Cuando Dios pone en ebullici¨®n el cerebro
Neur¨®logos de Canad¨¢ estudian la actividad cerebral durante las experiencias m¨ªsticas de 15 monjas carmelitas
Vi un ¨¢ngel que ven¨ªa del tronco de Dios, con una espada de oro que ard¨ªa al rojo vivo como una brasa encendida, y clav¨® esa espada en mi coraz¨®n. Desde ese momento sent¨ª en mi alma el m¨¢s grande amor a Dios". Esta visi¨®n de santa Teresa de Jes¨²s durante uno de sus ¨¦xtasis era frecuentemente achacada por los neur¨®logos a una rara epilepsia localizada en el l¨®bulo temporal del cerebro.
As¨ª lo sostiene, por ejemplo, el neur¨®logo espa?ol Esteban Garc¨ªa-Albea en su libro Teresa de Jes¨²s: una ilustre epil¨¦ptica. Otros santos famosos, como el ap¨®stol Pablo o Juana de Arco, tambi¨¦n padec¨ªan esas convulsiones en el l¨®bulo temporal; de ah¨ª su propensi¨®n a tener visiones.
Una investigaci¨®n llevada a cabo por el neur¨®logo Mario Beauregard y su asistente, Vincent Paquette, del Centro de Investigaci¨®n en Neuropsicolog¨ªa y Cognici¨®n de la Universidad de Montreal (Canad¨¢), y financiado por la Fundaci¨®n John Templeton, ha dado al traste con esta teor¨ªa: las experiencias m¨ªsticas religiosas movilizan a nada menos que 12 zonas del cerebro sensoriales, motrices y de la conciencia, y no s¨®lo al l¨®bulo temporal.
"Con este hallazgo no pretendemos confirmar ni descartar la existencia de Dios, ni, por supuesto, restar valor a las uniones con el Ser Supremo"
"Que quede claro que con este hallazgo, que demuestra que no hay un ¨¢rea cerebral espec¨ªfica para la espiritualidad, no pretendemos confirmar ni descartar la existencia de Dios ni, por supuesto, restar valor a estos estados de uni¨®n con, digamos, el Ser Supremo que irradia el amor que viven los m¨ªsticos", precisa de entrada Beauregard. Las conclusiones de sus trabajos ser¨¢n publicadas ma?ana por la revista Neuroscience Letters, aunque la universidad ya las ha anticipado.
Para efectuar su investigaci¨®n, Beauregard utiliz¨® a 15 monjas carmelitas, "porque esa orden constituye la ¨¦lite de las religiosas contemplativas", se?ala. No le fue f¨¢cil convencerlas. Para superar sus reticencias, el arzobispo de Montreal, monse?or Jean-Claude Turcotte, accedi¨® a escribir una carta avalando la experiencia. "Gracias a la carta y argument¨¢ndoles que ¨ªbamos a hablar de su orden y de Dios, acabaron cediendo", afirma el neur¨®logo.
De las que, al final, se prestaron voluntarias el equipo cient¨ªfico, seleccion¨® a 15, de entre 23 y 64 a?os, procedentes de diferentes conventos de Ontario y Quebec. Llevaban una media de 20 a?os en la orden. Eran personas sanas, que no hab¨ªan sufrido ninguna perturbaci¨®n neurol¨®gica o psiqui¨¢trica, y no fumaban. Todas hab¨ªan tenido al menos una experiencia m¨ªstica. Su identidad no ha sido desvelada, excepto la de Diane Letarte, una madre superiora.
"Ahora bien, las hermanas nos recordaron que Dios no puede ser convocado cuando se les antoje, y menos en el laboratorio de una universidad, por mucho que est¨¦ insonorizado y que hayamos reproducido los colores y la luminosidad de sus celdas de clausura", se?ala Beauregard rememorando las dificultades con las que se top¨®.
"Por eso no les instamos a que tuvieran una experiencia m¨ªstica, sino a que recordaran la m¨¢s fuerte de las que tuvieron", prosigue el neur¨®logo. "En anteriores experimentos se pidi¨® a actores que revivieran el momento m¨¢s emotivo de su existencia y lo hicieron casi con la misma intensidad que cuando lo vivieron. A las monjas les pedimos lo mismo".
Tras una larga preparaci¨®n, el cerebro de las carmelitas fue analizado por aparatos de resonancia magn¨¦tica nuclear con imagen, electroencefalograf¨ªa y tomograf¨ªa mediante emisi¨®n de positrones, que miden el riego sangu¨ªneo y los procesos celulares bioqu¨ªmicos y psicopatol¨®gicos. Nunca se hab¨ªan utilizado para este tipo de experimentos.
El resultado fue que la actividad el¨¦ctrica y el ox¨ªgeno en la sangre aumentaron en 12 zonas del cerebro -un n¨²mero superior al que suele requerir cualquier actividad intelectual-, y ¨¦ste emiti¨® tambi¨¦n ondas theta, asociadas con la creatividad, la meditaci¨®n y la memoria, y tambi¨¦n delta, relacionadas con fases profundas del dormir y sue?os que se hacen despierto.
"La emisi¨®n de estas ondas confirma que las monjas no simularon", asegura Beauregard que las entrevist¨® a la salida. Aseguraron haber experimentado una sensaci¨®n de paz y notado la presencia de Dios que les daba "amor infinito". Los neur¨®logos recalcan que s¨®lo qued¨® demostrada la amplitud de la movilizaci¨®n cerebral.
En c¨ªrculos cat¨®licos el resultado alcanzado por Beauregard despert¨® inter¨¦s aunque, subrayan, le falt¨® una dimensi¨®n. "Esos estudios nos brindan una comprensi¨®n fascinante" del funcionamiento del cerebro, coment¨®, resumiendo una opini¨®n generalizada, el padre Stephen Wang, profesor en el seminario londinense de Allen Hall. "Pero no deben hacernos creer que la oraci¨®n y la experiencia religiosa son s¨®lo una mera actividad cerebral".
M¨¢quinas para fomentar la espiritualidad
LOS RELIGIOSOS contemplativos tienen experiencias m¨ªsticas porque las ans¨ªan y, seg¨²n ellos, porque Dios as¨ª lo ha querido. Pero la ciencia puede lograr que
el com¨²n de los mortales viva momentos parecidos, acaso no tan intensos, pero por lo menos impregnados de espiritualidad.
"La ciencia conseguir¨¢ modificar la espiritualidad de las personas", vaticina el neur¨®logo canadiense
Mario Beauregard, de la Universidad de Montreal. "Hoy d¨ªa logramos fabricar en laboratorio ondas theta, delta, etc¨¦tera, asociadas con ese estado mental",
prosigue.
"Si una persona nos visita en el laboratorio y acepta que estas ondas se emitan junto a su cerebro, ¨¦ste acabar¨¢, al cabo de unos diez minutos, sintonizando con ellas y tambi¨¦n irrandi¨¢ndolas". Es una tendencia natural del cerebro, deseoso de comunicarse, y que
no requiere ning¨²n esfuerzo.
Si ese cobaya "es algo creyente, se potenciar¨¢ su propensi¨®n a pasar por un trance espiritual sin llegar, ni muchos menos, al misticismo", se?ala Beauregard. "Si, en cambio, es un ac¨¦rrimo ateo, har¨¢ otra interpretaci¨®n de su estado de ¨¢nimo alejada de la religi¨®n".
?Cabe entonces imaginar que en las iglesias del
futuro estar¨¢n instalados aparatos que propaguen esas ondas que fomentan la espiritualidad para que los
fieles recen con m¨¢s fervor? Beauregard no contesta
a la pregunta, que nada tiene que ver con la ciencia.
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