Un capitalismo que funcione

UNA DE las paradojas que ha soportado la herencia de Keynes es que ha sido atacada por aquellos que formaron parte de su clase social: gente del sistema que defend¨ªa que la econom¨ªa funcionase al albedr¨ªo de las fuerzas del mercado.

Keynes tuvo que enfrentarse al gran problema del desempleo. En su obra magna Teor¨ªa de la ocupaci¨®n, el inter¨¦s y el dinero, defiende que el paro es el resultado de una ca¨ªda de la demanda (los empresarios no invierten, los ciudadanos no consumen); para lograr el pleno empleo es imprescindible reactivar el sistema mediante la intervenci¨®n p¨²blica.

Lord Keynes no quer¨ªa sustituir al capitalismo (aborrec¨ªa el comunismo), sino hacer que fuese eficaz para que se mantuviese en el tiempo. En este sentido, puede considerarse al keynesianismo como una especie de revoluci¨®n pasiva del sistema capitalista, que proviene de su interior.

Las tesis de Keynes fueron decisivas en la pol¨ªtica que instrument¨® Roosevelt para sacar a Estados Unidos de la Gran Depresi¨®n de 1929. Pese a la influencia intelectual del economistas ingl¨¦s en el pol¨ªtico americano, no tuvieron unas relaciones demasiado fluidas. En t¨¦rminos muy generales se puede decir que la plasmaci¨®n pol¨ªtica del keynesianismo ha sido la socialdemocracia, aunque haya evidentes diferencias entre uno y otra.