Muri¨® celebrando su fortuna
El inmigrante fallecido junto a decenas de familiares en sus primeras vacaciones en Ecuador acababa de obtener los papeles en Espa?a
Edgar Patricio Guti¨¦rrez era un manitas. De su habilidad hizo m¨¢s que virtud para sobrevivir en Valencia y alcanzar una vida mejor lejos de su Ecuador natal. Cuando el sue?o estaba a punto de cumplirse y toda la familia lo celebraba, un accidente de autob¨²s en una sinuosa carretera ecuatoriana acab¨® con la vida de Patricio, de su mujer, de sus hijos y de decenas de familiares el pasado 24 de septiembre. Murieron 47 personas. Cinco ni?os se salvaron, dos de ellos sufrieron heridas graves. Uno de los menores supervivientes dijo que el conductor grit¨® antes del trompazo: "Se rompieron los frenos, ?Dios m¨ªo! Se rompieron".
Edgar Patricio, de 37 a?os, vino a Espa?a hace casi cuatro a?os, sin papeles, sin trabajo. Un largo viaje de avi¨®n le separ¨® de su mujer, de sus dos hijos, y de una familia grande y siempre presente. Aquel billete encerraba una promesa y un compromiso: ayudar desde aqu¨ª a todos lo que all¨ª quedaron y traerse m¨¢s pronto que tarde a su esposa e hijos.
En Valencia le esperaban cuatro de sus hermanas. Ellas hab¨ªan hecho de avanzadilla. Los cinco alquilaron un modesto piso en Alfafar, a cinco kil¨®metros de la ciudad. Hizo chapuzas, se ofreci¨® sin horario ni calendario, no rechaz¨® ni campo ni obra, ni cerca ni lejos. No dej¨®, dicen los suyos, de enviar dinero ni un solo mes desde que lleg¨®. Hace un a?o que consigui¨® regularizar su situaci¨®n, consigui¨® un contrato y empez¨® a rondarle la idea de comprar una casita.
Manuel Iglesias, su jefe, el due?o de la empresa de toldos en la que trabajaba, fue c¨®mplice de su destino en Valencia. "Lo conoc¨ª nada m¨¢s llegar. Vino aqu¨ª simplemente a ofrecerse para trabajar. Entonces no ten¨ªa papeles. Me ayud¨® en cosas personales en mi casa. As¨ª pas¨® hasta que en la regularizaci¨®n logr¨® los papeles y entonces entr¨® a trabajar con nosotros. Era un buen chico, una persona humilde, seria, muy casero, no beb¨ªa nunca y no paraba quieto", recuerda Manuel, que impulsa ayudas para los hu¨¦rfanos del siniestro.
Lleno de regalos, Patricio, regres¨® por primera vez a Ecuador el 21 de septiembre. "Iba hinchado de ilusi¨®n. Nos vimos pocas horas antes, nos despedimos, le di unas cositas para sus ni?os. Ten¨ªa tantas ganas. Y s¨®lo pensaba en traerse a su mujer y sus hijos", relata su jefe. M¨¢s de una docena de familiares recibieron a Patricio en el aeropuerto. Como a un h¨¦roe le saludaron al llegar a Fajardo de Sangolqu¨ª, el barrio en el que creci¨®, en el Valle de los Chillos, a 30 kil¨®metros de la capital ecuatoriana. Todo era fiesta. Nada era bastante para celebrar su regreso, explica el p¨¢rroco de Fajardo, Pablo Le¨®n. "Por primera vez, toda la familia se fue de excursi¨®n a pasar el domingo 24 al balneario de Papallacta, un lugar de aguas termales muy conocido, muy tur¨ªstico, a dos horas de camino por una carretera asfaltada pero de escasas rectas. Las lluvias hicieron m¨¢s peligrosas las revueltas", cuenta el p¨¢rroco.
El autob¨²s que alquilaron, de habitual transporte escolar, choc¨® contra una roca. No la pudo esquivar. Qued¨® destrozado. La Cruz Roja s¨®lo pudo salvar a cinco ni?os, ahora hu¨¦rfanos. El Servicio de Investigaci¨®n de Accidentes de Tr¨¢fico de la polic¨ªa, seg¨²n Le¨®n, ha explicado que la causa del accidente fue que "se cristalizaron los frenos, se recalentaron las zapatas". Patricio y 33 de sus familiares fueron enterrados en una fosa com¨²n en Fajardo. La Fundaci¨®n Dasyc recibe ayuda a los que han quedado atr¨¢s.
Patricia y Mar¨ªa del Carmen, hermanas de Patricio, guardan en Alfafar la memoria de un sue?o "que se rompi¨® de pronto". "Era un muchacho tan bueno. No tenemos consuelo por todo lo que ha ocurrido. Lo hemos perdido casi todo y a casi todos los nuestros, a nuestra familia", repite Patricia. "Le val¨ªa tanto la pena todo, sent¨ªa que era tan importante lo que hab¨ªa hecho en este tiempo, y tan dif¨ªcil..., pero la vida s¨®lo le dio tres d¨ªas para poderlo disfrutar, los que pasaron desde que lleg¨® hasta que muri¨®", a?ade Iglesias.
En su ciudad natal, el accidente ha dejado "un barrio destrozado, donde todo el mundo se conoce", lamenta Pablo Le¨®n. "?sta era una familia humilde, pobre, muy trabajadora, muy unida. Patricio se fue a trabajar y era muy importante para todos".
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