La carrera del arte
Recorrido noct¨¢mbulo por las calles de la capital con un solo objetivo: ver m¨¢s que nadie

?Cu¨¢nto pudo uno ver, traslad¨¢ndose en transporte p¨²blico y a pie por la ciudad, en esa madrug¨¢ del gratis total cultural que fue la Noche en Blanco del s¨¢bado al domingo? Antes de arrancar, queda establecido el requisito de evitar las colas y elegir la mayor variedad de actos y zonas posibles. A la vista del programa y del horario uno piensa en el s¨ªndrome de Stendhal, en los mareos y v¨®mitos que la sobreexposici¨®n a la cultura produce a los turistas en Florencia. La luz al final del t¨²nel son los conciertos del parque del Retiro, que despedir¨¢n la madrugada.
La proyecci¨®n del v¨ªdeo Drawing restraint del gur¨² Matthew Barney y su pareja, la islandesa Bj?rk, suena como un buen principio, suficientemente vanguardista. Pero a las 21.10, en la puerta de la Casa Encendida, ya cuelga el cartel de "no hay billetes": ni para el primer pase ni para el segundo. La cosa acaba de empezar y ya est¨¢ claro que cualquier plan tendr¨¢ que adaptarse a las multitudinarias circunstancias.
A las 0.25 se produce el primer encuentro, memorable, con una silla
La exposici¨®n Correspondencias Erice-Kiarostami, en el mismo edificio, abre esta noche blanca. El paseo entre los falsos troncos y los espejos de la instalaci¨®n Mi jard¨ªn del cineasta iran¨ª hace pensar en la meta, el Retiro, a 11 horas vista. La cama proyectada en el suelo en la videoinstalaci¨®n Sleepers (durmientes) muestra a un hombre durmiendo placidamente y a una mujer que fuma inquieta con el ruido del tr¨¢fico de fondo. Parece que la cama no siempre es fuente de dicha. Vistas las cartas f¨ªlmicas cruzadas entre los dos cineastas, aunque sin tiempo para escuchar el "silencio ontol¨®gico" del que hablan los textos, a seguir la marcha. Antes, un r¨¢pido paseo por la muestra Basurama, sobre el potencial art¨ªstico de los deshechos. 21.45 y dos exposiciones vistas.
En la azotea de las Escuelas P¨ªas de la calle de Tribulete, m¨¢s de 200 personas esperan la llegada del cantaor Pedro Obreg¨®n y del guitarrista Tomate. Ser¨¢ el gratis o las cervezas lo que aplaca al p¨²blico que, pese al retraso, se muestra tranquilo y relajado. Nada de pateos y silencio sepulcral cuando las seguriyas arrancan. Dos canciones y vuelta al frenes¨ª cultural.
En el bulevar del paseo de Recoletos se encuentra With love. Dos modelos desaf¨ªan sonrientes el fr¨ªo luciendo trajes largos hechos de flores y firmados por los holandeses Niels van Eijk y Miriam van der Lubbe, autores de esta pasarela ecol¨®gica.
Colas y multitudes abarrotan la plaza de Col¨®n. Botell¨®n, verbena o noche cultural, el madrile?o tiene querencia por echarse a la calle. Las entradas para ver a Rafel Amargo est¨¢n agotadas y en dos horas cerca de 2.000 personas han desfilado frente a las fotograf¨ªas de Isabel Mu?oz en el Centro Cultural de la Villa, como explican las sudorosas vigilantes. De las Maras centroamericanas a las trib¨²s de Etiop¨ªa, pasando por retratos de bailarines, el blanco y negro, la muestra no deja a nadie indiferente. Al final, la propia fot¨®grafa dirige una sesi¨®n en vivo (D¨ªselo) con un p¨²blico que se presta a posar intentando transmitir lo que quiere a alguien. Larga cola, y poco amor ante la muchedumbre que avasalla.
Ya en la calle, Castellana arriba el p¨²blico se dispersa. Bajo el Puente de Juan Bravo, 20 personas siguen el recorrido escult¨®rico. A las 0.25 se produce el primer encuentro, memorable, con una silla, en la Fundaci¨®n Carlos de Amberes. En la capilla P¨¦ Vermeesch, al son del ¨®rgano, se enrosca en una escultura de Chirino y pasea entre los mo?os de las se?oras. Su baile y su m¨ªmica se enfrentan al impresionante Martirio de San Andr¨¦s de Rubens.
Al b¨²ho suben los habituales -grandes aglomeraciones en Cibeles- pero la l¨ªnea especial de autobuses Noche Blanca est¨¢ casi vac¨ªa, quiz¨¢ porque es dif¨ªcil averiguar d¨®nde para. Cerca del Centro Galileo Galilei, las Mar¨ªas Guerreras animan con campa?illas un delirante mon¨®logo papal. El Cuartel del Conde Duque muestra al p¨²blico derrengado en sillas y sof¨¢s en los patios. La letona Katrina Neiburga ha replicado la fachada de una casa a tama?o real. En sus ventanas se proyectan v¨ªdeos del vecindario imaginario. En la calle del Lim¨®n lucen las antiguas portadas de ABC: es la actividad n¨²mero 10. Camino del Retiro se desmontan los escenarios de Fuencarral, mientras los chavales beben y usan los cubos de basura a modo de bongos. La m¨²sica improvisada no cuenta en este marat¨®n, aunque parece que la frontera de la cultura es ya borrosa.
Cerca de 80 personas hacen fila ante el Cine Estudio. Son las 5.15 cuando empieza el pase de cortos de la Escuela de Cine de Madrid. Nadie ronca, pero conviene seguir la ruta. La Cibeles est¨¢ morada, y el techo del Palacio de Telecomunicaciones, verde. Hay quien se tumba bajo los mostradores y quien juega con la Linterna m¨¢gica de Alberto Garc¨ªa Pi. Vistos los algorritmos y superada la cola para la m¨¢quina del caf¨¦, la cuesta de Alcal¨¢ se afronta de otra manera.
En la Plaza de la Independencia se desata la fiesta. Cien resistentes entran precedidos de la banda de jazz Mr. Dix y Charanga Alca¨ªna. El cielo ya clarea y suena Down by the riverside. M¨®vil alzado, ya todos son artistas y quien no toma una foto contonea la cadera. La Zarzuela y Vivaldi, que aguardan dentro del parque, quedan convalidados. Recuento de actividades en una noche: ?Han sido 13!
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