Havel escribe sus memorias
V¨¢clav Havel cumple hoy 70 a?os. La publicaci¨®n de sus memorias -hasta ahora s¨®lo en checo, pero con m¨²ltiples traducciones en marcha- viene a sumarse a esta efem¨¦ride. En esas memorias, como en una personal¨ªsima confesi¨®n, el ex presidente checo contesta las preguntas de un entrevistador que hurga en las profundidades de su conciencia. Y el antiguo disidente deja hablar esa conciencia, confesando sus dudas e incertidumbres sobre s¨ª mismo, su pa¨ªs y el mundo contempor¨¢neo, adem¨¢s de reflexionar sobre los errores que ha podido cometer durante los ¨²ltimos 17 a?os dedicados a la pol¨ªtica, cosa que nunca har¨ªa un pol¨ªtico. As¨ª pues, sigue consider¨¢ndose ante todo un ciudadano y un intelectual.
?Qu¨¦ es la pol¨ªtica para Havel? El ex presidente checo la entiende como en la ¨¦poca del nacimiento de la democracia, en la antig¨¹edad griega: como un servicio a la comunidad. Esa comunidad es el mundo entero, pero sobre todo su pa¨ªs, desmoralizado y envenenado tras cuatro d¨¦cadas de comunismo, como todas las sociedades postotalitarias de la Europa del Este.
Havel es un escritor que, tras la ca¨ªda del comunismo, fue elegido presidente de Checoslovaquia y, despu¨¦s de la independencia de Eslovaquia, de la Rep¨²blica Checa. Luchador por la libertad en los tiempos del totalitarismo, muchas veces encarcelado, ocup¨® durante 13 a?os el Castillo de Praga como presidente de su pa¨ªs. Otro escritor y ciudadano de Praga, Franz Kafka, puso en evidencia que nadie conserva su identidad mientras trilla su camino hacia el Castillo. ?Ha sido capaz el ex presidente checo de resistirse a los poderes del Castillo? ?Ha sabido conservar su car¨¢cter de intelectual capaz de decir las cosas m¨¢s osadas, el de un pensador disidente que alerta las conciencias?
S¨ª, ha sido siempre un pol¨ªtico a contracorriente y un hombre quijotesco. ?ltimamente mantiene su disidencia ante una concepci¨®n pol¨ªtica que, tras los excesos fatales de todas las utop¨ªas, se ha instalado en el g¨¦lido trono del gestor, en el fundamentalismo de las magnitudes econ¨®micas y de las leyes del mercado. Havel desaprueba lo que ocurre en su pa¨ªs, donde percibe "una desmoralizaci¨®n general". As¨ª lo dice: "Cuando uno regresa tras una larga ausencia, siente que se encuentra en un pa¨ªs de arribistas y nuevos ricos poscomunistas". ?Pero qu¨¦ hizo ¨¦l para impedir tal embrutecimiento?
El ex presidente, partidario del concepto griego de "cuidar el alma", se concentr¨® en vigilar, seg¨²n sus palabras, "el clima moral de la sociedad", en guiar a su pa¨ªs durante el tiempo de la transici¨®n hacia la democracia, ese tiempo de la depresi¨®n postotalitaria. Havel observa con asombro el tiempo que la sociedad poscomunista necesita para adaptarse a las nuevas condiciones de vida y la profundidad de las ra¨ªces que la era comunista ech¨® en las mentes de los que la padecieron. En su libro apunta que entre los muchos males que se produjeron tras la ca¨ªda del comunismo hubo uno especialmente significativo: "Sin un marco judicial eficaz, se implant¨® una r¨¢pida y masiva privatizaci¨®n en la cual particip¨® y sigue participando de modo significante la antigua nomenclatura y las empresas comunistas de la ¨¦poca anterior. Ellos pose¨ªan las informaciones y los contactos necesarios para convertirse en el n¨²cleo de la nueva clase empresarial. Esta clase tiende ahora a unir el poder econ¨®mico con el pol¨ªtico y el medi¨¢tico, creando lo que suelo llamar capitalismo mafioso o democracia mafiosa. Cada uno a su manera, todos los pa¨ªses poscomunistas padecen de este mal".
?Pod¨ªa haber cambiado esas tendencias cuando fue presidente?, se pregunta sin cesar en sus memorias. "S¨ª, posiblemente", admite. "Si hubiera dado un paso distinto en otra direcci¨®n, hoy todo se acercar¨ªa m¨¢s a mis ideales. ?Pero c¨®mo saber que aquello hubiera sido posible"?
Havel tambi¨¦n es cr¨ªtico con Europa, en un intento de mejorarla. Seg¨²n ¨¦l, hay que fundar una Europa basada en el principio de la solidaridad humana, una Europa que se regir¨ªa seg¨²n imperativos morales, distinta a la que se ha hecho c¨¦lebre exportando guerras mundiales y cientos de millones de v¨ªctimas, conquistando continentes y exterminando culturas ind¨ªgenas. Para ¨¦l, Europa necesita reflexionar m¨¢s sobre s¨ª misma y hacer un ejercicio de autocr¨ªtica. "Temo que Europa a¨²n no ha aprendido su lecci¨®n de la historia. Vuelven a aparecer los mismos comportamientos que dos veces en el siglo XX han impulsado las grandes cat¨¢strofes. La autocr¨ªtica y la reflexi¨®n sobre uno mismo deber¨ªan servir como punto de partida para un aprendizaje y un futuro mejor, no como camino hacia la pasividad, la depresi¨®n y el nihilismo". Y a?ade: "La Uni¨®n Europea a veces padece esa vieja enfermedad europea: la tendencia a tolerar el mal, incluso las dictaduras, si caen en su zona de intereses. Algunos pol¨ªticos que no han experimentado personalmente el nazismo o el comunismo no quieren aprender".
Tampoco Estados Unidos se salva de su cr¨ªtica. Hace unos a?os, ya habl¨® en Washington de lo que ese pa¨ªs representa para el resto del mundo: "Estados Unidos es la concentraci¨®n simb¨®lica de lo bueno y lo malo que caracteriza nuestra civilizaci¨®n", afirm¨®. "Desde el florecimiento de la ciencia y la tecnolog¨ªa, y del bienestar que esto conlleva, pasando por la profundidad de la libertad ciudadana, hasta el culto ciego al crecimiento econ¨®mico continuo y al consumo ininterrumpido, al precio de la destrucci¨®n del medio ambiente y del dictado de lo material, el totalitarismo del consumo y de la publicidad, al precio de sacrificar la unicidad humana a la uniformidad del ruido cotidiano de la banalidad televisiva".
Sin embargo, Havel no es un pensador de la derrota, no es un especulador de la amargura sino alguien que siempre inventa soluciones viables. El verdadero arte de la pol¨ªtica, seg¨²n ¨¦l, es el de saber conquistar la opini¨®n de la gente cuando se trata de alguna cosa beneficiosa, por m¨¢s desagradable que ¨¦sta pueda resultar desde el punto de vista de los intereses inmediatos.
?Pero c¨®mo se siente ¨¦l personalmente tras 13 a?os en la pol¨ªtica de m¨¢ximo nivel? "Yo ya soy otro, ya no soy aquel que fui cuando escrib¨ªa mis obras de teatro y organizaba reuniones clandestinas de la disidencia. Soy m¨¢s viejo, estoy m¨¢s enfermo y m¨¢s cansado", confiesa. "He perdido gran parte de mi libertad debido a mi obligaci¨®n de expresarme de modo demasiado diplom¨¢tico para mi gusto. ?Y qu¨¦ he recibido a cambio? Una sola cosa: ser participante directo de las grandes transformaciones de nuestro mundo y poder influir en ellas. Cosa que considero un enorme don del destino". ?ste es Havel a los 70 a?os de edad.
Monika Zgustova es escritora; su ¨²ltima novela es La mujer silenciosa (Acantilado).
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