Una ley conservadora

Bienvenida sea una nueva ley que establece para el libro y la edici¨®n un nuevo marco jur¨ªdico. Recordemos que la vieja ley de marzo de 1975 -todav¨ªa, pues, fruto de la dictadura- estaba pr¨¢cticamente revocada en todos sus art¨ªculos, con excepci¨®n de uno solo sobre el que precariamente se ancl¨® el real decreto que estableci¨® en nuestro pa¨ªs el sistema del "precio fijo" o ¨²nico para los libros.

Ahora, la ley cimentar¨¢ sobre bases s¨®lidas ese sistema vigente en casi todos los pa¨ªses de Europa en virtud del cual el comprador de libros encuentra el t¨ªtulo que busca al mismo precio en cualquier librer¨ªa, en cualquier punto de venta. Protege al comprador, fija la competencia entre libreros en la variedad y calidad de la selecci¨®n que ¨¦l, como profesional, ha hecho, no en la mera rebaja de los precios, y, finalmente, permite la presencia en las librer¨ªas de los llamados "libros de fondo".

Se excluyen ahora del precio fijo los libros de texto: no es buena noticia porque debilita el sistema, pero debe reconocerse que el de texto es un libro que, por su manera de producirse, comercializarse y por el tipo de demanda que satisface, tiene caracter¨ªsticas propias. Todos los padres y madres de familia han pasado por esa experiencia. Dentro de lo malo, lo mejor, esto es: que el libro de texto pase al r¨¦gimen general que opera para todos los productos. Lo malo era lo de los descuentos que finalmente s¨®lo beneficiaban a las grandes superficies, produciendo da?os a la red librera y sin que a medio plazo los compradores obtuvieran mayores beneficios. El c¨ªrculo vicioso era a mayor descuento, mayor precio de venta al p¨²blico. El proyecto de ley opta pues por lo segundo mejor. No est¨¢ mal.

Siento, eso s¨ª, como editor independiente que la ley no se atreva a adentrarse en otros terrenos que el libro reclama a estas alturas. No se atreve a apostar por la variedad y pluralidad de la edici¨®n y no recoge "medidas encaminadas a proporcionar a las industrias culturales independientes nacionales y a las actividades del sector no estructurado un acceso efectivo a los medios de producci¨®n, difusi¨®n y distribuci¨®n de bienes y servicios culturales" como recomienda la Convenci¨®n sobre la diversidad de las expresiones culturales de la Unesco, cuya aprobaci¨®n nuestro pa¨ªs, sin embargo, apoy¨® decididamente. Esto de la "bibliodiversidad" es una cosa seria, porque son los editores independientes los que cubren fundamentalmente las l¨ªneas editoriales m¨¢s complejas, por ejemplo, ciencias sociales, libros cient¨ªfico-t¨¦cnicos, literatura de vanguardia, y los que se encarga de mantener el patrimonio cultural escrito accesible a los lectores.

Y otro hueco: lo que se refiere al patrimonio digital y a la presencia de las nuevas tecnolog¨ªas en el libro. Fen¨®menos como los motores o buscadores de libros, -pienso ahora en las repercusiones de toda ¨ªndole que pueda tener la inminente implantaci¨®n de sistemas de b¨²squeda como Google book search-, no han sido contemplados, ni siquiera atisbados en la ley.

?Una ley prudente o t¨ªmida? Dej¨¦moslo en una ley conservadora que consolida firmemente aspectos esenciales del universo del libro, pero que deja a la edici¨®n independiente, y a gran parte de los nuevos editores, a la espera de tiempos mejores.

Federico Ib¨¢?ez Soler es editor.