La evaporaci¨®n pol¨ªtica del 'charnego'
La hip¨®tesis fue formulada en medios acad¨¦micos hace unos 15 a?os, en pleno dominio del nacionalismo catal¨¢n encabezado por Jordi Pujol, pero probablemente acab¨® calando en los medios pol¨ªticos cuando ya hab¨ªa dejado de ser cierta. Como resultado de la fusi¨®n entre el Partido Socialista de Catalu?a y la Federaci¨®n Catalana del PSOE a finales de los a?os setenta, el electorado socialista en Catalu?a ha sido durante mucho tiempo el m¨¢s amplio y heterog¨¦neo. En las elecciones generales, la movilizaci¨®n conjunta de los dos sectores de izquierdas, llam¨¦mosles simplificadamente catalanista y espa?olista, llevaba al PSOE a ser el primer partido en la comunidad, pero en las elecciones auton¨®micas, dado que la candidatura ten¨ªa una orientaci¨®n catalanista, se produc¨ªa una "abstenci¨®n diferencial" entre electores de familia castellano-hablante con origen inmigrante.
El PSC ha fracasado, pero tiene la llave para la formaci¨®n de un Gobierno en Catalu?a
Con la candidatura de Jos¨¦ Montilla, los estrategas de turno del PSC pensaron que podr¨ªan movilizar a esos electores durmientes hasta el punto de compensar la p¨¦rdida previsible de votantes de centro-izquierda catalanista que hab¨ªan apoyado a Pasqual Maragall. Otra hip¨®tesis complementaria, asimismo con alg¨²n soporte anal¨ªtico, era que esto se pod¨ªa conseguir tambi¨¦n gracias a la buena opini¨®n del p¨²blico sobre el Gobierno espa?ol del PSOE y de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, el cual podr¨ªa compensar la mala opini¨®n sobre el Gobierno catal¨¢n de izquierdas habitualmente llamado tripartito.
Estas elecciones al Parlamento de Catalu?a han quitado apoyo a la hip¨®tesis de la abstenci¨®n diferencial. En comparaci¨®n con las elecciones anteriores, el PSC ha perdido m¨¢s votos, m¨¢s porcentaje y m¨¢s esca?os que cualquier otro partido. Y ha perdido m¨¢s donde m¨¢s votos ten¨ªa, ya que si en conjunto ha bajado cuatro puntos porcentuales, en la famosa ¨¢rea metropolitana de Barcelona, anta?o llamada cintur¨®n rojo, ha perdido seis o siete puntos, especialmente en la ciudad de Barcelona, el Barcelon¨¦s, el Bajo Llobregat y el Vall¨¦s occidental.
El personaje del charnego avispado y rozagante tiene brillantes elaboraciones novel¨ªsticas desde hace varios decenios, pero todo indica que ya no tiene muchos referentes actuales, si es que alguna vez fue un retrato fiel de la colectividad. Hace treinta a?os que no llega a Catalu?a virtualmente ning¨²n inmigrante del resto de Espa?a, por lo que los m¨¢s j¨®venes tienen ya m¨¢s de cincuenta a?os de edad, muchos se han retirado y bastantes han vuelto a sus tierras de origen. Sus hijos, nacidos y educados en Catalu?a, se consideran tan catalanes como los dem¨¢s y quieren ser reconocidos como tales, aunque sigan hablando en castellano con sus progenitores. Lo ¨²ltimo que desear¨ªa la inmensa mayor parte de los catalanes de origen inmigrante es convertirse en sospechosos de anticatalanismo. Incluso la palabra charnego, que suele considerarse ofensiva, hab¨ªa desaparecido del vocabulario habitual hasta que fue reintroducida hace unos meses por un ministro socialista, precisamente en referencia a Montilla. As¨ª pues, los abstencionistas diferenciales entre las elecciones generales y las elecciones auton¨®micas han continuado absteni¨¦ndose, incluso m¨¢s que en ocasiones anteriores, pese a haber innovado con un candidato de origen andaluz o m¨¢s bien precisamente por eso.
Probablemente se ha exagerado la importancia de la abstenci¨®n en Catalu?a, ya que en otras 13 comunidades las elecciones auton¨®micas obtienen mayor participaci¨®n gracias a que tienen lugar conjuntamente con las municipales y en Andaluc¨ªa, a veces incluso con las generales. De las otras tres, es decir, las comunidades "hist¨®ricas" con elecciones separadas, Catalu?a ocupa el segundo lugar en participaci¨®n. Pero sorprende especialmente desde un punto de vista estrat¨¦gico que se haya querido jugar esta opci¨®n. Si en las primeras elecciones catalanas de 1980, con una inmigraci¨®n masiva acumulada y reciente, un amplio dominio del uso social de la lengua castellana y ausencia de instituciones propias de autogobierno, ya gan¨® el nacionalismo catal¨¢n, el socialismo fracas¨® y los andalucistas consiguieron s¨®lo una representaci¨®n testimonial, ?c¨®mo alguien pudo pensar seriamente que, tras 26 a?os sin nuevos inmigrantes, con Gobierno propio y continuadas pol¨ªticas de catalanizaci¨®n, el resultado podr¨ªa ser el contrario?
El PSC ha fracasado, pues, electoralmente, por culpa de un c¨¢lculo sobre la desagregaci¨®n de los ciudadanos de Catalu?a que ha quedado obsoleto. Parad¨®jicamente, sin embargo, son los socialistas los que tienen ahora la llave de la formaci¨®n de Gobierno en Catalu?a. M¨¢s que nunca habr¨ªa que decir que la tiene el PSC (PSC-PSOE), nombre oficial de la agrupaci¨®n. Desde el pasado mes de enero, muchos interpretaron que el pacto Mas-Zapatero que desbloque¨® la discusi¨®n del Estatuto de Catalu?a comportaba un acuerdo para la futura formaci¨®n de Gobierno. La hip¨®tesis parece m¨¢s bien especulativa porque en aquel momento ni siquiera se pod¨ªa prever que habr¨ªa elecciones anticipadas tan pronto. Pero no hay que ser profeta para augurar que los dos interlocutores intentar¨¢n ahora llegar a un entendimiento. Zapatero y los dirigentes del PSOE parecen pensar que una colaboraci¨®n estable con Converg¨¨ncia i Uni¨® asegurar¨ªa estabilidad en Catalu?a y sobre todo en el Congreso de los Diputados, mientras que en las elecciones generales no habr¨ªa mayor problema y podr¨ªan lograr de nuevo la tradicional movilizaci¨®n conjunta de los variados electores catalanes potencialmente socialistas. Este intento se enfrentar¨¢, sin embargo, con fuerte resistencia dentro del PSC. Mientras que, hace tres a?os, Zapatero vio en la presidencia de Maragall un elemento de apoyo para su propia candidatura a la presidencia del Gobierno, ahora, tras el naufragio del tripartito, cabe m¨¢s bien prever lo contrario: una confrontaci¨®n entre Zapatero y Maragall, es decir, entre el PSOE y el PSC, lo cual podr¨ªa llevar incluso a un replanteamiento de la estrategia de maridaje entre los dos partidos adoptada casi treinta a?os atr¨¢s.
Josep M. Colomer es polit¨®logo del CSIC y la UPF, autor de Grandes imperios, peque?as naciones (Anagrama/Proa)
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