Lo desigual asesina la globalizaci¨®n
LA GLOBALIZACI?N es desde hace al menos tres lustros el terreno donde se desarrolla la mayor parte de los conflictos sociales, Incluidos los que tienen que ver con los valores b¨¢sicos. Despu¨¦s de tanto estudio sobre la misma y sobre sus efectos te¨®ricos, hace alg¨²n tiempo que se multiplican los balances de lo que ese proceso de internacionalizaci¨®n sui g¨¦neris ha supuesto para individuos y pa¨ªses. Uno de los mayores consensos entre los estudiosos de la globalizaci¨®n -que no es un¨¢nime- es el crecimiento de las desigualdades.
Al estudio de las mismas se dedica un actual¨ªsimo libro (La era de las desigualdades. Editorial Sistema) de uno de los economistas m¨¢s relevantes del Banco Mundial, Branko Milanovic. En esa pol¨¦mica entre especialistas sobre si la desigualdad mundial se reduce, se mantiene o aumenta, Milanovic argumenta con mucho rigor y datos emp¨ªricos puestos al d¨ªa. Sobre todo, para demostrar que la desigualdad es central en el debate social, aunque muchas veces quede marginada en las pol¨¦micas t¨¦cnicas sobre la eficiencia econ¨®mica, porque al abordarse a nivel mundial nadie parece "responsable" de la misma.
?ste es un mundo en el que todos son sensibles al riesgo, pero indiferentes al destino. El destino de la globalizaci¨®n parece ser el de la enorme desigualdad, m¨¢s all¨¢ de otros efectos positivos que sin duda posee
Milanovic (que ha colaborado en la revista espa?ola Principios. Estudios de Econom¨ªa Pol¨ªtica, un intento te¨®rico de enorme riesgo, que lleva media docena de n¨²meros en las librer¨ªas) piensa que hay dos procesos que ayudar¨¢n a incrementar la relevancia de la desigualdad a escala mundial. El primero es la toma de conciencia de la diferencia de ingresos: la globalizaci¨®n contribuye por s¨ª misma al aumento de la percepci¨®n de desigualdad, independientemente de si la misma est¨¢ realmente aumentando o no. El segundo es la inmigraci¨®n; aunque las migraciones actuales son inferiores a las de hace un siglo, a medida que aumenta la desigualdad de la renta -o aunque se mantenga constante la percepci¨®n de la misma- y se reduce el coste de los viajes, la presi¨®n por emigrar continuar¨¢. Es poco realista que se puedan mantener grandes diferencias de ingresos entre la costa septentrional y la meridional del Mediterr¨¢neo o entre M¨¦xico y EE UU, sin m¨¢s presi¨®n migratoria.
Uno de los m¨¢s ilustres antecesores de Milanovic en el Banco Mundial, el Nobel de Econom¨ªa Joseph Stiglitz, tambi¨¦n tiene libro nuevo y libro mayor (C¨®mo hacer que funcione la globalizaci¨®n. Editorial Taurus). Tercera parte de El malestar en la globalizaci¨®n o Los felices noventa, Stiglitz se dedica al noble arte de la paradoja: salvar a la globalizaci¨®n de sus defensores m¨¢s torpes o cegatos. Stiglitz analiza los efectos nocivos de la desigualdad y las tesis de quienes entienden que la misma es s¨®lo un problema pol¨ªtico y no econ¨®mico (los que llama "fundamentalistas del mercado"). Aunque la defensa de ese fundamentalismo se ha quedado sin base intelectual, algunos columnistas (economistas) a¨²n invocan en ocasiones la "ciencia econ¨®mica" en defensa de una postura que, una vez tras otra, choca con la realidad. Las investigaciones en econom¨ªa de la informaci¨®n han demostrado que si la informaci¨®n es imperfecta, sobre todo cuando existen asimetr¨ªas en la misma -donde hay individuos que saben algo que otros no saben (es decir, siempre)- la raz¨®n de que la mano invisible parezca invisible es que no existe. Sin regulaci¨®n e intervenciones estatales apropiadas, los mercados no conducen a la eficiencia econ¨®mica, sino a la desigualdad. Aunque las investigaciones econ¨®micas (no s¨®lo las pol¨ªticas) minen sus fundamentos, los economistas m¨¢s conservadores siguen atribuyendo menos importancia a la reducci¨®n de la desigualdad porque entienden que las acciones que el Estado puede emprender para conseguirla son demasiado costosas cuando no directamente contraproducentes.
Los libros de Stiglitz y Milanovic, de gran oportunidad en esta coyuntura, son complementarios y hacen causa de la sentencia que aparece en uno de ellos: "?ste es un mundo en el que todos son sensibles al riesgo, pero indiferentes al destino".
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