Vivir m¨¢s sin morir de hambre

El laboratorio de Juan Botas, en Houston, consigui¨® hace seis a?os una mosca con ataxia espinocerebelar, una enfermedad neurodegenerativa que hasta ese momento s¨®lo padec¨ªan los seres humanos. Por un lado, el resultado no ten¨ªa nada de sorprendente: los cient¨ªficos hab¨ªan introducido en la mosca la versi¨®n defectuosa del gen humano que causa esa dolencia, y el error que hac¨ªa envejecer a las neuronas en una especie, tambi¨¦n las hac¨ªa envejecer en la otra. Lo sorprendente era que las moscas tuvieran tiempo de desarrollar una enfermedad neurodegenerativa, puesto que s¨®lo viven tres o cuatro semanas.

El envejecimiento no es una mera consecuencia del paso del tiempo. Los componentes de la c¨¦lula se deterioran con el uso, por supuesto, pero esos componentes son los mismos en nuestras c¨¦lulas y en las de una mosca -prote¨ªnas, l¨ªpidos, az¨²cares y ¨¢cidos nucleicos-, y se deterioran exactamente igual en ambos. Si una mosca se muere de vieja a las tres semanas de edad es porque sus c¨¦lulas no tienen inter¨¦s en las tareas de reparaci¨®n y mantenimiento, y se gastan casi toda la energ¨ªa en una estrategia distinta, aunque igual de v¨¢lida a los ojos de la evoluci¨®n biol¨®gica: reproducirse como moscas y morirse cuanto antes.

Pero eso es una estrategia, no una fatalidad. Y lo mismo cabe decir de la edad t¨ªpica que le ha tocado alcanzar al Homo sapiens: hay tortugas que viven 300 a?os, y tambi¨¦n est¨¢n hechas de los mismos componentes que nosotros. ?Podr¨ªamos, entonces, imitar la estrategia de la tortuga y vivir 300 a?os como ella?

Cada vez m¨¢s cient¨ªficos creen que s¨ª, y hasta tienen ya un nombre: los extensionistas de la vida. Su idea se basa en que, por m¨¢s que el envejecimiento sea un fen¨®meno complejo -que incluye una capacidad progresivamente menor para responder a las agresiones del ambiente y una vulnerabilidad cada vez mayor a la enfermedad-, es probable que est¨¦ bajo el control de unos pocos genes maestros, y que la actividad de esos genes se pueda emular con alg¨²n tipo de f¨¢rmaco o peque?a mol¨¦cula.

La mejor pista hasta ahora viene de los notables efectos de la restricci¨®n cal¨®rica. Una medida tan simple como reducir la ingesta diaria de calor¨ªas en un 30% aumenta la vida en cerca de un 50% en todas las especies en que se ha probado: la min¨²scula levadura -un organismo unicelular, pero hecho del mismo tipo de c¨¦lulas que nosotros-, el gusano, la mosca, el rat¨®n o el mono.

Los bi¨®logos, que han aprendido a fiarse de la universalidad de los principios b¨¢sicos del funcionamiento celular, est¨¢n convencidos de que tambi¨¦n funcionar¨ªa en el ser humano. Otra cosa, naturalmente, es persuadir a alguien de que coma un 30% menos para vivir un 30% m¨¢s. Pero los cient¨ªficos ya saben a trav¨¦s de qu¨¦ genes ejerce la restricci¨®n cal¨®rica sus efectos, y son los mismos en las moscas y las personas. Los dos principales se llaman FOXO y TOR, y est¨¢n en el centro neur¨¢lgico donde los flujos de energ¨ªa se convierten en decisiones sobre el tama?o de las c¨¦lulas y los ¨®rganos, y sobre la longevidad de sus propietarios. Quien aprenda a manejar a FOXO y TOR tendr¨¢ en su mano la llave del tiempo. La evoluci¨®n ya lo hace. ?Por qu¨¦ no nosotros, que somos sus productos?