Auster y Almod¨®var reinan en Asturias
El escritor y el cineasta conversan sobre sus mundos imaginarios en un abarrotado teatro Jovellanos
El silencio, las carcajadas y las sonrisas de un p¨²blico encantado eran lo suficientemente elocuentes ayer en el teatro Jovellanos de Gij¨®n para comprobar c¨®mo las 1.100 personas que abarrotaron la sala estaban fascinados y entusiasmados ante los que han sido aut¨¦nticos reyes en Asturias esta semana: Pedro Almod¨®var y Paul Auster. Los dos recogen hoy el Premio Pr¨ªncipe Asturias de las Artes y de las Letras, respectivamente, pero antes protagonizaron tres encuentros jugosos y distendidos con admiradores y lectores, a los que se entregaron sin caretas ni tapujos para hablar de la vida y del arte; de sus man¨ªas y sus fantasmas; de sus rarezas y sus limitaciones; de sus familias y de c¨®mo huyeron en busca de sus sue?os hasta atraparlos sin que eso signifique que los hayan dominado todav¨ªa completamente.
Pedro Almod¨®var: "Nos parecemos, ¨¦l tiene pretensiones como cineasta y yo como novelista"
Paul Auster: "Sin Don Quijote o Hamlet no ver¨ªamos el mundo como lo vemos hoy"
"Nos gustamos mucho, pero apenas nos conocemos", asegur¨® Almod¨®var ante el p¨²blico de Gij¨®n, que les recibi¨® con un caluros¨ªsimo aplauso hacia las nueve menos diez de la noche, despu¨¦s de que fueran presentados por el editor de ambos, Jorge Herralde. "Nos parecemos, ¨¦l tiene pretensiones como cineasta y yo como novelista", dec¨ªa el director espa?ol antes de meter la pata y ganarse alg¨²n pitido que le perdonaron pronto: "Aqu¨ª en Oviedo...". ???Buuu!!! "Perd¨®n, Gij¨®n...".
Tras los peque?os nervios del principio, enseguida se hicieron con el respetable. Poco a poco fueron encontrando sus similitudes, sus puntos de conexi¨®n a trav¨¦s de sus sue?os y pesadillas, de los monstruos goyescos de la creaci¨®n. "Las novelas conviven conmigo entre ocho y diez a?os, me acompa?an", dec¨ªa Auster. "Pero ya no me pasa como cuando me mor¨ªa de miedo ante el atasco, ahora me relajo y s¨¦ que si una novela debe terminarse no tengo que hacer m¨¢s que seguir buscando", agregaba el escritor. "Tampoco tengo miedo ya", respond¨ªa Almod¨®var. "Tengo varias historias en mi escritorio y si una me falla, le soy infiel con otra", aseguraba, sentado en un decorado que simulaba un peque?o sal¨®n con butacones, libros y pel¨ªculas esparcidas por la mesita y la alfombra.
La ficci¨®n es para ellos una obsesi¨®n que les ha acompa?ado desde que eran ni?os. Ni?os desubicados, desplazados en el tiempo y el espacio, que sab¨ªan que no pertenec¨ªan al mundo de su ni?ez: "Siempre supe que no hab¨ªa nacido ni en mi lugar, ni en mi ¨¦poca", dijo Almod¨®var. Tampoco Auster sent¨ªa que Newark (Nueva Jersey) era su refugio. "Mi padre me cont¨® una vez una historia que cambi¨® mi vida. Consigui¨® un empleo en el Laboratorio Edison y, a las dos semanas, Thomas Edison [el inventor de la luz el¨¦ctrica] le despidi¨® al enterarse de que era jud¨ªo".
Ante esos desprecios, por raza, condici¨®n, por rarezas, se sintieron siempre fuera del mundo. Les salv¨® la imaginaci¨®n, pero tambi¨¦n han sido conscientes de que esta virtud tambi¨¦n es peligrosa. "Cuando hay personajes que bullen en tu cabeza y quieres saber m¨¢s de lo necesario sobre ellos, te despistas, pierdes el hilo. Puedo despistarme con un camarero que s¨®lo tiene que ofrecer agua, enseguida quiero saber cosas de ¨¦l y me pierdo, ?a ti te pasa, Paul?". "Temo al desvar¨ªo", respondi¨® Auster. "Cuando era joven iba de una historia a otra, perdido en un laberinto, y tuve que obligarme a centrarme en una l¨ªnea, me gusta configurar historias, lo hago como un collage...".
Pero para ambos es dif¨ªcil el control por las propias apuestas que hacen. Los dos suelen aceptar el reto de organizar sus historias en cajas chinas, con regalos dentro para lectores y espectadores. Aunque confiesan que precisamente por eso buscan la transparencia. "Lo mismo que Fellini", aseguraba Almod¨®var. "Mi reto y mi lucha como narrador es armonizar dos ideas opuestas y poder manejarlas, ser lo m¨¢s transparente y claro posible frente al espectador, y pretendo que no me vea, que tenga la impresi¨®n de ver una historia en apariencia sencilla".
Van aceptando la edad a duras penas. "Cuando me miro al espejo por la ma?ana no me siento un referente intelectual, ni ¨¦tico, ni que mi apellido se ha convertido en adjetivo, soy una persona normal, con sus man¨ªas, que a veces se enfada y que tiene que hacer r¨¦gimen...". Auster, que cumplir¨¢ 60 a?os en febrero, est¨¢ contento con esa fecha porque ser¨¢ cuando su nueva novela, Viaje en el Scriptorium, aparezca en Europa y se estrene su nueva pel¨ªcula, que acaba de rodar en Portugal, The inner life of Martin Frost.
Casi dos horas departieron los dos premiados con los gijoneses. Fue un d¨ªa muy duro. Auster hab¨ªa tenido otro ba?o de multitudes por la ma?ana en la Universidad de Oviedo, donde, ante un auditorio repleto de estudiantes, sedujo con su naturalidad y una cierta timidez espont¨¢nea. El escritor est¨¢ ganando muchos adeptos en Asturias. Nunca rechaza una entrevista, un saludo, un aut¨®grafo, las librer¨ªas de la ciudad est¨¢n todas decoradas con sus libros y sus fotograf¨ªas. All¨ª, Auster convenci¨® con su discurso sobre el poder de la literatura sin dejar de ser fiel al mundo propio que ha creado, entre id¨ªlico y desesperado, el autor de Brooklyn Follies. "Hay personajes literarios sin los que el mundo no ser¨ªa igual, como Don Quijote o Hamlet", dijo.
El ambiente fue tan bueno que los chavales le tuteaban con total naturalidad, aunque muchos le miraban con un respeto de gur¨² que mezclaba una curiosa sensaci¨®n de confianza entre las miradas arrebatadas, sobre todo, de las lectoras. Auster dio la clave de esa complicidad cuando habl¨® de la secreta y especial relaci¨®n que le gusta imaginar entre el lector y el escritor. "Me fascina c¨®mo dos extra?os pueden conocerse y establecer una relaci¨®n en t¨¦rminos de igualdad, c¨®mo a trav¨¦s de las palabras se puede establecer una comunicaci¨®n que les lleva a un mundo imaginado por uno e inventado por otro".
Esperando a pap¨¢ Gates
Qu¨¦ duda cabe de que hubiesen preferido al ni?o. Pero es que en este caso no est¨¢ claro qui¨¦n es el heredero de qui¨¦n. El caso es que William H. Gates, padre de Bill Gates, el due?o de Microsoft y el hombre m¨¢s rico del mundo -y como tal el m¨¢s ambicioso en cuestiones filantr¨®picas-, ser¨¢ quien recoja el Premio de Cooperaci¨®n Internacional, que recae en la Fundaci¨®n Bill y Melinda Gates. Don William es copresidente de la organizaci¨®n ben¨¦fica y su hijo ha dicho, seg¨²n Graciano Garc¨ªa, director de la Fundaci¨®n Premios Pr¨ªncipe de Asturias, que no quiere robar protagonismo a su padre y que ¨¦ste se merece un d¨ªa de gloria en Oviedo porque es quien m¨¢s duro trabaja por la fundaci¨®n.
As¨ª que, seg¨²n la organizaci¨®n, no hay pol¨¦mica sobre el fastidio que supone que Bill Gates no est¨¦ hoy en Oviedo, a pesar de que cuando le comunicaron que le iban a dar el premio dijo que vendr¨ªa. Como en este caso el galard¨®n est¨¢ dirigido a la fundaci¨®n para la que Gates ha donado ya 10.500 millones de d¨®lares (m¨¢s de 8.300 millones de euros) en su lucha contra enfermedades que asuelan el planeta, puede ser recogido por cualquiera de sus presidentes. El magnate de la inform¨¢tica ha prometido, en cambio, que se acercar¨¢ en noviembre por Oviedo a dar una conferencia en la universidad.
Hubo a lo largo de los ¨²ltimos a?os otros premiados que no acudieron a la ceremonia, caso del atleta Carl Lewis o del arquitecto brasile?o Oscar Niemeyer. No est¨¢ escrito que se retiren los premios que no se vienen a recoger personalmente, pero s¨ª existe un compromiso de palabra que, salvo razones de fuerza mayor, compromete a los premiados a acudir para que la ceremonia no quede deslucida por ausencias importantes.
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