Del 'habilis' al 'sapiens sapiens'
Visita al Museo Arqueol¨®gico de Saint-Germain-en-Laye, cerca de Par¨ªs
Parece incre¨ªble aunque est¨¢ ah¨ª, a pocos cent¨ªmetros de nuestra mirada, tangible. La Dama de la Capucha fue una persona de carne y hueso que, con sus miedos, afanes y caprichos, existi¨®. Alguien, hace 23.000 a?os, la eligi¨® quiz¨¢ como modelo, y esculpi¨® su belleza. La tall¨® sobre un colmillo de mamut. Considerado como uno de los primeros objetos del patrimonio art¨ªstico de la humanidad, ese rostro estremece. Eva, madre, hermana o amante.
A quien le guste la prehistoria, la arqueolog¨ªa o simplemente los avatares accidentales de la evoluci¨®n humana, le encantar¨¢ el castillo de Saint-Germain-en-Laye y su museo. Disfrutar¨¢ cual colegial o reflexionar¨¢ como fil¨®sofo ante sus 2.900 objetos expuestos. Las salas de este museo (creado por Napole¨®n III en 1862 sobre las ruinas del fort¨ªn edificado por Louis VI el Gordo en 1122) contienen algunas de las colecciones arqueol¨®gicas m¨¢s ricas del mundo. El conjunto museogr¨¢fico traza, con rigurosa cronolog¨ªa, la vida de los mam¨ªferos humanos desde los or¨ªgenes hasta la ¨¦poca galo-romana. Puesto al d¨ªa con sobriedad, sin excesos decorativos, los claroscuros ambientales sugieren intimidad, como si anduvi¨¦semos por un lugar cuyo culto se halla a medio camino entre el germen de lo sagrado y las severas conclusiones del saber cient¨ªfico.
En un castillo del siglo XIX dormita una musa tallada hace 23.000 a?os sobre un colmillo de mamut. Y junto a ella, casi 3.000 objetos que cuentan historias sobre la evoluci¨®n de nuestra especie.
A los pocos minutos, observando huesos, monumentos funerarios, f¨®siles, armas, d¨®lmenes, sarc¨®fagos y reliquias, el visitante se percata de su propia y fr¨¢gil existencia. Tras las vitrinas, como si tomara s¨²bitamente conciencia de la p¨²dica solemnidad -incluso a veces irrisoria- del tiempo, ve pasar al Homo habilis, erectus, sapiens, sapiens sapiens, y sus antiqu¨ªsimos restos, vestigios a los que debemos lo que somos hoy. Rudo aprendizaje. Los dinosaurios desaparecieron de la corteza terrestre, pero nosotros seguimos en ella. La especie humana ha sabido adaptarse al furor clim¨¢tico, las glaciaciones, los cambios geol¨®gicos, la hostilidad salvaje de la naturaleza, las luchas fratricidas.
En el paleol¨ªtico, el hombre de Neandertal desaparece, tras convivir con el de Croma?¨®n, y ¨¦ste comienza a manifestar un prurito est¨¦tico. El Homo habilis talla el cristal de roca, modela jaspe. En el mesol¨ªtico aparece el arco. Se domestica el perro. En el neol¨ªtico advienen mutaciones econ¨®micas y sociales importantes. Se instaura una vida sedentaria, germen incipiente de la agricultura, y surgen las primeras ciudades. Al echar ra¨ªces, los n¨®madas itinerantes crean necr¨®polis, sepulturas colectivas. La edad de bronce trae consigo una innovaci¨®n esencial: la alianza entre el cobre y el esta?o. Reforzada la metalurgia, la sociedad se jerarquiza, los dep¨®sitos de riquezas y tesoros se multiplican. Durante la edad de hierro (llamada de Hallstatt) se afianzar¨¢n estos progresos, y despu¨¦s, durante el periodo llamado de Tene, se desarrollar¨¢n las primeras formas de Estado, se instaurar¨¢n cementerios y se construir¨¢n carros de combate.
El museo presenta una selecci¨®n de los hallazgos con claridad. Su gradaci¨®n por eslabones est¨¢ muy cuidada. Lo esencial sobresale, interroga la mirada, queda patente. Cada pieza, desde afiladas puntas de lanza en s¨ªlex hasta platos ovalados con dos asas, nos cuenta una historia. Los caballos tallados sobre marfil de mastodontes salvajes, hachas pulidas, bloques esculpidos sobre roca figurando jabal¨ªes o bisontes, y, sobre todo, la estatuilla femenina ya citada y descubierta en las cavernas Du Pape (en Las Landas), as¨ª como las sencillas corazas, cascos y espadas de once siglos antes de Jesucristo, son maravillas. A destacar igualmente el gran mosaico romano coloreado, llamado Calendario agr¨ªcola, los personajes en cobre dorado (parecidos a ciertas obras de Giacometti) y, cerrando el ciclo expositivo, la inquietante estatua del dios Mercurio, semejante a un gigante cabezudo.
A los pies del castillo, un jard¨ªn acaba en mirador, al borde del cual se extienden inmensas planicies del valle del Sena. La panor¨¢mica alcanza hasta el oeste de Par¨ªs, donde sobresalen los rascacielos de la Defensa como cajitas de cerillas. El rinc¨®n es soberbio. All¨ª mismo, extendiendo un mantel sobre el c¨¦sped, se puede comer o merendar. El pueblecito, r¨²stico y con gran zona peatonal, vibra de peque?as tiendas agradables.
GU?A PR?CTICA
C¨®mo llegar- Vueling (www.vueling.com; 902 33 39 33 ) tiene vuelos de Madrid a Par¨ªs a partir de 125 euros.- Iberia (902 400 500 www.iberia.es) ofrece promociones puntuales desde Madrid alrededor de los 100 euros.- Ryanair (www.ryanair.com; 807 22 00 32) tiene vuelos desde Barcelona a partir de 47,65 euros.- Clickair (www.clickair.com; 902 25 42 52). Desde Sevilla por 113 euros, y desde Valencia, a partir de 75,86.Visitas- Museo Arqueol¨®gico Nacional del Castillo de Saint-Germain-en-Laye (www.musee-antiquitesnationales.fr; 00 33 134 51 65 36). Abierto de 9.00 a 17.15. Martes, cerrado. Entrada, 4 euros. Entrada gratuita los primeros domingos de mes. L¨ªnea A del RER y autob¨²s 258 desde La D¨¦fense.
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