El Darwin de los pupitres
Una exposici¨®n recrea el tr¨¢nsito de la teor¨ªa de la evoluci¨®n de las especies por los libros de texto espa?oles en el siglo XIX
Antes de que El Origen de las Especies (1859) se tradujera al espa?ol ya los libros de texto recog¨ªan la teor¨ªa de la evoluci¨®n de Charles Darwin, un cient¨ªfico que, tanto en el idioma de Shakespeare como en el de Cervantes, encontr¨® partidarios y detractores. El primer libro de texto que inclu¨ªa la revolucionaria teor¨ªa biol¨®gica sali¨® de la imprenta granadina de Francisco Ventura y Sabatel en 1867; el manual se titulaba Libro de Historia Natural y su autor fue Rafael Garc¨ªa ?lvarez. El volumen se utiliz¨® durante 50 a?os en la secundaria. Desde entonces, darwinistas, creacionistas y concordistas (o sea, a favor, en contra, y ni lo uno ni lo otro o las dos cosas) dejaron su huella en m¨²ltiples programas escolares.
Los estudiantes pod¨ªan acercarse al 'catecismo de los ateos' o al catecismo y punto
El paso del cient¨ªfico brit¨¢nico por las escuelas espa?olas lo estudia la investigadora de la UNED Margarita Hern¨¢ndez Laille, becaria del departamento de Historia de la Educaci¨®n y Educaci¨®n Comparada, de la misma universidad. Hern¨¢ndez Laille es la comisaria de la exposici¨®n que hoy se inaugura en la biblioteca central de la UNED (calle Senda del Rey, Madrid). Entre f¨®siles, se pueden apreciar antiguos manuales de ciencias donde los estudiantes pod¨ªan acercarse al catecismo de los ateos o al catecismo y punto. A pesar de que unos gobiernos y otros pugnaban por trasladar sus creencias a las aulas, los libros de texto sobreviv¨ªan al turnismo parlamentario, precisamente por lo exiguo de los mandatos de conservadores y liberales. No daba tiempo de cambiar nada. "Depend¨ªa m¨¢s de las escuelas y de los profesores el uso de uno u otro material de trabajo", explica Hern¨¢ndez Laille. Pero no a todos les fue bien en la aventura de ense?ar ciencia en lugar de religi¨®n: "Algunos profesores fueron separados de su c¨¢tedras" porque no atendieron a las leyes de mediados de los setenta del siglo XIX. Entonces se decidi¨® "volver a la lista de libros prohibidos y autorizados". Eso supuso un retroceso hasta la ley Moyano de 1857. Pero a¨²n hoy, en la era Bush, Estados Unidos revive la pol¨¦mica entre darwinistas y creacionistas y unos pocos pretenden que la teor¨ªa de la evoluci¨®n no entre en las aulas.
Darwin tiene y ha tenido, por fortuna, numerosos admiradores en todos los pa¨ªses. La Instituci¨®n Libre de Ense?anza espa?ola le declar¨® profesor honorario, una distinci¨®n propia de la fama que gozaba el bi¨®logo en nuestro pa¨ªs por entonces. Cuando muri¨®, en febrero de 1882, su necrol¨®gica apareci¨® a toda p¨¢gina en el bolet¨ªn de la Instituci¨®n, pero otros peri¨®dicos, como El Liberal o El Imparcial tambi¨¦n recogieron el deceso del se?or Carlos Darwin. Todo ello puede verse en la exposici¨®n de la UNED.
Las ciencias naturales eran una asignatura moderna y los debates sobre si esta asignatura "atentaba contra los principios morales y religiosos" continuaron ardientes.
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