Impulsando, no imponiendo
Los empresarios compartimos plenamente los objetivos de la Ley de Igualdad. ?C¨®mo no nos va a parecer bien la igualdad entre hombres y mujeres en todos los ¨¢mbitos de la sociedad? ?Es que no somos iguales? ?Alg¨²n g¨¦nero es superior o mejor que el otro? Pues claro que no. Otra cosa es c¨®mo se persigue esa igualdad. En esto, y al menos en sus principios y en lo que al ¨¢mbito empresarial se refiere, claramente no estamos de acuerdo. Es m¨¢s, creemos que al final y en determinados ¨¢mbitos puede acabar generando un efecto contrario al que se busca.
Empe?arse en una cuesti¨®n, aun reconociendo que puede dar alg¨²n fruto, no siempre es garant¨ªa de ¨¦xito. O dicho de otro modo, no basta con que un Gobierno lo quiera para que la sociedad lo acepte e incorpore ese criterio oficial. Si no hay paridad plena en los puestos de representaci¨®n de las empresas, no es exclusivamente un problema de g¨¦nero, sino un problema de tiempo. La mujer se ha incorporado plenamente al mundo laboral pr¨¢cticamente anteayer. El modelo social que ha pervivido en Espa?a hasta hace apenas 20 a?os postulaba la figura de un padre proveedor de recursos, y de una madre tuteladora de la familia y, por tanto, con exclusividad dom¨¦stica. Es m¨¢s, no hace muchos a?os, las mujeres que trabajaban sol¨ªan abandonar sus empleos y, por tanto, su carrera al casarse.
Si la formaci¨®n es una apuesta a largo plazo, la carrera profesional tampoco se improvisa
?Podemos cambiar esta realidad de un plumazo? En 10 a?os, m¨¢s de tres millones de mujeres se han incorporado al mercado de trabajo, y la tendencia no s¨®lo es imparable, sino que es altamente beneficiosa para la sociedad y tambi¨¦n para el mundo de la empresa. ?D¨®nde est¨¢ el problema? Seguramente en el ritmo de incorporaci¨®n. Los hombres llevan "toda la vida" trabajando. Tienen "toda una vida" de experiencia profesional. Hace ya muchos a?os que comenzaron su carrera laboral y llevan ya muchos siglos situados en los puestos de responsabilidad y liderazgo. (Es justo rese?ar que la inmensa mayor¨ªa nunca llega porque estos puestos, en comparaci¨®n del universo laboral, son reducid¨ªsimos). Las mujeres acaban de empezar, apenas fue ayer cuando comenzaron a ser mayoritarias en las oposiciones p¨²blicas, en las carreras universitarias y, tarde o temprano, lo ser¨¢n tambi¨¦n en los centros de trabajo.
?Acabar¨¢n llegando a los puestos directivos? S¨ª, sin duda, lo har¨¢n al menos en el mismo porcentaje que los hombres que llegan, y ser¨¢ en reconocimiento a sus propios m¨¦ritos, esfuerzos y capacidades (lo mismo que en caso de los varones). ?Es necesario reforzar la discriminaci¨®n positiva para ello? S¨ª, sin duda, pero no en el ¨¢mbito de la empresa, de los consejos de administraci¨®n, de la reserva de puestos directivos, sino en el ¨¢mbito de la formaci¨®n, en ofrecer igualdad de acceso y de oportunidades a hombres y a mujeres, en facilitar su carrera profesional por la v¨ªa del conocimiento y garantizar que ambos, hombres y mujeres, compiten en las mismas condiciones de partida y que ser¨¢n los m¨¦ritos de cada uno los que les sit¨²en en uno u otro puesto de trabajo.
Pero no nos enga?emos, si la formaci¨®n es una apuesta a largo plazo, la carrera profesional tampoco se improvisa, lleva su tiempo. Son muy pocos los casos en los que un licenciado se convierte al d¨ªa siguiente en el CEO de la compa?¨ªa, lo normal es que "aproximarse" a la presidencia le lleve no menos de 15 a?os. Y esto es as¨ª, y va a seguir siendo as¨ª, tanto para hombres como para mujeres. Y, adem¨¢s, debe ser as¨ª. Los empresarios no podemos permitirnos el lujo de elegir por cuestiones de g¨¦nero. Situamos en los puestos m¨¢s elevados de las organizaciones a los m¨¢s capaces, los que est¨¢n mejor preparados, los que tienen m¨¢s experiencia, los que ya han demostrado en los pasos intermedios que son capaces de gestionar y de tomar decisiones que aporten valor a la compa?¨ªa. Las cuotas "cremallera" o las imposiciones legales no son garant¨ªa de ¨¦xito. La verdadera igualdad no debe estar en conquistar los sitios, sino en estar preparados para conquistarlos. Imponer la paridad en los consejos de administraci¨®n o en los puestos directivos no va a funcionar, aun cumpliendo la ley, si es que finalmente se impone en la misma este criterio. Hoy no se elige a estos profesionales por raz¨®n de g¨¦nero, ?qu¨¦ sentido tendr¨ªa hacerlo en el futuro?
En la carrera judicial, la mayor¨ªa de los funcionarios son mujeres y muchas est¨¢n ya en los puestos m¨¢s altos. El proceso es irreversible porque, por esfuerzo y dedicaci¨®n, las mujeres afrontan mejor los procesos de selecci¨®n y responden tambi¨¦n mejor al sacrificio personal que supone la carrera judicial. En la pr¨®xima d¨¦cada, la mayor¨ªa de los magistrados ser¨¢n mujeres. ?Habr¨ªa que imponer entonces jueces varones y lastrar las justas aspiraciones profesionales de las juezas que lleven entonces 10 a?os desarrollando su labor judicial y estuvieran a punto de llegar?
La realidad suele ser m¨¢s tozuda de lo que nos gustar¨ªa y, de puro empe?o, ya ha demostrado que no se cambia mediante una ley. Que las mujeres van a llegar al liderazgo est¨¢ fuera de toda duda, pero lo har¨¢n de abajo arriba, como los hombres. Y si adem¨¢s de llegar quieren "quedarse", lo tendr¨¢n que hacer mediante un proceso natural de selecci¨®n y progreso, y no por imposici¨®n legal. Las que lleguen a su paso ser¨¢n las mejores en sus respectivas ¨¢reas. Las que lo hagan por otros medios ser¨¢n, de una u otra manera y aunque mantengan el puesto, alejadas de la toma de decisiones, pero no por ser mujeres como defienden algunos, sino porque las leyes "obligatorias" (que todas las leyes lo son) no garantizan el ¨¦xito, y las organizaciones, que no miran el g¨¦nero sino las cifras, van a exigir responsabilidades tanto a hombres como a mujeres, si los resultados no son los esperados.
Todav¨ªa estamos a tiempo de ajustar ese recorrido legal. Hay otros procesos intermedios en los que s¨ª es necesario "blindar" a las mujeres, como la protecci¨®n absoluta ante el binomio maternidad/profesi¨®n o, por ejemplo, avanzar en la conciliaci¨®n real y no s¨®lo legal tanto para hombres como para mujeres. Pero siempre estaremos impulsando y no imponiendo, que es la manera m¨¢s natural de que la sociedad avance e interiorice como algo propio los cambios que se plantean desde el exterior.
Pilar Gonz¨¢lez de Frutos es presidenta de Unespa y vicepresidenta de CEOE.
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