En la Roma de Keats y Shelley
Tras las huellas de los dos poetas rom¨¢nticos por la capital italiana
John Keats lleg¨® a Roma el 15 de noviembre de 1820, tras un viaje de casi dos meses que comenz¨® en su Inglaterra natal. Estaba muy d¨¦bil, la tuberculosis se adue?aba de su cuerpo y, lo peor de todo, ya se sent¨ªa p¨®stumo en vida, incapaz de regresar a su amada Fanny Brawne, incapaz de volver a escribir alta poes¨ªa. El doctor escoc¨¦s James Clark encontr¨® para ¨¦l y John Severn, el fiel amigo que lo acompa?ara en su final romano, unas habitaciones en el n¨²mero 26 de la plaza de Espa?a, en la segunda planta de un peque?o edificio de color rosado frecuentado por viajeros brit¨¢nicos, y que queda a la derecha de las escalinatas que suben a la iglesia de Trinit¨¤ dei Monti. Hoy, el inmueble alberga un recoleto museo, la Keats-Shelley House, un homenaje que incluye a Percy Bysshe Shelly, otro poeta rom¨¢ntico ingl¨¦s, muerto en Italia con un ejemplar de los poemas de Keats en el bolsillo.
En tiempos de Keats y aun despu¨¦s, la plaza de Espa?a, como otros lugares de Roma, era recorrida por el ganado. G¨®gol, que vivi¨® en Roma de 1838 a 1842, lo menciona en alguna p¨¢gina de su relato Roma, una encendida declaraci¨®n de amor a la ciudad. Hoy, los turistas se api?an muy apropiadamente como reba?os en los gastados escalones de la plaza y causan el m¨¢s extremo de los contrastes con el sosiego que impera en la casa de Keats, en los cientos de vol¨²menes de sus estanter¨ªas. La tarde que estuvimos en ella apenas vimos otro visitante por espacio de una hora, pero s¨ª, a trav¨¦s de las ventanas de la estancia que ocupara el poeta, o por el ventanal del sal¨®n biblioteca, el sedente hormiguero de cientos de personas tomando el sol.
El famoso epitafio
Se ha sugerido que el rumor del agua que llega de la fuente de la Barcaccia de Bernini podr¨ªa haber inspirado al poeta en la elecci¨®n de su c¨¦lebre epitafio ("Aqu¨ª yace alguien cuyo nombre fue escrito en el agua"), pero lo que a mediados de diciembre de 1820 abundaba en el apartamento de la plaza de Espa?a era la sangre. Las hemorragias se suced¨ªan, y sabiendo que le quedaba muy poca vida por delante, Keats pidi¨® a Severn que visitara el cementerio protestante y se asegurara de que las cartas sin abrir y un mech¨®n del cabello de Fanny Brawne se enterraran en su ata¨²d.
En la habitaci¨®n que ocupara Keats a¨²n se puede ver en el techo un dibujo floral, el mismo que cuando el poeta agonizaba le hizo exclamar: "?Ya noto c¨®mo crecen las flores sobre m¨ª!". Cumpliendo la voluntad del poeta, el m¨¦dico que lo atendi¨® en Roma hizo que los sepultureros cubrieran de margaritas la tumba. Shelley -antes de morir ahogado en la Toscana poco despu¨¦s- tuvo tiempo de escribir Adonais, en recuerdo de su admirado Keats. En su prefacio describe muy bien ese lugar id¨ªlico: "El cementerio es un espacio abierto entre las ruinas, / y en invierno lo cubren violetas y margaritas. / Podr¨ªa hacer que uno se enamorara de la muerte / al pensar en ser enterrado en un lugar tan grato".
En la Via del Corso tuvimos que esperar un buen rato hasta que lleg¨® el autob¨²s 95, que nos llev¨® a un particular y laico peregrinaje literario. Sab¨ªa que iba a encontrar las tumbas de Keats y Shelley, adem¨¢s de la de Severn. Lo que no sospechaba es que, entre apellidos hebreos o escandinavos, tambi¨¦n dar¨ªa con la tumba de un hijo de Goethe o de un nieto de Wordsworth (igualmente llamado como ¨¦l, William Wordsworth), que vinieron a rendir viaje en esta inmensa estaci¨®n Termini que es Roma. Ni que a un paso de la de Shelley hallar¨ªa la de un miembro de la generaci¨®n beat, el neoyorquino Gregory Corso, autor de un poema titulado Cog¨ª un manuscrito de Shelley, que es un hermoso homenaje a su vecino de tumba. Algo m¨¢s a la izquierda, la l¨¢pida de Dario Bellezza, uno de los grandes poetas italianos de la segunda mitad del siglo XX.
La sepultura de Keats no luce su nombre, tan s¨®lo unas palabras de Severn que anteceden al epitafio. Unos metros a la izquierda, en la tapia del cementerio, un medall¨®n con su efigie y unos versos en los que se lee en acr¨®stico su apellido. Entre cipreses y pinos, palmeras y naranjos, y con la complicidad de la hueste de gatos que por all¨ª merodea encaram¨¢ndose en pedestales, m¨¢rmoles o regazos (Alberti escribi¨® una vez: "La vieja loba madre / ha sido derrotada por los gatos"), uno puede sentarse en un banco y meditar o leer unos versos del propio Keats o de tantos que le han dedicado l¨ªneas eleg¨ªacas, como, por ejemplo, Longfellow. La muerte prematura de Keats (ten¨ªa 25 a?os) tambi¨¦n est¨¢ presente en la imagen de una lira a la que le faltan la mitad de sus cuerdas que, idea de Severn, adorna la l¨¢pida.
Detr¨¢s de la tumba, en un declive, se alza una pir¨¢mide no completamente al modo egipcio, sino de estrecha base en comparaci¨®n con su altura. Petrarca crey¨® que hab¨ªa sido erigida para Remo, pero en realidad lo fue para el pretor Cayo Cestio. Thomas Hardy escribi¨® un bell¨ªsimo poema sobre este Cestio y su pir¨¢mide, que hoy son m¨¢s conocidos gracias a Keats y Shelley, enterrados a tan s¨®lo unos metros de distancia.
Vistas al Coliseo
Es uno de los cementerios m¨¢s literarios y hermosos del mundo. Lejos de all¨ª, desde la izquierda del monumento a V¨ªctor Manuel II, y dejando que la vista se pierda por la avenida de los Foros Imperiales, la imagen mucho m¨¢s conocida del Coliseo en su parte m¨¢s elevada constituye el marcap¨¢ginas m¨¢s grande que pueda albergar un tomo con las poes¨ªas de Poe. El Coliseo es un gran poema consagrado a estas ruinas, y tiene m¨¢s de un punto en com¨²n con la c¨¦lebre Canci¨®n a las ruinas de It¨¢lica, de Rodrigo Caro, o con La retama, de Leopardi.
Cu¨¢nta literatura y vida, que es su madre, en el Coliseo. En realidad, a uno le gustar¨ªa lo que a Stendhal, apropiarse de ¨¦l y no compartirlo con los cientos de visitantes que por ¨¦l pululan a cualquier hora del d¨ªa y hasta de la noche. ?Tienen vida, y muerte, los personajes literarios? Si creemos en la ficci¨®n, Daisy Miller, protagonista de la hom¨®nima novela, muri¨® por una malaria contra¨ªda en las ruinas del Coliseo, y su autor, Henry James, la hace enterrar en el cementerio protestante, junto a los restos de Keats y Shelley, "en un ¨¢ngulo de la muralla de la Roma imperial, bajo los cipreses y las densas flores primaverales".
Antonio Rivero Taravillo (Melilla, 1963) es autor y traductor de la antolog¨ªa Poemas de John Keats (Comares, 2006), y traductor de Nadan dos chicos, de Jamie O'Neill (Pre-Textos, 2005)
GU?A PR?CTICA
Datos b¨¢sicos- Prefijo telef¨®nico: 00 39.- Roma tiene unos dos millonesy medio de habitantes.C¨®mo llegar- Iberia (www.iberia.com; 902 400 500) tiene vuelos directos a Roma desde Madrid a partir de 114,53 euros. Desde Barcelona, a partir de 92,53.- Vueling.com (www.vueling.com; 902 33 39 33) tiene vuelos directos desde Madrid a partir de 121,14 euros. Desde Barcelona, a partir de 111,14.- La mayorista Mundicolor (www.mundicolor.es) ofrece un paquete de tres noches en Roma a partir de 411 euros m¨¢s tasas y suplementos. Incluye vuelos, traslados, alojamiento en hoteles de tres, cuatro y cinco estrellas con desayuno, y tres excursiones: Roma antigua, paseo nocturno y visita a los Museos Vaticanos y la Capilla Sixtina.Visitas- Keats-Shelley House (066 78 42 35; www.keats-shelley-house.org). Piazza di Spagna, 26. De lunes a viernes, de 9.00 a 13.00 y de 15.00 a 18.00. S¨¢bados, de 11.00 a 14.00 y de 15.00 a 18.00. Entrada, 3,50 euros.- Cementerio protestante (065 74 19 00; www.protestantcemetery.it). Via Caio Cestio, 6. Abierto al p¨²blico de lunes a s¨¢bado, de 9.00 a 17.00 (¨²ltima entrada, a las 16.30). Cerrado los domingos y d¨ªas festivos. Entrada gratuita. Para llegar se pueden tomar los autobuses 3, 75, 175, 30, 60, 280, 23, 95, y la l¨ªnea b de metro (estaci¨®n de Pir¨¢mide).Informaci¨®n- Oficina de turismo de Roma(00 39 06 48 89 91; www.romaturismo.com).- Oficina de turismo de Italia en Espa?a (915 67 06 70; www.enit.it).
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