La habitaci¨®n de la hija
La pena es una de las pocas cosas que tienen todav¨ªa el poder de callarnos. Lo escribi¨® Sol Gallego-D¨ªaz cuando en 2004 compareci¨® en la Comisi¨®n parlamentaria del 11-M Pilar Manj¨®n, la madre de uno de los muertos en el mayor atentado terrorista de la historia de Espa?a. En la contundencia de su discurso ante los pol¨ªticos y en la raz¨®n de sus argumentos se escond¨ªa una inmensa pena, la del convencimiento de que nadie le pod¨ªa devolver a su hijo. ?Qu¨¦ pasa cuando se pierde a un ser querido y resulta imposible pretender que nada ha cambiado y que la vida tiene que seguir su curso? La pregunta se la plante¨® el italiano Nani Moretti en una pel¨ªcula titulada La habitaci¨®n del hijo. Una historia sobre el doloroso proceso de aceptaci¨®n que conlleva una p¨¦rdida tan grande. Tambi¨¦n un lamento sobre las dificultades que uno encuentra para aferrarse a la vida cuando todo comienza a desmoronarse a tu alrededor. Una pel¨ªcula que intentaba narrar algo dif¨ªcilmente narrable: el dolor que provoca en una familia un hecho tan tr¨¢gico. Y que utilizaba la habitaci¨®n como met¨¢fora de lo imposible: el intento de sostener la presencia f¨ªsica de una persona despu¨¦s de su desaparici¨®n definitiva. En aquel cuarto todo continuaba igual: las cosas, los discos, la ropa... y sobre todo los recuerdos.
?Qu¨¦ pasa cuando la p¨¦rdida de ese hijo o de esa hija es como consecuencia de un asesinato? En este caso, resulta inimaginable. El ser humano no est¨¢ preparado para ello. Y en ese momento si que resulta imposible creer que la vida sigue su curso. Fernando Garc¨ªa, el padre de una de las tres ni?as asesinadas en Alc¨¤sser, dej¨® de vivir la vida que hasta entonces hab¨ªa llevado en el a?o 1993, cuando un apicultor encontr¨® una mano muerta y descarnada emergiendo sobre la tierra. All¨ª se encontraron, enterrados en una fosa, los cad¨¢veres de Miriam, Antonia y Desir¨¦e. Fernando Garc¨ªa se convirti¨® en otra persona. Desde ese a?o, este hombre apaleado, vive otra existencia. Nunca descansar¨¢ sabiendo que uno de los autores de la muerte de su hija sigue desaparecido y nunca le valdr¨¢ que al otro implicado le cayeran 170 a?os de c¨¢rcel. Defendi¨® una conspiraci¨®n en la que mezcl¨® importante personajes, ex altos cargos y a la Guardia Civil haciendo desaparecer pruebas. Recorri¨® Espa?a pidiendo firmas para garantizar el cumplimiento integro de las condenas y apareci¨® en m¨²ltiples programas de televisi¨®n para defender sus extra?as teor¨ªas. Hubo determinados momentos que, en su error, Fernando Garc¨ªa fue muchas veces la ¨²nica persona digna. Convirti¨® su pena en el ¨²nico motivo de su existencia. Y s¨®lo desde ese prisma se pod¨ªa entender que a partir de entonces se convirtiera en un alma en pena mendigando respuestas para preguntas imposibles.
Han pasado casi nueve a?os del asesinato de Roc¨ªo Wannikoff, cuyo cad¨¢ver fue encontrado calcinado y semidesnudo el 2 de noviembre de 1999. En este mes de octubre se celebrar¨¢ el juicio contra Tony Alexander King, el presunto autor de la muerte de esta joven. Ser¨¢ el segundo juicio que se celebra en M¨¢laga contra una persona a la que se ha acusado de este asesinato. Ya compareci¨® ante los tribunales Dolores V¨¢zquez, que fue condenada y pas¨® 17 meses en prisi¨®n por un delito que la justicia determin¨® despu¨¦s que no hab¨ªa cometido. La madre de Roc¨ªo, Alicia Hornos, acudi¨® hace una semana al TSJA para solicitar que se aporten nuevas pruebas en el juicio. Alicia Hornos apareci¨® en una fotograf¨ªa a las puertas del alto tribunal andaluz con unas bragas en la mano, una prenda que supuestamente pertenec¨ªan a su hija y que ella dice que alguien dej¨® el pasado verano a las puertas de su casa. Esta mujer ha vuelto a aparecer en los medios de comunicaci¨®n defendiendo sus propias teor¨ªas, haciendo nuevas preguntas imposibles sobre hechos que parecen tener respuesta. Alicia Hornos lleva nueve a?os viviendo una vida distinta a la que habr¨ªa deseado. Por eso, tambi¨¦n en su actitud muestra toda su pena como madre a la que le han matado una hija. Y desde ese prisma se puede entender que, como en el caso de Fernando Garc¨ªa, tambi¨¦n Alicia Hornos nos est¨¢ arrojando su pena desde la habitaci¨®n vac¨ªa de su hija.
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