Casting para todos
Miles de personas se abren paso en Madrid infiltr¨¢ndose en los mundillos del casting (anglicismo incluido en el Diccionario de la Real Academia con el significado de "selecci¨®n de actores o de modelos publicitarios para una determinada actuaci¨®n"). Si hay suerte, un buen padrino, un careto y otras cosas de diverso calibre, se soluciona la supervivencia una temporada. Es un universo barroco: azafatas para todo, payasos, especialistas de cine, participantes en reality shows, chicas y chicos de compa?¨ªa, extras de pel¨ªculas, locutores, casas, ni?os de teta, pueblerinos, guaperas, feos, abuelas, lagartonas, dobles de famosos, perros, gatos, bichos... El retablo de las maravillas. Los que supervisan los casting son con frecuencia mandados que interpretan a su modo las ¨®rdenes de arriba, las sugerencias de quienes mandan de verdad.
En realidad, todos los que vivimos en esta ciudad estamos sometidos perennemente a castings solapados, sibilinos. Esas c¨¢maras que nos controlan por la calle y por las carreteras son un casting canalla. Esos inquietantes artilugios que intervienen nuestro ordenador y los movimientos del m¨®vil son un casting esp¨ªa para entrar a saco en nuestra intimidad. Hasta el mism¨ªsimo c¨®nclave cardenalicio no es otra cosa que un casting organizado por el Esp¨ªritu Santo. El casting es casi lo mismo que un curr¨ªculo, s¨®lo que tienes demostrar en directo tus habilidades. Es un examen oral temerario.
As¨ª las cosas, se llega a la conclusi¨®n de que todas las elecciones democr¨¢ticas son un casting muy re?ido en el que los candidatos han de convencer al electorado de que ellos son los mejores, y los dem¨¢s unos pringados. En Madrid est¨¢ abierto a¨²n el casting de las Municipales, pero no comenzar¨¢ la verdadera contienda hasta que los socialistas descubran al tapado/a. El jurado no es un publicista, sino el pueblo soberano. Nos vamos a enterar de lo que vale un casting.
Cuando uno va a un casting, normalmente, acude simulando y anunciando milagros no homologados por la divinidad. As¨ª nos llegan los candidatos a la alcald¨ªa. Algunos ya son viejos conocidos de la ciudadan¨ªa. Su casting es lo mismo de lo mismo, parece como que est¨¢n interpretando ardorosos mon¨®logos en el Club de la comedia, a no ser que sean designados a dedo por el aparato, como suele suceder. En todo caso, nos espera diversi¨®n hasta la primavera.
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