Prejuicio persistente
No entiendo muy bien por qu¨¦, pero es un dato f¨¢cilmente verificable, que en Espa?a se tiende a equiparar Estado pol¨ªticamente centralizado con Estado fuerte y Estado pol¨ªticamente descentralizado con Estado d¨¦bil. Cada vez que se emprende un proceso de descentralizaci¨®n pol¨ªtica, empiezan a levantarse voces que pronostican que nos deslizamos por una pendiente peligrosa de debilitamiento del Estado. Ocurri¨® en el proceso constituyente entre 1977y 1978, volvi¨® a ocurrir tras la celebraci¨®n del refer¨¦ndum de ratificaci¨®n de la iniciativa auton¨®mica el 28 F de 1980 y ha vuelto a ocurrir en el debate sobre las reformas de los estatutos de autonom¨ªa para Catalu?a y Andaluc¨ªa este mismo a?o.
Digo que no entiendo muy bien por qu¨¦ es as¨ª, porque toda la evidencia emp¨ªrica de que disponemos nos indica lo contrario. El Estado auton¨®mico espa?ol construido con base en la Constituci¨®n de 1978 es, con mucha diferencia, el Estado m¨¢s fuerte que hemos tenido en toda nuestra historia. Nunca en toda la historia constitucional de Espa?a ha habido una ¨¦poca en la que simult¨¢neamente se hayan ejercido los derechos y se hayan prestado los servicios p¨²blicos con la eficacia con que se viene haciendo desde la entrada en vigor de la Constituci¨®n. La existencia de las comunidades aut¨®nomas no ha debilitado al Estado, sino todo lo contrario.
Es verdad que el n¨²mero de funcionarios que pertenecen a la Administraci¨®n del Estado ha disminuido y que se ha visto superado por el n¨²mero de funcionarios que pertenecen a la Administraci¨®n de las diecisiete comunidades aut¨®nomas y no lo es menos que la financiaci¨®n de las comunidades aut¨®nomas ha tenido que hacerse detrayendo recursos que antes de la existencia de ¨¦stas financiaban al Estado centralizado que exist¨ªa antes de su constituci¨®n. Pero no lo es menos que eso no afecta para nada a la fortaleza del Estado.
Ante todo porque las comunidades aut¨®nomas tambi¨¦n son Estado. El Estado tiene que garantizar el ejercicio del derecho a la educaci¨®n y tal ejercicio puede satisfacerse por el Ministerio de Educaci¨®n o por las Consejer¨ªas de Educaci¨®n. Tan estatal es la prestaci¨®n del servicio en un caso como en otro. Lo ¨²nico que se puede discutir es si es m¨¢s eficaz la prestaci¨®n por el uno o por la otra. Y lo mismo cabe decir de la sanidad, de la cultura, de la agricultura, de las pol¨ªticas activas de empleo y as¨ª sucesivamente. Tras los m¨¢s de veinte a?os de ejercicio del derecho a la autonom¨ªa no creo que haya nadie en su sano juicio que puede decir que hemos ido para atr¨¢s en cualquiera de estos terrenos.
En Espa?a, lo que ha funcionado siempre mal ha sido la centralizaci¨®n. El Estado unitario y centralista ha sido siempre un Estado autoritario y represivo, incapaz de gestionar la complejidad de la sociedad espa?ola. Es con la descentralizaci¨®n pol¨ªtica posibilitada por la Constituci¨®n de 1978 con la que hemos conseguido tener un Estado leg¨ªtimo, muy ampliamente aceptado por la sociedad espa?ola de manera espont¨¢nea y, como consecuencia de ello, un Estado eficaz.
Por eso vuelvo por donde empec¨¦. No entiendo por qu¨¦ se mantiene el prejuicio que equipara descentralizaci¨®n pol¨ªtica con debilidad del Estado tras la experiencia de estos dos decenios largos de Estado Auton¨®mico y mucho menos que ese prejuicio se exprese por un dirigente pol¨ªtico, como Manuel Fraga, que conoci¨® el Estado anterior a 1978 y que ha sido presidente de una comunidad aut¨®noma durante quince a?os. ?C¨®mo es posible que Manuel Fraga haya dicho en Granada lo que ha dicho acerca del riesgo de debilitamiento del Estado como consecuencia de las reformas estatutarias? ?Tiene alguna duda de qu¨¦ Galicia y qu¨¦ Espa?a era mejor, si la del r¨¦gimen del general Franco o la de la democracia constitucional?
No es de la descentralizaci¨®n de lo que tenemos que precavernos, sino de lo contrario. Por eso fue tan preocupante la segunda legislatura del Gobierno de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. Ah¨ª si que corrimos el riesgo de deslizarnos por la pendiente regresiva del recorte a la descentralizaci¨®n y el consiguiente autoritarismo.
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