Seis sue?os de arquitectura y vino

Al pueblo de Elciego le han puesto un lazo. Una mo?a de titanio irisado, obra de Frank Gehry, colocada sobre los vi?edos como si fuesen un regalo. Lo merecen; las cepas que colorean de rojo el tranquilizador paisaje oto?al de La Rioja alavesa acaban de ser vendimiadas, iniciando, como cada a?o, el c¨ªrculo de creaci¨®n de unos de los mejores vinos del mundo. El edificio de Gehry para Marqu¨¦s de Riscal es el ¨²ltimo caso del romance que viven las bodegas de la zona con la arquitectura del siglo XXI. Encerrada entre la sierra de Cantabria y el r¨ªo Ebro, dividida entre ?lava y La Rioja y bendecida por un suelo seco que hace sufrir a la cepa (que da pocas uvas, pero bien alimentadas), ¨¦sta es una tierra de tradici¨®n, horadada por bodegas centenarias que, sin embargo, han sabido renovarse. En los 50 kil¨®metros que van desde Logro?o hasta Haro firman bodegas, adem¨¢s de Gehry, Hadid, Calatrava o Aspiazu. Seis postales de formas y sabores.

En Elciego, lo que quer¨ªa contar Frank Gehry es que "el vino es algo festivo, que trata del placer y la alegr¨ªa". Por eso el edificio de Marqu¨¦s de Riscal es una explosi¨®n de luz en el apacible paisaje

La bodega Ysios, una nave longitudinal con techado de aluminio proyectada por Santiago Calatrava, recibe 20.000 visitas al a?o. Es de las que m¨¢s turistas atrae, pero casi todas las bodegas de la zona admiten p¨²blico. En un par de horas se explica el proceso de la uva y se acaba probando un vino

LA BOTELLA

(HARO, LA RIOJA)

Zaha Hadid para L¨®pez de Heredia / Vi?a Tondonia

Mar¨ªa Jos¨¦ L¨®pez de Heredia le mand¨® un e-mail a Zaha Hadid cont¨¢ndole su caso. Ten¨ªa en el trastero una caseta que su bisabuelo hab¨ªa llevado a la Exposici¨®n Universal de 1910 y quer¨ªa ponerle una cubierta para celebrar el 125? aniversario de la empresa familiar. "Vino al estudio", cuenta la arquitecta iraqu¨ª, "y habl¨® durante varias horas, al final ya ¨¦ramos parte de la familia. Nos intrig¨® que nos escogiese; en sus bodegas, los procesos permanecen inalterados por la moda generaci¨®n tras generaci¨®n. Las paredes est¨¢n construidas con t¨¦cnicas perdidas de los romanos. Fue un acto de fe por su parte. Era imposible negarse". Cuatro a?os despu¨¦s de aquel e-mail, Mar¨ªa Jos¨¦ tiene un hadid en la entrada de su bodega "como quien tiene un picasso en su casa". "Se supone que es una botella, pero Zaha tiene esa mente que todo lo estroncia, una mente l¨ªquida, y parece m¨¢s una frasca", dice la bodeguera. "El hilo conductor es enfrentar lo nuevo a lo antiguo", dice desde Londres la arquitecta, cuyo edificio alberga la tienda y las salas de cata. Una joya de modernidad y audacia dentro de una bodega del XIX, donde todo se hace, seg¨²n Mar¨ªa Jos¨¦, "con artilugios juliovernianos". Las tinas de madera tienen m¨¢s de 100 a?os, los filtros son gavillas de sarmientos, la instalaci¨®n el¨¦ctrica es la original y el moho controla la humedad. Y en medio de todo esto (justo la idea que tenemos de una bodega, oscura, misteriosa y con telara?as) se sienta un hadid dorado y l¨ªquido con un interior sacado de La naranja mec¨¢nica.

"No escog¨ª a una arquitecta famosa por marketing", explica Mar¨ªa Jos¨¦. De Hadid le gust¨®, adem¨¢s de su obra, que fuese mujer y algo que ley¨® que hab¨ªa dicho: "La arquitectura s¨®lo tendr¨¢ importancia cuando los particulares apuesten por el riesgo". Quiz¨¢ precisamente por ello, la ¨²nica arquitecta que ha ganado un Premio Pritzker acept¨® (antes de ganarlo, eso s¨ª) el proyecto de una peque?a empresa familiar dirigida por una mujer que defiende que "por mucho glamour que se inventen, los bodegueros somos agricultores". La tenaz riojana ya ha liado otra vez a la diva iraqu¨ª: "Le he dicho: 'Zaha, a ver si me montas ah¨ª arriba un museo bien bonito para meter todo lo del bisabuelo. Y hazme un precio pre-Pritzker, ?eh?".

LA VI?A

(ELCIEGO, ?LAVA)

Frank Gehry para Marqu¨¦s de Riscal

La carretera de Elciego est¨¢ cortada. Los temporeros portugueses se asoman curiosos por las ventanas de los ¨²ltimos tractores de vendimia. Va a pasar el Rey. Viene a inaugurar la Ciudad del Vino, un complejo tur¨ªstico dentro de las bodegas Herederos Marqu¨¦s de Riscal que incluye, adem¨¢s del hotel de lujo creado por Frank Gehry (con 14 habitaciones, entre los 350 y los 1.350 euros), un restaurante y un balneario con tratamientos de esencia de uva. Hay habitaciones reservadas hasta 2010 y en el pueblo han abierto un par de bares. El edificio del canadiense-estadounidense consiste en tres bloques de piedra de la regi¨®n tocados por una estructura voladiza de aluminio y titanio de los colores del vino. Gehry quiso crear "una criatura maravillosa que flotase sobre la vi?a" y para ello recurri¨® a las ondas met¨¢licas que ya us¨® en el Guggenheim de Bilbao. "Las curvas existen desde que alguien pens¨® que un objeto no debe ser decoraci¨®n, sino movimiento. La idea ya estaba en Fidias, en las esculturas danzantes de Shiva... Es un secreto muy antiguo: expresar sentimientos con un material inerte". En Elciego, lo que quer¨ªa contar es que "el vino es algo festivo, que trata del placer y la alegr¨ªa". Por eso el edificio es una explosi¨®n de luz en el apacible paisaje. Desde dentro, sin embargo, manda lo tenue. La suite Gehry es un espacio redondeado y exclusivo con la vista del pueblo enmarcada bajo una visera met¨¢lica. Seg¨²n Gehry, "la sombra crea intimidad, como cuando llevas una gorra de b¨¦isbol y miras desde debajo; te sientes protegido".

Ocho a?os despu¨¦s de convencer al arquitecto degollando una botella de su a?o de nacimiento, 1929, Alejandro Aznar, presidente de la compa?¨ªa, est¨¢ encantado con su inversi¨®n de 70 millones de euros. "No s¨¦ c¨®mo ser¨¢n otros genios", dice, "pero ¨¦ste se adapta a las necesidades del cliente. Aunque, como todas las estrellas, es un seductor". En el brindis inaugural ante el Rey, el empresario da las gracias a "Frank" por haber escuchado "su sue?o".

LA VINIFICACI?N

(SAMANIEGO, ?LAVA)

I?aki Aspiazu para Bodegas Baigorri

Cuentan que Jes¨²s Baigorri e I?aki Aspiazu tienen comidas memorables. Es el precio del consenso. "Formamos un t¨¢ndem", dice el bodeguero. "Yo aprendo de arquitectura; ¨¦l, de vinos". Baigorri ten¨ªa muy claro lo que quer¨ªa: gravedad. La uva caer¨ªa de las cajas de vendimia a los tanques de fermentaci¨®n, volver¨ªa a caer para ser remontada (revuelta para mezclar mosto y hollejo), se deslizar¨ªa a las presas, y de ¨¦stas, a las barricas. Mimada como un tesoro, sin ser impulsada por bombas mec¨¢nicas."La arquitectura es parte del proceso; I?aki supo convertir mis necesidades en l¨ªneas y espacios". Pura funcionalidad. Siete niveles di¨¢fanos e higi¨¦nicos que se hunden en la tierra como un templo azteca. Bajar por su rampa lateral es un paseo did¨¢ctico que acompa?a a la uva en su viaje gravitatorio hasta ser vino.

La bodega est¨¢ oculta bajo tierra, salvo la entrada, para la que Aspiazu proyect¨® un cubo de cristal de 400 metros cuadrados. Fuera, 360 grados de vistas sobre los vi?edos. Dentro, un lugar de equilibrio y ascetismo rodeado por un foso de agua poco profundo. Pero aqu¨ª nada es meramente decorativo: en caso de incendio, esta agua ser¨ªa la primera en usarse.

LA BARRICA

(LAGUARDIA, ?LAVA)

Phillipe Mazi¨¨res para Vi?a Real

Vista desde el aire, la nave de vinificaci¨®n de Vi?a Real es una barrica cortada por la mitad. Alberga los dep¨®sitos de acero inoxidable que se usan desde los ochenta para fermentar el vino, pero recuerda a una tina tradicional. Donde debieran estar los cellos, hay una hilera de ventanas que vierten luz indirecta para no estropear el caldo. El en¨®logo Jos¨¦ Mar¨ªa Ryan explica que, adem¨¢s de simb¨®lica, la forma es funcional; desde su laboratorio, por ejemplo, controla todo con un par de vistazos. En el centro, una claraboya crea lo que el arquitecto Phillipe Mazi¨¨res bautiz¨® como "el pozo de luz". Dieciocho metros de iluminaci¨®n natural que caen hasta la sala noble, donde reposan las barricas, ¨¦stas s¨ª, a escala humana.

Las categor¨ªas de los riojas dependen de los a?os que el vino duerma en el roble y en la botella. El crianza permanece dos a?os en la bodega, uno de ellos como m¨ªnimo en madera; el reserva, tres, con al menos uno en madera, y el gran reserva, cinco, con dos de ellos en barrica. La madera dota al vino de sabores tostados, redondea su sabor y le permite respirar. Para el en¨®logo, las categor¨ªas son burocr¨¢ticas. ?l defiende un deleite m¨¢s personal y alejado de esnobismos: "Un vino siempre es subjetivo y tan bueno como le parece al que lo paga".

LA BODEGA

(LOGRO?O, LA RIOJA)

Ignacio Quemada para Juan Alcorta

El coraz¨®n de Juan Alcorta es un enorme entramado de pasillos y salas subterr¨¢neas. Tras una puerta de cinco metros se esconde la bodega que alberga en un mismo lugar el mayor n¨²mero de barricas del mundo, 70.000, dispuestas en seis alturas. Desde la pasarela central, la iluminaci¨®n del horizonte de madera parece ideada por un escen¨®grafo. "Todo est¨¢ muy pensado para las visitas. Un poco como directores de cine, tratamos de ofrecer puntos de vista privilegiados para el espectador", dice el arquitecto Ignacio Quemada. Hay persianas que suben a 25 metros del bot¨®n dejando entrar el paisaje en el mundo subterr¨¢neo, galer¨ªas acristaladas que permiten ver c¨®mo trabajan los operarios sin molestar, luces suaves que no se sabe bien de d¨®nde salen, salas de cata de Corian blanco como laboratorios futuristas. Por fuera es un elegante edificio que se integra en el cerro con horizontales que recuerdan a estratos erosionados. Por dentro es un monstruo que produce unos 25 millones de botellas al a?o.

LA CATA

(LAGUARDIA, ?LAVA)

Santiago Calatrava para Ysios

"Y ¨¦sta es la sala m¨¢s espectacular", anuncia la gu¨ªa. El grupo, unos 30 adultos y siete ni?os, saca las c¨¢maras. "Como veis, no se parece a la idea que tenemos de una bodega". "No es oscura, ni profunda, ni tiene telara?as". El grupo asiente. "Todo el peso va a las paredes y las fuerzas se compensan con las ondulaciones del tejado. Fijaos, no hay ni un solo punto de apoyo". Pausa dram¨¢tica. "Confiemos en Calatrava".

La Bodega Ysios, una nave longitudinal con techado de aluminio proyectada por Santiago Calatrava, recibe 20.000 visitas al a?o. Es de las que m¨¢s turistas atraen, aunque casi todas las bodegas de la zona admiten p¨²blico. En un par de horas se explica el proceso de la uva y se acaba probando un vino. La cata pone un poco nerviosos a los inexpertos, pero el tono educativo de los gu¨ªas, y los tragos, reducen los complejos enseguida. El turista no saldr¨¢ hecho un sumiller, pero sacar¨¢ un par de trucos. La botella se abre media hora antes del consumo (si no da tiempo, se vierte en un decantador). Para enfriarla se usa una cubitera, no el congelador. La copa se coge de la base para no calentar el caldo. El color no se mira elevando la copa a contraluz, sino inclin¨¢ndola sobre un fondo blanco. Los vinos m¨¢s viejos tienden hacia el rojo y el marr¨®n. Los j¨®venes, al morado. Hay que oler con toda la nariz dentro de la copa, sin miedo, girarla para que el vino se airee, y oler otra vez. Con el primer trago hay que enjuagarse la boca para saborear bien, y si la risa lo permite, hacer el spaghetti, sorbiendo aire entre los dientes para liberar los sabores.