Solidaridad sostenible
Entre los inmigrantes irregulares que a lo largo del a?o han llegado a las Islas Canarias se incluye un millar de menores de edad, menores que no son repatriados, que no pueden trabajar debido a nuestras leyes, que no cuentan con est¨ªmulos para formarse y que se hacinan en saturados centros de internamiento. Esta semana se han realizado reiterados llamamientos para que las autonom¨ªas peninsulares realojaran a 500 o 600 de estos menores. La respuesta de las instituciones vascas ha sido muy cicatera y resulta parad¨®jica nuestra resuelta negativa a ayudar a los canarios si recordamos los exigentes est¨¢ndares que, en asuntos solidarios, imponemos siempre a los dem¨¢s.
Yo ten¨ªa la impresi¨®n de que los vascos ¨¦ramos los campeones de la solidaridad. El Gobierno aut¨®nomo se ha hartado de criticar la Ley de Inmigraci¨®n y de denunciar como hip¨®crita o xen¨®foba la m¨¢s m¨ªnima medida restrictiva que se adoptara ante la marea de inmigrantes. Est¨¢bamos muy satisfechos de nosotros mismos, convertidos, por los azares de un tripartito escorado a la izquierda, en los mayores progresistas del mundo desarrollado, los paladines de la pol¨ªtica avanzada, los campeones del mestizaje y de la multiculturalidad. As¨ª lo ilustr¨® cierta campa?a que difundi¨® una Diputaci¨®n foral durante el ¨²ltimo periodo del Impuesto sobre la Renta, campa?a en la que los previsibles grupos de presi¨®n y las no menos previsibles minor¨ªas ten¨ªan su escrupulosa representaci¨®n simb¨®lica, mientras se ninguneaba a la mayor¨ªa a la que iba dirigido el imperativo legal de tributar.
Es tal el progresismo de las instituciones vascas que uno se hab¨ªa resignado, por contraste, a arrellanarse en el conservadurismo m¨¢s letal (tambi¨¦n los popes laicos saben rastrillar las conciencias). Por eso, resulta ahora divertido asistir a la rotunda indiferencia de nuestras instituciones ante el desesperado llamamiento de los canarios. En efecto, el Departamento de Vivienda y Asuntos Sociales pliega velas como si a?os de quisquillosa pr¨¦dica ideol¨®gica se hubieran extraviado en alg¨²n ba¨²l sin fondo. Por su parte, las diputaciones forales dicen estar ya desbordadas debido a los contingentes de menores a los que deben atender. Curioso drama el nuestro. Pues ?c¨®mo de desbordados se sentir¨¢n en Canarias, cuando en pocos meses han llegado a sus costas seis veces m¨¢s inmigrantes que la poblaci¨®n total de la isla de Hierro?
Claro que otra de nuestras diputaciones (no la anterior) ha ideado un maquillaje conceptual para nuestra vergonzante indiferencia: la "solidaridad sostenible". En efecto, echamos mano de uno de los fetiches de la modernidad (el hipnotizante adjetivo "sostenible") y seguimos siendo tan buenos como al principio. Rechazamos acoger a m¨¢s menores porque estamos al l¨ªmite de nuestra capacidad. Es decir, la nuestra es una "solidaridad sostenible". Saludemos el hallazgo. Yo me consideraba conservador, pero ahora que las progresistas instituciones del paisito me rebasan por la derecha, tranquilizo mi conciencia al descubrir que lo que yo defend¨ªa, sin saberlo, era la "solidaridad sostenible". L¨¢stima no haber ca¨ªdo antes en la cuenta, para haberme sumado a tiempo a la legi¨®n de bienpensantes.
De modo que, a pesar de tanta pr¨¦dica solidaria, de tanto discurso correcto, de tanto aparato ret¨®rico, lo nuestro no era, al fin y al cabo, m¨¢s que "solidaridad sostenible". Entreveo all¨¢ al fondo un nuevo universo conceptual: dada la sostenibilidad de nuestros sentimientos solidarios, se puede concluir que, desde el otro lado del espejo, somos unos "ego¨ªstas sostenibles". ?Y por qu¨¦ no ampliamos a otras pol¨ªticas este nuevo invento foral? Como las diputaciones tambi¨¦n recaudan nuestros impuestos, se me ocurre que podr¨ªan aplicarnos unos tipos impositivos sostenibles y que, pensando en la sostenibilidad de nuestras econom¨ªas, idearan tributos algo m¨¢s sostenibles. A lo mejor lo que ocurre es que sospechamos que nuestra paciencia tambi¨¦n es "sostenible" (esto es, muy limitada) y que ya empieza a cansarse de la ideolog¨ªa imperante, que lleva a?os derrotando hacia el radicalismo angelical.
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