Veneno con morbo
El elegante, culto, coleccionista y sofisticado Lord Peter Wimsey asiste a un juicio en el que se acusa de asesinato a una joven, Harriet Vane, autora de novelas policiacas. Concluido el juicio, en el que los jurados no consiguen ponerse de acuerdo, Lord Wimsey se apresura a ofrecer sus servicios de detective a la Defensa de la acusada, convencido de su inocencia; y en su primera entrevista, en la c¨¢rcel, con la se?orita Vane ?la pide en matrimonio! Cuando el lector se repone de la impresi¨®n de ver perder la cabeza por una mujer a este solter¨®n empedernido, de gustos exquisitos y man¨ªas perfeccionistas, comienza una de las mejores novelas de Dorothy L. Sayers (1893-1956), la m¨¢s grande entre las autoras de novelas policiacas, una de las fundadoras del legendario Crime Club.
VENENO MORTAL
Dorothy L. Sayers
Traducci¨®n de Flora Casas
Lumen, Barcelona, 2006
336 p¨¢ginas. 19,50 euros
Nos encontramos con un caso que, en apariencia, dispone de una escasa capacidad de maniobra, pues no hay m¨¢s que un crimen, una acusada y, como mucho, un posible sospechoso. Sin embargo, ¨¦sa es la especialidad de Sayers. Ella no necesita de complicadas y enredosas tramas a lo Ellery Queen o S. S. van Dine; toda su trama est¨¢ siempre a la vista, como diciendo: "Se?ores, no hay m¨¢s cera de la que arde". Y entonces lo que hace es obligarnos a mirar esa vela y esa llama e incluso esa palmatoria hasta que poco a poco la luz va convirtiendo en misterioso y apasionante lo que parec¨ªa una sospechosa evidencia.
Esta vez, sin embargo, Lord Peter se retira discretamente de la primera l¨ªnea y aunque conduce las indagaciones, la ejecuci¨®n de ¨¦stas queda en manos de lo que llamar¨ªamos "personal auxiliar"; este personal lo componen su eficient¨ªsimo e impecable mayordomo Bunter y un grupo de se?oritas de mediana edad que trabajan en una agencia de mecanograf¨ªa a las ¨®rdenes de la Miss Katharine Climpson. En realidad este pr¨®spero negocio est¨¢ financiado por el propio Lord Peter y ocupa a las mencionadas se?oritas que, habiendo quedado en el paro, se encontraban en dificultades para acceder a un nuevo trabajo debido a que ya no eran precisamente unas jovencitas. Y tanto el uno como las otras actuar¨¢n a favor de Lord Peter como si -espero que a la se?ora Sayers no le ofendiera la comparaci¨®n- se tratase de unos "¨¢ngeles de Charlie" de corte victoriano. A este negocio lo llama cari?osamente la "residencia felina" y, desde luego, a juzgar por c¨®mo se desenvuelven a lo largo de la novela, Dios nos libre de ser investigados por semejantes husmeadoras. Esto da lugar, como es de suponer, a una excelente recreaci¨®n costumbrista, pero, al rev¨¦s de lo que sucede con Agatha Christie, lo que en ¨¦sta es t¨®pico y trazo grueso, en Sayers es una inteligente y sugestiva descripci¨®n del alma inglesa, de ciertas caracter¨ªsticas del alma femenina inglesa de los a?os treinta en concreto.
Y el humor, particularmente
intenso en este libro, es igualmente inteligente y sugestivo. La divertida escena en la que Bunter se refiere al futuro cambio de estado civil de Lord Peter o la estupenda conversaci¨®n-interrogatorio a los criados del se?or Urquhart, la iniciaci¨®n de la se?orita Murchison en las artes del desvalijamiento de cajas fuertes y su posterior infiltraci¨®n en la oficina del primo del asesinado o la entrada de la se?orita Climpson en la casa de la se?ora Wrayburn seguida de las sesiones de espiritismo por medio de las cuales intenta descubrir su testamento -incluyendo una digresi¨®n acerca del inconveniente de entrar en una zapater¨ªa cuando est¨¢s siguiendo a un sospechoso- son una espl¨¦ndida muestra de humor refinado que se entrama perfectamente con la atenci¨®n absorbente de la intriga.
La caracter¨ªstica fundamental de la se?ora Sayers es su excelente escritura, muy por encima de la de la mayor¨ªa de los autores de crimen y misterio. Ella misma era una persona de excepcional cultura, decidida personalidad y, dentro de las convicciones de una moral victoriana, audacia e independencia. T. S. Eliot, C. S. Lewis y G. K. Chesterton se encontraban entre sus amigos. En Veneno mortal asistiremos al enamoramiento de Lord Peter, lo que a?ade un plus de morbo a su trabajo detectivesco, pero, sobre todo, asistiremos a una impecable exhibici¨®n de ingenio a lo largo de una historia casi despojada de todo accesorio secundario que no desfallece un instante, que apela a nuestra inteligencia de lectores y que nos entretiene con verdadero gusto. Con ¨¦sta ya son tres sus novelas editadas recientemente (Los nueve sastres, Diagonal, 2003, y El misterio del Bellona Club, Lumen, 2005, son las otras dos). Se acab¨®, pues, lo de rebuscar en librer¨ªas de antiguo las viejas ediciones de Molino.
Lo ¨²nico que disuena un poco son ciertas expresiones en boca de una persona tan distinguida como Lord Wimsey: "Much¨ªsimas gracias, pero ya me han dado el rancho", "No es bueno para las tripas" o los constantes "y tal" o "y tal y cual" no parecen corresponderse con el estilo de este caballero.
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