Levedad geom¨¦trica de pizarra y hormig¨®n

El m¨¢s com¨²n de los sentidos habr¨ªa aconsejado una arquitectura de pesebre en las campas que circundan Sabi?¨¢nigo, el p¨®rtico industrial del Alto G¨¢llego y frontera meridiana del Pirineo aragon¨¦s. Pues no. Los hermanos Nozaleda, propietarios del gigante de la construcci¨®n Nozar y de las bodegas Enate, se han adelantado a la era de los hoteles conceptuales con una operaci¨®n inmobiliaria de salud y golf tan ambiciosa como la que tambi¨¦n apadrinan en el balneario de Panticosa. Su proyecto ha sido encargado al arquitecto Paco Lacruz, autor de otro referente tur¨ªstico en la zona, el hotel Tierra de Biescas. Es un caj¨®n de hormig¨®n blanco y vidrio estructural cuyo perfil emerge, rotundo, desde un losange de estanques que se descuelgan uno sobre otro en sucesivas cascadas de acero cort¨¦n mimetizadas con el green de 18 hoyos dise?ado por Jos¨¦ Mar¨ªa Olaz¨¢bal. Escalinatas, terrazas y parterres evocan en madera de iroco la cubierta de un barco. Desde lejos, el cubo figura en suspensi¨®n sobre el agua, lo que acent¨²a su levedad geom¨¦trica. Las vistas casi tocan los montes pr¨®ximos a Sabi?¨¢nigo, con permiso de las f¨¢bricas que lo rodean.

Como en Panticosa, los promotores han decidido jug¨¢rsela al abrir prematuramente el complejo. No parece razonable aplicar una tarifa definitiva al alojamiento entre esqueletos de edificios, tajos, gr¨²as y una excavadora perforando los t¨ªmpanos desde las ocho y media de la ma?ana. Alrededor se est¨¢n construyendo 2.200 viviendas y equipamientos residenciales.

El interiorismo, firmado esta vez por el arquitecto Jos¨¦ Luis Gal¨¢n, posee menos atractivo que la tect¨®nica y los aspectos formales del hotel. Las habitaciones pecan de excesivamente funcionales, previsibles en la distribuci¨®n de sus espacios, condicionadas por la neutralidad de la madera de haya, sin m¨¢s ambiente que el proporcionado por unos butacones rojos y una pantalla plana de televisi¨®n. Las m¨¢s caras poseen terraza, mientras que las normales aprovechan la desfragmentaci¨®n de la fachada en proyectar un sencillo balc¨®n sobre el green. La ausencia de ducha est¨¢ suplida por una peque?a ba?era de caudal escaso, pero la separaci¨®n entre esta pieza y la alcoba se resuelve gracias a una original mampara de cristal y chapa microperforada al l¨¢ser.

Toda la planta baja enhebra el vest¨ªbulo, la recepci¨®n y la tienda de golf mediante l¨¢minas de vidrio y muros de pizarra que evocan las margas ribere?as del G¨¢llego, inspiraci¨®n original del hotel. En la entreplanta, tambi¨¦n acristalada, se sit¨²an la casa-club, el bar y el restaurante a cargo de Pedro Subijana. De noche, las mesas reflejan en el plato el perfil iluminado de la ciudad.