El pacto electoral de izquierda
Seg¨²n qui¨¦n sea el interlocutor e incluso el momento cambia el cariz y el pulso de la negociaci¨®n que se viene consumiendo en torno a la coalici¨®n electoral de izquierda, protagonizada por sus dos principales soportes, EU y el Bloc. Pero estas arritmias son parte del proceso de ajuste entre las expectativas de unos y otros; forcejeo y tactismo, a veces pol¨ªticamente pueril, pero leg¨ªtimo y respetable mientras no alienten otros prop¨®sitos encubiertos, como pudiera ser dinamitar el proyecto haciendo inviable el consenso, aparentemente posible y evidentemente necesario. No hay m¨¢s que ver -y leer- la cantidad de pronunciamientos cualificados que se han divulgando exhortando a un acuerdo entre los partidos pactantes comprometidos en el relevo del gobierno auton¨®mico valenciano.
Por lo hasta ahora sabido, no se tiene la impresi¨®n de que las discrepancias sean irreversibles en lo concerniente a las candidaturas y, espec¨ªficamente, a la distribuci¨®n de los 10 o m¨¢s puestos previsibles de salida a repartir entre las distintas formaciones. A este respecto, no nos concierne ni tienta ejercer de arbitrista proponiendo f¨®rmulas o soluciones que se decantar¨¢n de la misma din¨¢mica negociadora y de otros hechos objetivos, como la implantaci¨®n social verificada de los negociantes en liza. Esto es, creemos, o queremos creer, que se est¨¢n aplicando criterios de racionalidad y se negocia en clave de pa¨ªs e inter¨¦s general antes que de partido, y no digamos ya de facci¨®n, capilla o simplemente personal.
De ah¨ª que ni siquiera se nos ocurra pensar que el pacto pueda irse al garete por ceder o no un tercer puesto a los nacionalistas, avalados como est¨¢n por 115.000 votos en las ¨²ltimas auton¨®micas. Un dato insoslayable cuando otros concurrentes privilegiados en la candidatura propuesta por EU ¨²nicamente pueden aducir un apoyo electoral p¨ªrrico, que obviamente ha de sumarse al proyecto, pues toda piedra hace pared y nadie, adem¨¢s, habr¨ªa de quedar marginado en ese frente plural. Pero no al precio, o eso se nos antoja, de que un sumando menor frustre la suma principal o sirva de pretexto para malversar esta oportunidad de fortalecer la izquierda y equilibrar por este flanco la composici¨®n pol¨ªtica del pa¨ªs, tan sesgada hacia la derecha, un fen¨®meno que se explica m¨¢s por la inoperancia y fragmentaci¨®n de las fuerzas progresistas que por una improbable reconversi¨®n conservadora de la sociedad.
A¨²n desde una ¨®ptica optimista, comprendemos las dificultades de tejer un pacto con pretensiones de una m¨ªnima solidez, tanto m¨¢s cuando persisten algunos reductos beligerantes contra el pacto. Son, o tal imaginamos, profesos del patriotismo de partido que -seguimos imaginando- no han asumido la endeblez o marchitada aureola de sus opciones, condenadas al ostracismo si no se redimen agreg¨¢ndose a una plataforma que les trascienda y potencie por su mayor dimensi¨®n y aliento, como pudiera ser este pacto que glosamos. Un pacto que, por s¨ª solo, no provocar¨¢ el cambio pol¨ªtico progresista del Consell, pero sin el cual ser¨¢ harto dif¨ªcil que comience a producirse. No se necesita ser un experto en electoralismo para valorar la importancia, acaso decisiva, que pueden tener esa decena o m¨¢s de esca?os para la gobernaci¨®n de la autonom¨ªa. Y tambi¨¦n, llegado el caso, para moderar la deriva centrista del PSPV.
Pero "el canvi necessari" que postulaba d¨ªas pasados Francesc de P. Burguera en el rotativo Levante no s¨®lo se ha de promover invoc¨¢ndolo y pactando una acci¨®n compartida, sino que resulta asimismo imprescindible concertar un proyecto alternativo a la gesti¨®n del PP que se critica. La unidad de la izquierda es, para el caso, una prioridad y la mejor pancarta movilizadora, pero hay que nutrirla de propuestas para que no quede en lo que no debe ser ni parecer: mero electoralismo. Y para comenzar a definir y divulgar tal programa deber¨ªa superarse cuanto antes ese atolladero de las listas, que m¨¢s desalienta al votante potencial cuanto m¨¢s se prolonga su discusi¨®n y cuando ya apremia el tiempo.
Como invocan los euf¨®ricos, quiz¨¢ la necesidad imparta sensatez donde ahora prima el regateo t¨¢ctico y los dirigentes involucrados en este juego hayan evaluado el coste de una -otra- frustraci¨®n.
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