Macba
Uno de los mejores episodios de esta rentr¨¦e barcelonesa es el inicio de la temporada del Macba, con novedades que pueden valorarse desde distintos puntos de vista. El m¨¢s inmediato es la utilizaci¨®n de la Capella dels ?ngels, que asegura un definitivo uso cultural de un ¨¢rea en la que conviven tres instituciones de alt¨ªsimo nivel: el CCCB, el FAD y el propio museo, promotores de actividades diversas pero complementarias: la cultura urbana, el dise?o y las artes pl¨¢sticas, si es que todav¨ªa podemos calificar as¨ª tres disciplinas que hoy, m¨¢s que definir ¨¢mbitos distintos, se esfuerzan en intereses comunes. Espero que acaben logrando una programaci¨®n conjunta, a la que habr¨¢ que a?adir la biblioteca y el centro de documentaci¨®n que muy pronto ocupar¨¢ el ¨²ltimo edificio de la plaza.
No conozco exactamente los prop¨®sitos definitivos del director Manuel Borja en la utilizaci¨®n de la capilla. Esta vez se ha dedicado a lo que se puede llamar "modernidad cl¨¢sica o can¨®nica", diferenciada, as¨ª, de los temas m¨¢s experimentales, situados preferentemente en el edificio de Richard Meier. Pero el espacio de la capilla puede ser ¨²til para diversos prop¨®sitos por su configuraci¨®n unitaria e incluso neutra si se corrigen algunos restos demasiado ornamentales en los pavimentos y los revestimientos. Convendr¨ªa reformarlo con la adaptaci¨®n a las sucesivas exposiciones, tal como se ha hecho con el edificio de Meier. Tambi¨¦n habr¨ªa que considerar -y subrayar- el curioso anacronismo de la capilla. Aunque se acab¨® en 1566, pretende mantener todav¨ªa un estilo g¨®tico -tard¨ªo y desangelado, a pesar de la dedicaci¨®n ang¨¦lica-, aunque, adosado a ella, est¨¢ lo que se considera la Capella del Peu de la Creu, construida en la misma ¨¦poca, pero ornamentada con elementos y estructuras renacentistas bajo b¨®vedas ojivales falsas. Es una pieza significativa -ins¨®lita por su perfecci¨®n caligr¨¢fica- de la licuaci¨®n de estilos diversos en la Catalu?a de los siglos pobres, que explica los tanteos de asimilaci¨®n cultural. Recuerdo la primera vez que tuve ocasi¨®n de visitarla en los a?os cuarenta, cuando todo el edificio se utilizaba como un triste y chapucero almac¨¦n de hierros, propiedad de Miquel Mateu, cuando era alcalde, presidente de La Caixa y acad¨¦mico de Belles Arts de Sant Jordi. En los a?os ochenta fue adquirido por el Ayuntamiento y as¨ª empez¨® una operaci¨®n de restauraciones y derribos que permiti¨® abrir dos plazas y alojar tres instituciones culturales.
El uso de la capilla -o, mejor, las capillas- permite exponer en el otro edificio una amplia selecci¨®n de los fondos del museo, ¨²ltimamente enriquecidos con m¨¢s de 80 nuevas piezas. Esta selecci¨®n demuestra los aciertos de Borja y su equipo en el itinerario cultural del museo. A pesar de ser un centro de experimentaci¨®n muy din¨¢mico que logra introducir permanentemente las noticias m¨¢s recientes del arte mundial contempor¨¢neo -sobre todo las que se derivan de las actitudes radicales y cr¨ªticas-, ha logrado crear unos fondos que abarcan un panorama muy completo, desde los ejemplos de las obras can¨®nicas -hoy dif¨ªciles de adquirir en el car¨ªsimo mercado del arte- hasta el creciente valor confirmado de las experiencias que el mismo museo provoca y ampara. Lo admirable -y sorprendente- es que todo ello se logre exponer en t¨¦rminos muse¨ªsticos, sublim¨¢ndolo como una experiencia total. Nunca en todo nuestro entorno ha habido una labor expositiva y educativa de tal alcance, ni siquiera ahora que las instituciones madrile?as disponen de tantos favores econ¨®micos y que en cada provincia proliferan los intentos de convertir en museos los viejos y nuevos monumentos. Quiz¨¢ es cierto -como dicen algunos cr¨ªticos- que, en paralelo, tambi¨¦n habr¨ªa que recoger y exponer la obra que se va generando en Catalu?a, a veces no incluible en las tesis experimentales del Macba, y proponer un dep¨®sito documental que incite a la excelencia y apoye la difusi¨®n internacional. Pero, dado que el Macba ya ha escogido satisfactoriamente su l¨ªnea, habr¨¢ que pensar en otras instituciones. Por ejemplo, el MNAC -apoyado por otras derivaciones, como el Museo o Centro del Dise?o- puede ampliar sus l¨ªmites y absorber, adem¨¢s de los correspondientes ¨¢mbitos de investigaci¨®n y estudio, esa especie de cat¨¢logo de toda la producci¨®n catalana de calidad, tal como se hizo en las d¨¦cadas de 1920 y 1930 al consolidarse nuestros museos.
Pero la extensi¨®n de contenidos tambi¨¦n ha sido ahora iniciada por el Macba con la inclusi¨®n muy oportuna de la colecci¨®n de la Galer¨ªa Cadaqu¨¦s, hecha con el esfuerzo tan meritorio de Lanfranco Bombelli, que no s¨®lo aporta unos contenidos de gran valor, sino que explica la compleja red cultural de Catalu?a, puntualizada en algunos episodios excepcionales. Ser¨ªa interesante que esa idea perdurara y que a menudo aparecieran en el Macba los esfuerzos de esa sociedad quiz¨¢ poco estabilizada pero consciente de la importancia de su participaci¨®n. Y quiz¨¢ a la larga ser¨ªan incorporaciones definitivas a los fondos de los museos p¨²blicos. Como lo fueron en su tiempo las colecciones Pladiura, Camb¨®, Gil, Bosch i Catarineu, Espona, Batll¨®, etc¨¦tera.
Oriol Bohigas es arquitecto.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.