El resurgir talib¨¢n
Cinco a?os despu¨¦s de la invasi¨®n estadounidense y pese al despliegue de casi 40.000 soldados en Afganist¨¢n, 20.000 de EE UU y el resto de la OTAN, los talibanes no s¨®lo no han sido erradicados, sino que resurgen con fuerza en la mitad sur del pa¨ªs centroasi¨¢tico. Afganist¨¢n sufre su peor fase de violencia desde que los fundamentalistas isl¨¢micos fueran expulsados en 2001, y el optimismo producido por las elecciones de 2004 y 2005 se ha evaporado. Las acciones terroristas y los ataques contra las tropas extranjeras, espor¨¢dicos y menores hasta hace unos meses, son ahora continuos y mort¨ªferos. Hasta 3.000 personas han perdido la vida en lo que va de a?o, de ellas 140 soldados internacionales.
Despu¨¦s de que el jefe de la OTAN sobre el terreno pidiera m¨¢s medios para una operaci¨®n que compromete decisivamente la credibilidad de la coalici¨®n, los ministros de Defensa de la Alianza han decidido extender al este del pa¨ªs la misi¨®n de la ISAF y poner bajo su mando tambi¨¦n a una buena parte de las fuerzas estadounidenses desplegadas all¨ª. Afganist¨¢n, donde Espa?a tiene destinados m¨¢s de 700 soldados, representa desde este verano la primera misi¨®n de combate de la alianza occidental en 57 a?os, y su mayor operaci¨®n terrestre. La situaci¨®n, muy lejos de la relativa tranquilidad que se presum¨ªa, ha llevado a pronosticar a los jefes militares aliados que ser¨¢ necesaria la presencia all¨ª de tropas internacionales durante una d¨¦cada o m¨¢s. Una eternidad para los acuciantes calendarios occidentales, cuyos Gobiernos son adem¨¢s progresivamente reacios a implicarse en un escenario tan remoto como descontrolado.
Afganist¨¢n comienza a ser una historia fallida, en contra de la edulcorada versi¨®n del presidente Bush. Y lo es, en buena medida, porque los recursos materiales y humanos comprometidos para su rescate no alcanzan ni de lejos a cubrir las necesidades de un vasto territorio donde Occidente no ha conseguido vencer el desencanto local ante la falta de correspondencia entre las promesas y los resultados. El renacer talib¨¢n deriva tanto de la absoluta debilidad del Gobierno de Karzai como de los v¨ªnculos entre los fan¨¢ticos fundamentalistas y el floreciente comercio del opio, am¨¦n del santuario que ofrece la inmensa y desgobernada frontera con Pakist¨¢n.
La batalla es decisiva, y para Bush es una grave situaci¨®n que pesar¨¢ sobre las elecciones al Congreso. De ah¨ª que intentara la pasada semana acercar a los presidentes afgano y paquistan¨ª, reunidos en la Casa Blanca. El sur y el este convertidos en nuevo santuario yihadista ser¨ªan ox¨ªgeno para Al Qaeda. Pero adem¨¢s se consolidar¨ªa un nuevo trampol¨ªn, al que peregrinar¨ªan exaltados de medio mundo, desde donde el terrorismo islamista podr¨ªa preparar los pr¨®ximos asaltos.
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