Esto tambi¨¦n es ?frica
El continente africano ha invadido las salas del Guggenheim de Bilbao. Son las obras de artistas contempor¨¢neos que desde hace quince a?os colecciona un millonario suizo, Jean Pigozzi. Coloristas, singulares y diferentes, muestran la cara oculta de un arte casi desconocido
'100% ?frica' es una exposici¨®n de coleccionista. Las obras que se exhiben estos d¨ªas en el Guggenheim de Bilbao son propiedad de Jean Pigozzi, un millonario financiero de origen italiano que comenz¨® a adquirirlas en 1989, tras visitar en Par¨ªs una exposici¨®n m¨ªtica, Les Magiciens de la Terre, que ese mismo a?o revolucion¨® la mirada sobre la creaci¨®n contempor¨¢nea. "Antes de esa fecha no ten¨ªa ni idea de que pudiese existir en ?frica una actividad art¨ªstica de tal riqueza", admite Pigozzi. Andr¨¦ Magnin, uno de los art¨ªfices de Les Magiciens de la Terre, habla de un antes y un despu¨¦s: "Nadie se interesaba por la creatividad de m¨¢s de dos terceras partes de la humanidad". La constataci¨®n llev¨® a Magnin a viajar por casi todos los pa¨ªses de ?frica -"s¨®lo he dejado de visitar Ruanda y la Rep¨²blica Centroafricana", afirma-, y hoy es sin duda el mayor especialista en el arte contempor¨¢neo que se hace en el continente negro. "Cuando empec¨¦ a viajar a ?frica, all¨ª no hab¨ªa ni galer¨ªas, ni marchantes ni museos. Todo estaba por hacer, por descubrir".
El arte en ?frica es un descubrimiento de etn¨®logos y antrop¨®logos. Para ellos, la dimensi¨®n est¨¦tica del objeto es accidental. Para Magnin es fundamental, algo en lo que coincide con Pigozzi. El mismo d¨ªa en que se clausur¨® la exposici¨®n de Les Magiciens de la Terre, Jean Pigozzi viaj¨® a Par¨ªs y contrat¨® a Magnin. Hoy, miles de obras forman esa colecci¨®n de arte contempor¨¢neo africano que se ha mostrado en 30 exposiciones individuales y 40 colectivas.
Pero ?por qu¨¦ ?frica? Magnin aventura una explicaci¨®n: "Pigozzi es un millonario exc¨¦ntrico. Un d¨ªa me coment¨® que todos sus amigos ricos ten¨ªan su warhol, su richard serra, su cy tombly, su basquiat? ?Pero ¨¦l quer¨ªa otra cosa!". Y de ah¨ª la voluntad de descubrir. La CAAC (Colecci¨®n de Arte Africano Contempor¨¢neo) reposa, de momento, en un almac¨¦n del aeropuerto de Ginebra. "Puede que un d¨ªa Pigozzi ponga en marcha una fundaci¨®n, pero de momento, los miles de obras de algo m¨¢s de 80 artistas permanecen en Ginebra para as¨ª poder viajar de un lugar a otro del mundo con los menores problemas administrativos posibles. Ciertas pinturas o esculturas est¨¢n en algunos de los domicilios de Jean Pigozzi. A ¨¦l le gusta contemplarlas y decoran las paredes de sus apartamentos en Londres, Par¨ªs, Nueva York, Francia, Panam¨¢ o de su barco".
Algunas de las obras que se muestran en Bilbao han sido creadas especialmente para esta ocasi¨®n. "Seguimos de cerca el trabajo de unos 35 creadores. En principio, todos ellos siguen viviendo en ?frica. No hemos impuesto ning¨²n tema". Pero las obras tienen algo en com¨²n. "En Occidente, el artista es un individualista, tanto en su manera de comportarse como en lo que hace. En ?frica, la creaci¨®n refleja siempre una preocupaci¨®n por la comunidad. Es otra tradici¨®n cultural. Ellos se saben pertenecientes a un grupo, a un lugar, a una comunidad. Por eso es tan importante que sigan viviendo en ?frica".
Andr¨¦ Magnin dice tener como proyecto personal "a?adir unas cuantas p¨¢ginas a la historia del arte", las que corresponden a un continente olvidado. Si hasta bien entrado el siglo XX todo lo que ven¨ªa de ?frica era materia para un discurso sobre la evoluci¨®n de las civilizaciones, a principios del siglo pasado, un grupo de artistas -Picasso, Derain, Matisse, Apollinaire?- descubrieron el arte negro fascinados ante la potencia de unas formas, de un lenguaje capaz de conservar un misterio, un aura sagrada. Pero la seducci¨®n de ese arte negro no tiene en cuenta la identidad de los creadores y, menos a¨²n, su contemporaneidad.
Posteriormente, ?frica conocer¨¢ d¨¦cadas en las que se convertir¨¢ en propiedad de otros pa¨ªses. Pierden su identidad, sus fronteras y sus tradiciones. Cuando comienzan a triunfar los movimientos en favor de la independencia, los creadores africanos no saben c¨®mo recuperar su propia voz: ?pueden servirse de las t¨¦cnicas y del lenguaje de los colonizadores para hacer escuchar la voz de los colonizados? M¨¢s tarde llegar¨¢ a fabricarse una suerte de academicismo anticolonialista, sin duda influido por el ejemplo de pa¨ªses como la URSS o Cuba, que juegan un papel importante en ?frica. Es un arte obligadamente pol¨ªtico, directamente pol¨ªtico, a veces con la fuerza de la urgencia y de la raz¨®n sumada a una indiscutible maestr¨ªa expresiva. Pero los movimientos de liberaci¨®n, la epopeya de la reconstrucci¨®n nacional, tienen sus l¨ªmites. El nuevo poder puede ser tan desp¨®tico y cruel como el de las potencias extranjeras, tanto o m¨¢s corrupto, incompetente y, siempre, mucho m¨¢s demag¨®gico. El artista acaba por encontrar la distancia adecuada y la voz propia.
"Habr¨¦ viajado a ?frica m¨¢s de doscientas veces. Hace quince a?os hab¨ªa que ir a cada pa¨ªs, a cada taller, hablar personalmente con cada artista. No ten¨ªan ni tel¨¦fono. Ellos apenas sab¨ªan nada del resto del mundo y nosotros no sab¨ªamos nada de ellos", recuerda Magnin. "Eso ha cambiado totalmente gracias a Internet. Ahora, antes de emprender el viaje, el artista me env¨ªa fotos de lo que est¨¢ haciendo. Con Pigozzi nos hacemos ya una idea de si aquello nos interesa o no". Cuando se mont¨® la exposici¨®n Les Magiciens de la Terre tuvieron que comprar todas las obras para poder transportarlas hasta Francia. "No las pod¨ªamos pedir prestadas a una galer¨ªa porque ninguno ten¨ªa galer¨ªa ni pod¨ªamos decirles que se las ¨ªbamos a devolver a trav¨¦s de un env¨ªo con todas las garant¨ªas porque no exist¨ªan ni las garant¨ªas ni la regularidad de la distribuci¨®n de los paquetes postales", cuenta Magnin. Un patrocinador inesperado resolvi¨® el problema de la adquisici¨®n de obras. "Andr¨¦ Rousselet, de Canal +, fue el gran patrocinador, y la cadena de televisi¨®n ha heredado una buena parte de la obra que entonces se expuso". Ahora, todo funciona de otra manera, aunque Andr¨¦ Magnin insiste en que no tiene ning¨²n tipo de contrato con los artistas. "Todo funciona a partir de la confianza. Ellos saben que nunca les he enga?ado, que conmigo ganan m¨¢s que con nadie y, tambi¨¦n, que les exijo, que no acepto que se dejen llevar por lo f¨¢cil, por repetir una y otra vez un hallazgo". Adem¨¢s, Magnin ha tejido otras redes, establecido complicidades con un mont¨®n de personas en cada pa¨ªs africano, y eso le permite sortear como nadie las trabas de una burocracia que puede ser tan quisquillosa como sensible a las corruptelas. "Conseguir papeles para la exportaci¨®n de obras no es algo que est¨¦ al alcance de cualquiera, pero yo s¨¦ c¨®mo obtenerlos".
En Bilbao pueden verse fotograf¨ªas de Seydou Keita, cronista autodidacta de la vida cotidiana de Mal¨ª. Hoy, sus im¨¢genes, si est¨¢n firmadas, se venden a 25.000 euros. O alguna de las m¨¢gicas ciudades imaginarias de Bodys Isek Kingelez, que ha transformado su ca¨®tica Kinshasa natal en una maravillosa utop¨ªa coloreada y llena de humor. 200.000 euros es un precio normal por una de sus creaciones. Humor y sentido cr¨ªtico son componentes constantes de Ch¨¦ri Samba, el m¨¢s popular de los retratistas africanos. Sus pinturas se subastan entre 30.000 y 40.000 d¨®lares. Las m¨¢scaras hechas con bidones, s¨ªmbolo del consumismo occidental impuesto a los africanos, son recurrentes en la obra de Romuald Hazoum¨¦, de Benin. "Seg¨²n ¨¦l", asegura Magnin, "los occidentales utilizamos ?frica como un vertedero".
Andr¨¦ Magnin se irrita cuando alguien sin ninguna informaci¨®n se atreve a opinar sobre la obra de los artistas. "Sin duda tienen todo el derecho, pero tambi¨¦n lo tienen cuando se trata de una cuesti¨®n de f¨ªsica nuclear, y entonces nadie dice nada. Para juzgar a un artista hay que conocer el contexto, haberle seguido, ponerlo en relaci¨®n con lo que hace otra gente en circunstancias parecidas. Yo quiero mostrar otra imagen de ?frica, que el continente no sea el de los cr¨ªmenes y la violencia, el de la pobreza y el hambre. All¨ª hay una creatividad enorme. Una gran alegr¨ªa. Una inteligencia formidable. Cheri Samba sabe mostrar la vida cotidiana y hacerlo de una manera que corresponde a la tradici¨®n de su pueblo. Esta colecci¨®n es fruto de un compromiso ¨¦tico y pol¨ªtico. Son obras pensadas para personas que se interesan por la cultura. Son obras que hablan de ?frica, realizadas por gente que quiere seguir viviendo en su tierra". Como el nigeriano Ojeikere, que no se cansa de retratar con su c¨¢mara los peinados de las mujeres africanas, para ¨¦l parte de un legado que viene de muy lejos. O como el malgache Efiaimbelo, que realizaba unas esculturas funerarias que rend¨ªan culto a la vida.
Los artistas africanos que viven en Europa o Estados Unidos tambi¨¦n interesan a Magnin aunque, en la gran mayor¨ªa de casos, escapen a su proyecto. "Son personas que viven en una especie de gueto, a las que marginamos a partir del dinero y de la diferencia cultural". Tambi¨¦n sigue a los pocos occidentales que hacen el camino a la inversa, que se van a ?frica para trabajar all¨ª, para buscar otra inspiraci¨®n. "Me gusta mucho lo que hace Miquel Barcel¨®. Es un artista muy potente. En Mal¨ª me parece que ha encontrado una luz, temas y materiales que le convienen".
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