C¨®mo vivir m¨¢s de cien a?os
La ciencia busca en los supercentenarios la clave de la longevidad. Siete de ellos ofrecen su respuesta.
La I Guerra Mundial, la II, la Guerra Civil, la de Vietnam, el 11-S, el 11-M. El cinemat¨®grafo, la aviaci¨®n, el autom¨®vil, el ordenador, las c¨¦lulas madre, Internet, el tel¨¦fono m¨®vil, el iPod. Y ah¨ª siguen, asistiendo a un mundo que cada vez gira m¨¢s deprisa, at¨®nitos ante el rumbo de ciertos acontecimientos, conviviendo con las limitaciones propias del que tiene m¨¢s de 100 a?os.
Viven fuera de su tiempo, desafiando la l¨®gica de los d¨ªas que les vieron nacer, y se siguen levantando cada ma?ana dispuestos a ver qu¨¦ les ofrece de nuevo la vida. Dicen que lo suyo, de heroicidad, tiene m¨¢s bien poco. Que pasan horas, d¨ªas, semanas, a?os y, de pronto, se encuentran con un siglo a las espaldas y siguen tirando p'alante, hasta que el cuerpo aguante. No piensan que haya ning¨²n secreto detr¨¢s de su longevidad, aunque todos van desgranando en cada encuentro alg¨²n que otro truquillo.
"El fen¨®meno de los supercentenarios aparece en los setenta, pero en Espa?a se desboca en los noventa", dice la soci¨®loga Rosa G¨®mez Redondo
Viven fuera de su tiempo, desafiando la l¨®gica de los d¨ªas que les vieron nacer. Dicen que lo suyo, de heroicidad tiene m¨¢s bien poco
"La mitad de los nacidos en los a?os 60 llegar¨¢ vivo a los 90 y los que nacen hoy pueden vivir como promedio unos cien", dice el dem¨®grafo P¨¦rez D¨ªaz
"Abuela, arr¨¢ncate", le dice la nieta. Monta?a se pone a dar palmas y, con un hilillo de voz pero mucho arte, entona 'Cocinero, cocinero', de Molina
Espa?a es el quinto pa¨ªs del mundo con mayor esperanza de vida: 72,8 a?os de media. El primero de todos es Jap¨®n, que alcanza los 74,5
"El fen¨®meno de los supercentenarios aparece en los a?os setenta, pero es en los noventa cuando se desboca en Espa?a", afirma Rosa G¨®mez Redondo, soci¨®loga de la UNED. ?vila, con 107 (32 varones y 75 mujeres), es la provincia con m¨¢s supercentenarios respecto a su poblaci¨®n total, el 0,0641%, seg¨²n el Instituto Nacional de Estad¨ªstica. Le siguen Soria (0,0550%) y Le¨®n (0,0520%). Castilla y Le¨®n es la comunidad aut¨®noma l¨ªder en esta cuesti¨®n (0,0437), seguida de Extremadura (0,0278). "El aumento de los superlongevos significa un ¨¦xito rotundo de la humanidad, que ha llegado a prolongar la vida de un modo notable. Este proceso no tiene precedente en toda la historia", a?ade esta investigadora especializada en salud y envejecimiento.
El universo de los supercentenarios (llamados as¨ª por superar los 100 a?os) empieza a ser objeto de minucioso estudio en Espa?a. Un equipo del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas acaba de emprender una investigaci¨®n que llevar¨¢ dos a?os. Permitir¨¢ definir las condiciones de salud y las necesidades de las pr¨®ximas generaciones de superabuelos. Lola Puga, que trabaja en este equipo, afirma que la vida y el trabajo sedentarios, el no hacer ejercicio y el consumo de tabaco y alcohol son factores que inciden directamente en la longevidad. "Es muy importante no dejar de tener proyectos, tener metas, no pensar que ya est¨¢, mantenerse activo", dice.
Que se lo cuenten a Benito, con sus luminosos 100 a?os cumplidos en mayo. Desde los 12 hasta los 60 haciendo botijos: quince docenas de botijos negros al d¨ªa, de cuatro de la ma?ana a siete de la tarde. Cuando dej¨® de trabajar el barro en Verd¨², su pueblo natal en Lleida, se fue para Barcelona. Se gan¨® la vida como portero y corbatero, en una joyer¨ªa, en una droguer¨ªa. Y al cumplir los 70 regres¨® para la comarca, a Anglesola. ?Qu¨¦ hizo? Pues seguir currando. En una pasteler¨ªa. "A¨²n trabajar¨ªa hoy si pudiera hacer cosas sencillas", confiesa con voz en¨¦rgica.
Benito vive en la residencia Sant Antoni, en T¨¢rrega, un antiguo hospicio, entonces regentado por monjas carmelitas misioneras, transformado hoy en residencia con paredes forradas de mariposas recortables de colores. El 30 de mayo pasado hubo gran fiesta: el cumple de Benito. Los abuelitos, encantados: patatas, aceitunas, cava, pasteles, proyecci¨®n de un v¨ªdeo del botijero por la tarde. "Al d¨ªa siguiente, el az¨²car por las nubes", recuerda entre risas Gemma Asensio, la directora del centro. Benito ingres¨® en Sant Antoni en 1999 para estar junto a su mujer, Francisca, que ya llevaba un a?o all¨ª. Setenta y cuatro a?os dur¨® su matrimonio. ?Y c¨®mo consigue uno llevarse bien durante 74 a?os? "Eso no lo s¨¦", contesta con una sonrisa burlona.
A Benito le fallan un poco las piernas, pero se viste solo, se lava solo, hace gimnasia todos los d¨ªas y se halla en un estado de absoluta lucidez. En la mesilla, una foto firmada por Pasqual Maragall. En la pared de su habitaci¨®n, una camiseta del Bar?a, con su nombre a la espalda, y cinco vi?etas que por su centenario le dibuj¨®, enmarc¨® y regal¨® su cuidadora Carme. En ellas se reflejan sus cinco reglas de oro, las que, seg¨²n Benito, hay que cumplir para llegar a los 100 a?os. Prep¨¢rense para tomar nota:
1. A las seis, levantarse y escuchar las noticias.
2. Ducha con agua fr¨ªa, que as¨ª la sangre se congela.
3. Un poco de gimnasia, manos arriba, manos abajo, ?y ya est¨¢s preparado!
4. Bien vestido, a pasear con una sonrisa y un caramelo para regalar.
5. Y que no falte, sobre todo, un buen partido de f¨²tbol.
Nunca hizo excesos con la comida y la bebida. Dos dedos de vino para comer, a lo sumo. No fum¨®. Los cuatro a?os que pas¨® en la c¨¢rcel (estuvo condenado a muerte por servir en el Ej¨¦rcito de la Rep¨²blica) le sirvieron para aprender a leer, escribir y multiplicar.
-?Y a usted qu¨¦ le ha ense?ado la vida?
-A mirar, escuchar y callar. As¨ª es como se conoce a la gente.
La directora siempre conf¨ªa en Benito para saber c¨®mo van las cosas en el centro. Para saber qu¨¦ es lo que se cuece.
Espa?a es el quinto pa¨ªs del mundo con mayor esperanza de vida, 72,8 a?os. El primero es Jap¨®n, que alcanza los 74,5, seg¨²n la Organizaci¨®n Mundial de la Salud.
La dama, Miguel y 'Quique'
Rita es una gran dama de la burgues¨ªa catalana que se enamor¨® de un pr¨®spero comerciante de ascendencia italiana. "Ella siempre ha vivido como una princesa", dice su hija Rosa. "?l parec¨ªa un lord". Miguel tard¨® en conquistarla. Iba a visitarla todas las tardes a Sitges, subido a un impresionante Bentley, con una caja de bombones de chocolate reposando en el asiento del copiloto. Corr¨ªa el a?o 1921.
No es que a Rita le faltaran pretendientes que la rondaran cuando iba al casino. No. Pero ¨¦sos no eran los aut¨¦nticos rivales de Miguel. El peligro era Quique, el canario al que ella colmaba de atenciones cada vez que Miguel ven¨ªa de visita.
"Oye, pero ?t¨² a qui¨¦n quieres m¨¢s, al p¨¢jaro o a m¨ª?", pregunt¨®, ya molesto un d¨ªa, Miguel. Y Rita, a la que nunca le gustaron las mentiras, respondi¨®: "A Quique. A ti hace quince d¨ªas que te conozco. Quique, sin embargo, se me coloca en el cuello y me da unos besitos...".
Dice Rita, a sus 102 a?os, que pens¨® que era mejor que no volviera, que ella no quer¨ªa novios. Pero ¨¦se fue el hombre de cuyo brazo pas¨® inolvidables veladas en el Liceo ("Madame Butterfly, Tosca, no ten¨ªa paciencia para la m¨²sica alemana") y con el que dio dos veces la vuelta al mundo; la ¨²ltima, en 1970. En el se?orial sal¨®n, su retrato al ¨®leo, vestida de tul negro, elegante y glamurosa.
Rita presume de memoria y recita de corrido todos los pa¨ªses del mundo y sus respectivas capitales, tal y como lo aprendi¨® en el colegio franc¨¦s en el que estudi¨®. Rita presume de piernas y muestra sus pantorrillas sin varices, incre¨ªblemente lisas, tersas (nunca fue al m¨¦dico, su hija es farmac¨¦utica, no pill¨® ni un constipado). Rita nunca tuvo que trabajar, vivi¨® rodeada de ch¨®feres, camareras y cocineras de uniforme; fue muy feliz en la vida, no le falt¨® de nada. Al morir, hace 20 a?os, su marido le dijo: "Si tuviera que volver a casarme, me volver¨ªa a casar contigo".
Su hija dice que supo enfrentarse con buen esp¨ªritu a las desgracias, que nunca dio importancia a las cosas que no la tienen.
Rita posa orgullosa para el fot¨®grafo con su bisnieta Rita en el regazo. Los bisnietos dan vida.
Conocer al bisabuelo
Una de las consecuencias de la irrupci¨®n de los supercentenarios es que los ni?os, cada vez m¨¢s, podr¨¢n conocer a sus bisabuelos. La supervivencia se democratiza, y cuanto m¨¢s mayores son los abuelos, m¨¢s j¨®venes hacen a sus hijos. Lo cuenta Julio P¨¦rez D¨ªaz, del Centro de Estudios Demogr¨¢ficos, recordando el d¨ªa en que fue a visitar a Joan Riudavets, el abuelo menorqu¨ªn que fue r¨¦cord Guinness de longevidad y lleg¨® hasta los 114 a?os (muri¨® en 2004). Su hija, recuerda D¨ªaz, que pasaba de los 80, llevaba vestido de lunares y los labios pintados, "look de chica joven". La francesa Jeanne Louise Calment (1875-1997), que lleg¨® a los 122 a?os de edad, posee el r¨¦cord Guinness a la mujer m¨¢s longeva de la historia.
"La mitad de los nacidos en los sesenta llegar¨¢ a cumplir los 90 a?os", afirma rotundo D¨ªaz, dem¨®grafo que lleva m¨¢s de 10 a?os estudiando el envejecimiento. "O sea, que los ni?os que nacen hoy pueden esperar vivir como promedio unos 100 a?os". La vejez, mantiene, est¨¢ mejorando su calidad de vida mucho m¨¢s que otras edades: "En este momento, los pobres son los j¨®venes, no los mayores".
Con 420 euros de pensi¨®n, Monta?a no puede hacer grandes milagros, pero consigue salir adelante con el apoyo de sus hijos. Tuvo 19. Sobrevivieron 10. Hoy quedan seis. La mayor, de 76 a?os.
En torno a la mesa camilla de un sal¨®n de apenas diez metros cuadrados, en pleno barrio de Hortaleza (Madrid), Monta?a se abanica rodeada de cuatro de sus hijos, de varios nietos y de su cuidadora, Marlene. "Abuela, arr¨¢ncate", le dice la nieta. Y Monta?a se pone a dar palmas y entona con un hilillo de voz, pero mucho arte, aquel Cocinero cocinero de Antonio Molina, uno de sus ¨ªdolos flamencos.
No tuvo una vida f¨¢cil. "No ha disfrutado nada, ha pasado mucho", dice su hija Amparo. Cuando los nacionales entraron en el bar que regentaba su marido, el Cervantes, en el cine de verano de ?cija, lo destrozaron todo y les dejaron sin negocio. Monta?a se tuvo que poner a lavar "en casa de los ricos". Si se le pregunta qu¨¦ es lo m¨¢s importante en la vida, sin vacilar un instante, contesta, dando un en¨¦rgico golpe en la mesa: "La comida. Que llegue la hora de comer y de cenar y que haya". Fueron muchas noches en plena posguerra de irse a la cama sin un trozo de pan que llevarse a la boca.
A sus 101 a?os, todos los d¨ªas se hace la cama, sobre la que coloca una mu?eca de posguerra de impoluto traje blanco de encaje, pero sin pelo. Luego, se va a la cocina, a pasar el polvo. "Cuanto m¨¢s se trabaja, m¨¢s se vive", dice. "Nunca hay que decir 'ay, que no puedo". Tambi¨¦n le gusta dar instrucciones a Marlene, la cuidadora. Si hay visita, que lave las cortinas. Si viene su hijo Manolo, el de M¨®stoles, que vaya preparando unos filetes y que compre ch¨®ped.
Las mujeres son m¨¢s longevas que los hombres. Seg¨²n las tablas de mortalidad espa?olas, a 2004 llegaron 11.497 mujeres con m¨¢s de 95 a?os de edad, frente a 4.391 hombres. De hecho, y ya en el terreno de la an¨¦cdota, Espa?a cuenta con un presidente del Gobierno con grandes papeletas para convertirse en un supercentenario. La abuela materna de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, Natividad Valero Asensio, falleci¨® recientemente a los 104 a?os de edad. La abuela por parte de padre, Josefina Rodr¨ªguez, lleg¨® hasta los 101.
Longevidad surrealista
Pep¨ªn Bello, ¨²nico superviviente de la generaci¨®n del 27, abre sonriente la puerta de su casa en el madrile?o barrio de Prosperidad, donde vive solo. Guayabera azul, bigotito cano, pelo echado para atr¨¢s, aspecto impecable. Este agitador de la escena cultural, reconocido como impulsor del surrealismo (¨¦l reniega de ello), fum¨® 10 cigarrillos al d¨ªa hasta los 70. Descubri¨® el bendito sabor del whisky a los 50, y lo bebi¨® con moderaci¨®n hasta los 70. Y ah¨ª est¨¢, con sus flamantes 102 a?os, repantingado en una butaca de cuero de su despacho, siempre a media luz.
Nunca olvidar¨¢ los a?os de la Residencia de Estudiantes, cuando iba a pasar las tardes al Museo del Prado para hablar de arte con Lorca y con Dal¨ª. "Federico dec¨ªa cosas muy literarias y admirables. Dal¨ª era un ignorante enciclop¨¦dico, pero de pintura lo sab¨ªa todo. Y Bu?uel era muy racional. Le gustaba mandar. A m¨ª siempre me ha gustado m¨¢s que me manden, es m¨¢s c¨®modo".
Llega la fot¨®grafa y se resiste a pedir la ayuda que normalmente necesita para levantarse de la butaca. Genio y figura. Dice que lo peor es el insomnio. Que muchos d¨ªas no duerme m¨¢s de dos horas: "Es un tormento, la cabeza sigue pensando, ser¨ªa fant¨¢stico que se pudiera desconectar la cabeza cuando uno duerme".
Echa de menos aquellos tiempos en que pasaba sus d¨ªas teorizando sobre el arte y la vida, en animadas tertulias de caf¨¦. "No es lo mismo hablar con gente educada y sensible que con un ga?¨¢n". Afirma que estamos abocados a desgracias irreversibles: "Se puede fragmentar la naci¨®n, y eso me duele en el alma".
Tambi¨¦n es pesimista con respecto al futuro Sebasti¨¢n Ruiz, ex oficial del bando republicano. "Presiento que estamos abocados a otra guerra maldita, Ir¨¢n est¨¢ en el punto de mira", vaticina. Muy cr¨ªtico con la CIA y Estados Unidos, Sebasti¨¢n dedica sus d¨ªas y sus noches a pensar. "Pienso en lo que ocurre en el mundo y estoy asustado ante la humanidad, que es m¨¢s tonta que hecha de encargo".
Dice que en sus tiempos no hab¨ªa ordenadores ni tel¨¦fono, pero hab¨ªa m¨¢s humanidad. A sus 101 a?os ya no le quedan amigos vivos, vive rodeado de sus hijos.
Su hija Rosi dice que Sebasti¨¢n disfruta en estos d¨ªas de su independencia y libertad. Puede caminar sin problemas y tiene un lector que le permite aumentar el cuerpo de letra y mantenerse fiel a esa tradici¨®n de todos los d¨ªas de su vida: comprar el peri¨®dico.
?El secreto para pasar de 100 a?os? "Llevar una vida sana, procurar ser buena persona, cumplir como padre, hijo y ciudadano, y hacer lo que uno debe hacer, y no lo que le gustar¨ªa hacer".
Recetas particulares
Luc¨ªa Perdiguero, campesina de 101 a?os nacida en Pe?aranda de Duero, tambi¨¦n desgrana su particular receta: "No he sido caprichosa y nunca he hecho excesos; lo importante es no re?ir con nadie y vivir como Dios manda". Ella y Cirilo Bermejo, tambi¨¦n supercentenario de 101 a?os, son los dos m¨¢s comilones de la residencia de la Luz, en Aranda de Duero. "Comer, beber y trabajar", ¨¦sa es la m¨¢xima de Cirilo, ex polic¨ªa en Barcelona.
El doctor Rabu?al, experto que trabaja en el hospital Xeral de Lugo, explica c¨®mo suelen ser las personas que llegan a los 100. "Gente que ha trabajado. No son obesos, no han tenido c¨¢nceres ni tumores en su familia, ni riesgos cardiovasculares. Poseen una base gen¨¦tica sana, y adem¨¢s han tenido suerte. Un porcentaje importante es cuesti¨®n de suerte".
De los 6,8 millones de personas de m¨¢s de 65 a?os en Espa?a, 1.360.000 viven solas; 2,5 millones, con alg¨²n hijo; 2,3 millones, solos con su pareja, y el 1,2%, en asilos o residencias, seg¨²n el Instituto Nacional de Estad¨ªstica. El proyecto de ley de dependencia elaborado por el Gobierno, que pretende asegurar el derecho de las personas que no se valgan por s¨ª mismas a recibir atenci¨®n p¨²blica, es un paso en la buena direcci¨®n, afirma la soci¨®loga Rosa G¨®mez Redondo. "Hay que apoyar no s¨®lo al anciano, sino tambi¨¦n al que cuida de ¨¦l; no se trata s¨®lo de hacer residencias".
Pilar Est¨¦banez, concejal socialista del Ayuntamiento de Madrid, est¨¢ promoviendo la celebraci¨®n de un homenaje a los supercentenarios. "Hay que dar las gracias a esa generaci¨®n que nos ha tra¨ªdo el Estado del bienestar y que, sin embargo, ahora, en su mayor¨ªa, viven con pensiones no contributivas de apenas 300 euros. Somos muy injustos con ellos, los tenemos aparcados, y hay que investigar para que tengan la mejor calidad de vida posible".
En muchas culturas africanas y orientales, el anciano es al que m¨¢s se respeta.
Cirilo Bermejo, polic¨ªa
Despu¨¦s de a?os como agente en Barcelona, regres¨® al campo y a los 85 todav¨ªa trabajaba en su huerto. Tiene 100 a?os y vive en la misma residencia que Luc¨ªa: los dos tienen fama de comilones.
Sebasti¨¢n Ruiz, ingeniero y militar
A sus 101 a?os se las apa?a solo en su casa de Madrid, cerca de Atocha. Combati¨® con los republicanos y pas¨® por un campo de concentraci¨®n en Alcoi. "Los mejores a?os", afirma, "est¨¢n en la ni?ez; no ve uno la maldad que le rodea".
Luc¨ªa Perdiguero, campesina
Naci¨® en Pe?aranda de Duero (Burgos), donde residi¨® hasta los 99. Se cas¨® a los 27. "Ya era vieja, no ten¨ªa prisa, para sufrir hay tiempo", bromea. A sus 101 a?os vive en una residencia de Aranda de Duero.
Rita Andreu, dama de la burgues¨ªa catalana
Vive con su hija en una casa se?orial del barrio de San Gervasio, en Barcelona. Dio dos veces la vuelta al mundo, una de ellas, en los a?os setenta, a bordo del transatl¨¢ntico Queen Elizabeth. A sus 102 a?os, desayuna un caf¨¦ con leche y una ensaimada con cabello de ¨¢ngel todas las ma?anas. Acaba de tener una bisnieta que tambi¨¦n se llama Rita.
Monta?a Ruiz, ama de casa
Naci¨® en ?cija (Sevilla), se cri¨® en una huerta y se cas¨® con 22 a?os. Tuvo 19 hijos, de los que sobrevivieron 10 (todos, en la imagen de abajo). Con 101 a?os, vive en el madrile?o barrio de Hortaleza (arriba, junto a cuatro de ellos; ella aparece de negro en ambas instant¨¢neas) . Se hace la cama todos los d¨ªas. "Mi genio no me deja parar", dice.
Benito Josa, maestro botijero
Empez¨® a hacer botijos al horno, de color negro, a los 12 a?os. Le gustaba que tuvieran formas raras. "Con las sardanas ten¨ªa a todas las chicas a mi alrededor", recuerda entre risas. En plenitud de facultades, con su sentido del humor intacto, vive a sus 100 a?os en la residencia Sant Antoni de T¨¢rrega (Lleida).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.