L¨ªnea 1, la l¨ªnea del miedo
Numerosos viajeros del metro que caus¨® 43 muertos aseguran sentir temor ante los incidentes y carencias que afectan a los convoyes
Los viajeros se miran en silencio, formando un c¨ªrculo alrededor del lugar en el que el agua toca el suelo tras caer 15 o 20 metros desde la rendija de una de las luces del techo. Es mi¨¦rcoles, seis y media de la tarde y llueve por fin en Valencia. La gotera gigante del and¨¦n va mojando la estaci¨®n de Col¨®n, una de las paradas estrella de Metro Valencia, con sus m¨¢rmoles nuevos, su iluminaci¨®n de dise?o, sus ocho escaleras mec¨¢nicas enfrentadas y su estructura de centro comercial. Afortunadamente, aqu¨ª casi nunca llueve.
Como era de esperar, la situaci¨®n en las estaciones de la l¨ªnea 1, las m¨¢s viejas de la red, es considerablemente peor. Uno de los accesos de ?ngel Guimer¨¢ est¨¢ completamente anegado, y los viajeros pasan sobre un camino de serr¨ªn.
"Los trenes viejos me ponen nerviosa y los dejo pasar hasta que llegue otro m¨¢s nuevo"
"Ayer, cuando llovi¨®, en la primera vagoneta, not¨¢bamos patinar las ruedas: ?Shiii!, ?shiii!"
Todo eso, sin embargo, parece la ¨²ltima preocupaci¨®n de los usuarios. Al d¨ªa siguiente, en la misma estaci¨®n, Toni, de 41 a?os, dir¨¢: "Por supuesto que tienes miedo. Porque cada vez que el metro coge una curva las ruedas chirr¨ªan, y te notas inestable. Y ayer, cuando llovi¨®, los que ¨ªbamos en la primera vagoneta notamos c¨®mo las ruedas patinaban: ?Shiiii!, ?Shiiii! Y todo el mundo, claro, miraba y dec¨ªa: 'Pero qu¨¦ es lo que pasa".
Han transcurrido m¨¢s de 100 d¨ªas desde el accidente del 3 de julio, y la mayor¨ªa de los usuarios afirman que todo sigue igual. Aunque quiz¨¢ algo s¨ª ha cambiado: antes del accidente, muchos alimentaban una sospecha; hoy, hablan de temor.
"A m¨ª la verdad es que no me gusta nada. Y tengo que venir, pero cada vez me da m¨¢s miedo", dice Juani Fern¨¢ndez, ama de casa. "Antes del accidente yo dec¨ªa: 'Cualquier d¨ªa explotar¨¢ o reventar¨¢ lo que sea', y eso ha pasado. Ahora, cuando veo que el tren hace cosas raras, me levanto, no lo puedo evitar. Y cuando vienen estos trenes de Paterna que llevan a¨²n las ventanillas bajadas, ah¨ª ya me pongo nerviosita del todo. Y los dejo pasar. Los dejo pasar y me espero a que venga otro que est¨¦ m¨¢s nuevo".
El convoy conducido por Joaqu¨ªn Pardo descarril¨® entre las estaciones de Jes¨²s y de Plaza de Espa?a a 80 kil¨®metros por hora. Ahora, el metro circula despacio entre esas dos paradas. Y a¨²n as¨ª, al zigzaguear, el vag¨®n chirr¨ªa, las piezas crujen y durante un rato todo tiembla. Es el final de la tarde, quedan sitios de sobra. Los semblantes son serios, o cansados. Hay quien mira por la ventanilla, casi nadie habla.
Una de las pasajeras, Remedios, de 60 a?os, dice: "La verdad es que no. Nunca lo pienso. Ahora porque me lo has preguntado, pero prefiero no hacerlo porque todo sigue igual. Yo no he notado ninguna mejora. Nada. Y protestar no sirve para nada, porque para ellos las obligaciones son las del usuario y no las suyas".
El metro sigue adelante. Sale a la superficie llevando a los de siempre: trabajadores, sobre todo mujeres, chavales en edad de estudiar, inmigrantes. Al parar en Sant Isidre, uno de ellos le se?ala a otro el muro del cementerio. Y se ponen a hablar en rumano, muy bajito. Ahora parecen decir "m¨¢rmol"; y ahora, "2.000 o 3.000 euros".
Unos asientos m¨¢s all¨¢ se sientan dos mujeres j¨®venes. "Hay metros que est¨¢n tan viejos que da pena subir en ellos, y eso lo veo vergonzoso", afirma una de ellas, y enseguida abandona el vag¨®n. Enfrente, Mar¨ªa Jos¨¦ Mora, de 33 a?os, licenciada en Derecho, usuaria desde hace 14 a?os de la l¨ªnea, pone cara de llevar mucho tiempo esperando a que alguien le preguntara. "Yo te puedo decir m¨¢s", asegura, y comienza un relato que durar¨¢ varias paradas, hasta Torrent, y que vale la pena escuchar.
"Los trabajadores del metro dejan mucho que desear. Los horarios no se cumplen. No se dan explicaciones. La gente llega tarde, hay aver¨ªas y no se comunican. Te dejan esperando 30 minutos dentro del vag¨®n, con gente con verdaderos ataques de p¨¢nico y sin que nadie te diga por megafon¨ªa qu¨¦ es lo que est¨¢ ocurriendo. ?Qu¨¦ m¨¢s te podr¨ªa decir? Que ante una reclamaci¨®n, y hay miles de reclamaciones, lo ¨²nico que hacen es darte un billete para taparte la boca, como si fu¨¦ramos borregos. ?Qu¨¦ m¨¢s? Nos llevan a horas punta en m¨¢quinas totalmente obsoletas. En condiciones infrahumanas, tercermundistas. A veces el control de velocidad no se cumple. Dos o tres d¨ªas despu¨¦s del accidente del metro, cuando se repuso la l¨ªnea, en ?ngel Guimer¨¢, una estaci¨®n s¨²per concurrida, cerraron las puertas cuando est¨¢bamos en pleno trance de subir al vag¨®n. Mucha gente tuvo que pegar un salto. A otros las puertas les cogi¨® alg¨²n miembro y les hicieron da?o. Las m¨¢quinas canceladoras no funcionan". Toma aire. "Puedo estar as¨ª toda la tarde".
"Oyes comentarios de la gente que trabaja aqu¨ª, y ellos mismos se quejan de que las m¨¢quinas no funcionan, y de que no reciben ninguna soluci¨®n. Les dicen que cojan otra m¨¢quina. O ponen piezas usadas que a lo mejor no est¨¢n en buenas condiciones". Y por ¨²ltimo: "Hace dos semanas, a un se?or que trabaja aqu¨ª, le o¨ª que dec¨ªa: 'Y tranquila, que esto ha pasado, pero va a volver a pasar'. Eso lo dijo un se?or con uniforme de trabajador de metro. Imag¨ªnate c¨®mo se le queda a un usuario de metro el cuerpo cuando escucha eso. Pienso que no se han puesto los medios. Yo he ido en trenes de los antiguos y he visto c¨®mo a mitad de trayecto empezaba a oler a quemado. O las puertas no se cerraban y aun as¨ª han llevado pasajeros. Poniendo un precinto en la puerta".
?Por qu¨¦ siguen usando un servicio p¨²blico que les da miedo? Vanessa Quiles, estudiante, de 22 a?os, responder¨¢ que ning¨²n autob¨²s cubre el trayecto entre su pueblo y la universidad; que no tiene carn¨¦ de conducir; y que aunque lo tuviera todav¨ªa le faltar¨ªa el coche. Y Amparo Chuli¨¢, de 61 a?os, que se gana la vida limpiando oficinas, ir¨¢ al grano y contestar¨¢ que no le queda "otro remedio". Quiz¨¢ incluso Sam, nigeriano, que vuelve a casa desde un almac¨¦n de Picanya, dir¨ªa lo mismo si se lo hubiera planteado. Mar¨ªa Jos¨¦ Mora afirmar¨¢: "Porque si funcionase bien, es el medio de transporte ideal. No tienes que aparcar, te evitas atascos, accidentes, no consumes, ni contaminas. Es ideal. Pero, tal y como est¨¢ montada la infraestructura en la l¨ªnea 1, no creo que haya un solo usuario contento".
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