, se convirti¨® en un trozo de papel con un n¨²mero de tel¨¦fono". Result¨® que la historia era cierta. Los abogados contactaron con un pariente, que asegur¨® ser su padre, al que la familia hab¨ªa dado por muerto durante 15 a?os.
"Son tan buenos y nobles que, cuando los miras a los ojos y entiendes las historias familiares que hay detr¨¢s del hecho de haberse embarcado en un cayuco y estar de 10 a 12 d¨ªas en alta mar, no puedes evitar que se te parta el alma, emocionarte e implicarte", confiesa Mart¨ªn P¨¦rez.
"Hay jornadas en que terminamos llorando como adolescentes, hechos polvo. Muchos no es que no sepan escribir, es que a lo mejor es la primera vez que cogen un bol¨ªgrafo y firman con un punto o una raya", a?ade un funcionario.
Muchos coinciden al se?alar que desde que se atienden a miles de inmigrantes ha descendido el n¨²mero de detenidos por otros delitos. Los sindicatos policiales aseguran que ya no hay vigilancia en el sur de la isla, pero las magistradas consultadas niegan este extremo. A las dos de la madrugada termina el ¨²ltimo tr¨¢mite del ¨²ltimo cayuco del d¨ªa. Muchos funcionarios tienen a¨²n que conducir casi 100 kil¨®metros hasta sus hogares en otros lugares de la isla. Y, al d¨ªa siguiente, otra vez As¨ª durante siete d¨ªas. As¨ª desde enero pasado.
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