Desastre general en San Mam¨¦s

Tan aburrido estaba el partido que el ¨¢rbitro, tambi¨¦n aburrido, decidi¨® cambiarlo. Es lo que tienen algunos ¨¢rbitros, que no soportan el aburrimiento, es decir, que no soportan el desapercibimiento popular. Y en el minuto 40, harto, como el p¨²blico, de tama?o ejercicio de impotencia (s¨®lo hubo un disparo entre los tres palos, mandado a las manos de Lafuente), convirti¨® una entrada de tarjeta amarilla en una expulsi¨®n sumar¨ªsima de Gabilondo cuando el delantero rojiblanco s¨®lo trataba de frenar la salida del central racinguista, Oriol. Gabilondo lleg¨® tarde y golpe¨® la espinillera de Oriol, que se revolc¨® por el c¨¦sped, y Pino Zamorano dijo hasta aqu¨ª lleg¨® el aburrimiento. La riguros¨ªsima sanci¨®n tuvo efectos m¨²ltiples. Primero, acab¨® con los bostezos en las gradas, que se convirtieron en gritos de "?fuera, fuera!". Segundo, espole¨® a un Athletic que era la viva imagen de la impotencia futbol¨ªstica, que no tiraba a puerta y que ten¨ªa un juego tan previsible que hasta de espaldas al campo se pod¨ªa adivinar la jugada. Y tercero, amuerm¨® al Racing, ya de salida reserv¨®n, que se hizo un l¨ªo a la hora de decidir qu¨¦ hac¨ªa con su superioridad num¨¦rica. La conclusi¨®n fue extra?a: el ¨¢rbitro enfad¨® al p¨²blico, el p¨²blico se contagi¨® del orgullo de su equipo, el equipo se revolvi¨® contra la adversidad y el Racing decidi¨® que un hombre m¨¢s le garantizaba el empate y tampoco era cuesti¨®n de arriesgarse en nada.

Del f¨²tbol no hab¨ªa noticias porque a Orbaiz se le not¨® en exceso que ven¨ªa de una lesi¨®n y no estaba para ruidos y a Yeste tan pronto se le ve¨ªa como desaparec¨ªa en esos huecos, vac¨ªos, que algunos jugadores saben encontrar. Dec¨ªa Portugal, en la semana previa, que el Racing era algo m¨¢s que Zigic y Munitis. Tendr¨¢ que demostrarlo. En el ataque son s¨®lo ellos dos, que se buscan continuamente, que s¨®lo combinan entre ellos y que rara vez encuentran apoyo en el resto de los compa?eros. Ellos se lo guisan y ellos se lo comen. Ayer ni guisaron ni comieron. Munitis nunca encontr¨® su papel y Zigic, sin Munitis, es poca cosa: muy alto, muy desva¨ªdo y muy necesitado de los dem¨¢s. Entre Sarriegi y Ustaritz le condenaron a un papel muy secundario mientras Munitis se iba apagando como una vela. El Racing es m¨¢s, ciertamente; es Colsa, sobre todo, un futbolista de tranco corto, pero con una t¨¦cnica individual notable y un sentido de la orientaci¨®n perfecto. El problema es que juega muy lejos de los dos delanteros. Y el problema es que el t¨¦cnico, Portugal, est¨¢ tan acuciado que le vale todo lo que no sea perder y ya acumula seis partidos sin que eso ocurra. Las cr¨ªticas al conservadurismo, ha decidido, pueden esperar.

Porque ayer, ante un Athletic herido, racial, casi exhausto, pudo arruinar todo su cr¨¦dito si nuevamente Pino Zamorano (se supone que ya no aburrido, pero quiz¨¢s envalentonado) no le echa una mano al principio de la segunda mitad. Luis Fern¨¢ndez derrib¨® a Yeste dentro del ¨¢rea y el colegiado mir¨® para otro lado.

En el partido no hubo m¨¢s. El f¨²tbol exhibido no merec¨ªa goles por parte de nadie, aunque el Athletic, escaso de juego, pudo haber sacado r¨¦dito a su ejercicio de orgullo. Se lo impidieron dos decisiones arbitrales. El Racing encontr¨® lo que busc¨®. Simplemente, lo consigui¨® de forma m¨¢s f¨¢cil de lo previsto. Nunca fue a por el partido, nunca se despleg¨® en el ataque. S¨®lo confi¨® en que nuevamente Munitis y Zigic le sacaran las casta?as del fuego. Pero ayer no era su d¨ªa. Tan malo fue el partido que el empate sin goles lo retrat¨®, aunque mediara la mano de un ¨¢rbitro que se aburr¨ªa. El Athletic sigue sin ganar en San Mam¨¦s y el Racing mantiene su racha de partidos sin perder. El f¨²tbol, al parecer, puede esperar.