El descaro y la ingenuidad de ?frica
"Tal vez, no entendemos bien el sentido de la pregunta". Con este argumento, el pintor zaire?o Cheri Samba justificaba la falta de concreci¨®n con que los artistas africanos responden a las cuestiones planteadas por la cr¨ªtica de arte occidental. Cien a?os despu¨¦s de que los artistas de las vanguardias se fascinaran ante las m¨¢scaras africanas, Europa sigue importando material art¨ªstico del continente negro. Pero ?c¨®mo son recibidas esas producciones actuales del arte africano? En Espa?a, apenas se conoce la obra de una veintena de artistas, que se han podido ver en las contadas exposiciones organizadas hasta ahora. Entre ellas, la que mostr¨® el CAAM en 1992, tambi¨¦n como en esta ocasi¨®n, con los fondos pertenecientes a la colecci¨®n Pigozzi.
100% ?FRICA
Museo Guggenheim
Avenida de Abandoibarra, 2
Bilbao
Hasta febrero de 2007
No ocurre lo mismo en Francia, donde las creaciones africanas provocan grandes pol¨¦micas. Las suspicacias sobre si deben ser consideradas arte, o no, y cu¨¢les deben ser los criterios a seguir en la selecci¨®n de los artistas, no son nuevas. Constituyen un cap¨ªtulo m¨¢s del monolitismo intelectual que rechaza todo lo que no se adecua a su lenguaje y a sus valores. Cuando apenas el arte tradicional africano acababa de encontrar su sitio en los museos de arte, despu¨¦s de un limbo inici¨¢tico por los museos antropol¨®gicos, la exposici¨®n del Centro Pompidou Magiciens de la Terre (Magos de la tierra) reactiv¨®, en 1989, una discusi¨®n que a¨²n no ha terminado. Sus responsables -entre los que se encontraba Andr¨¦ Magnin, el comisario de 100% ?frica- ten¨ªan el objetivo concreto de parangonar las creaciones de artistas procedentes de muy diferentes culturas y tradiciones con el arte consagrado por las instituciones respetables de Occidente. Los requisitos infringidos o, simplemente, eludidos por esas producciones y la resistencia de cierta ¨¦lite del arte internacional a admitir esa transgresi¨®n -tan celebrada cuando procede de los artistas occidentales- despiertan m¨¢s que sospechas acerca de qui¨¦nes, en ese encuentro intercultural, contaban con mayores constricciones conceptuales, ll¨¢mense tab¨²s.
Los artistas africanos tienen problemas para entender las preguntas porque, a diferencia del arte moderno occidental, obsesionado por la esencialidad del arte y del arte posmoderno, ejercitado en la especulaci¨®n, en ?frica el arte est¨¢ integrado, sin reservas, a la existencia cotidiana. Tampoco contestan con la precisi¨®n exigida porque, como enunciaron nuestras teor¨ªas de la percepci¨®n a principios de siglo, la forma despierta una complejidad de est¨ªmulos sensoriales y mentales que no pueden ser analizados por separado.
La ausencia de una tradici¨®n escrita ha influido decisivamente en su inmediatez para entender el momento tal y como se presenta, y para incorporar a su obra todo tipo de contaminaciones culturales. Eso les permite carecer de prejuicios y manifestar una eficacia formal envidiable, para reciclar los materiales de desecho que est¨¢n inundando sus poblados, en versiones actuales de las tradicionales m¨¢scaras, tal como hacen Calixte Dakpogan y Romouald Hazoum¨¦, o para transmitir mensajes precisos acerca de la forma en que ?frica responde a los problemas que afectan a su propia comunidad como reflejo de la pol¨ªtica externa, en el caso de los congole?os: Ch¨¦ri Ch¨¦rin, Moke, Bodo, Pathy Tshindele y Ch¨¦ri Samba.
El arte africano no ha resuel
to los problemas relativos a su identidad entre un pasado desaparecido violentamente y un presente agresivo que se impone desde la corrupci¨®n interior con tent¨¢culos internacionales. Pasados los primeros momentos de optimismo de las sociedades africanas reci¨¦n independizadas, aquel mimetismo inicial con la modernidad colonial, que tan bien reflejan las fotograf¨ªas de Seydou Ke?ta, de Malick Sidib¨¦, del congole?o Depara y del an¨®nimo autor de la serie reunida bajo el apelativo Paramount Photographers, se ha transformado en una actitud cr¨ªtica. Romouald Hazoum¨¦ insiste en la importancia del artista para recordar a la comunidad africana qui¨¦n es, c¨®mo ?frica puede incorporarse a la historia sin perder la conciencia de s¨ª misma y su aptitud asombrosa para la creaci¨®n. "El siglo XXI pertenece a los creadores", escribe en uno de sus cuadros Ch¨¦ri Ch¨¦rin. El pintor Moke en otra pintura no duda en incorporar su n¨²mero de tel¨¦fono, con intenciones publicitarias obvias.
Descaro o ingenuidad no son dos actitudes excluyentes en este arte que desbarata bastantes de las hipocres¨ªas occidentales y se da prisa en interpretar las actuales tensiones de ?frica, contando con un pasado art¨ªstico de 7.000 a?os, y con una esperanza de vida que no ofrece tiempo para demasiadas disquisiciones intelectuales.
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