"La estructura cultural y art¨ªstica de este pa¨ªs es desarticulada e incoherente"
A medida que trastabillamos hacia un nuevo concepto de modernidad en el arte, donde el museo deber¨ªa servir de talism¨¢n cultural y protector de vendedores de encogidas utop¨ªas, las palabras de Manuel Borja-Villel (Burriana, Castell¨®n, 1957), director del Museu d'Art Contemporani de Barcelona (Macba), sirven para agitar el debate en torno a la creciente monumentalizaci¨®n de los espacios culturales y al d¨¦ficit de ideas y libertad de sus directores. En Barcelona se presenta el trabajo de la germano-venezolana Gego, cuyo t¨ªtulo, Desafiando estructuras, es toda una declaraci¨®n de principios del Macba.
Pregunta. El trabajo de Gego es pr¨¢cticamente desconocido en Europa. ?Qu¨¦ plantea esta exposici¨®n?
"El problema es el papel central que le hemos otorgado a Arco como el gran evento cultural"
"?Por qu¨¦ el cubismo y no el surrealismo? El Reina Sof¨ªa no puede ser monogr¨¢fico"
Respuesta. Gego, como Lygia Clark y Helio Oiticica, son fundamentales, porque nos ayudan a repensar nuestra situaci¨®n actual con respecto a temas importantes que no se debaten suficientemente en el ¨¢mbito cultural, o cuando se debaten, se hace de forma perversa, como la identidad o lo local. Todav¨ªa nos mantenemos en una visi¨®n idealista y euroc¨¦ntrica de la modernidad. Herencia de esta visi¨®n colonialista es esa concepci¨®n de Latinoam¨¦rica como el continente de la magia, lo on¨ªrico, situado en un estadio primitivo que no tiene que ver con la apertura al otro, sino con la ratificaci¨®n de nuestra identidad y posici¨®n en el mundo. Deber¨ªa suceder al rev¨¦s: repensarnos a nosotros a partir del encuentro con el otro. Curiosamente, la obra de Gego no puede ser m¨¢s racional, en el sentido europeo del t¨¦rmino. Ahora bien, se trata de una racionalidad diferente, otra racionalidad. Las obras en esta exposici¨®n abren espacios y relaciones, alej¨¢ndose de las ideas establecidas de dibujo y escultura.
P. La cuesti¨®n de la identidad est¨¢ presente en la pol¨ªtica y en la cultura. ?C¨®mo observa la probable llegada de ERC a la consejer¨ªa de Cultura de la Generalitat?
R. La cuesti¨®n de la identidad en relaci¨®n a la cultura sigue sin plantearse. Seguimos entendiendo la identidad en t¨¦rminos del siglo XIX, es decir, rom¨¢nticos, circunscrita a un territorio La cultura es hoy un instrumento ideol¨®gico para la construcci¨®n y legitimaci¨®n de lo nacional y para el marketing de sus grandes figuras ejemplares. Lo hace en un mercado global donde las diferencias tambi¨¦n est¨¢n programadas. Esa hegemon¨ªa va en detrimento de otras pol¨ªticas posibles en las que la cultura y la educaci¨®n constituyen un n¨²cleo rector. En este mundo global, es importante repensar lo local desde el punto de vista de la relaci¨®n, tal y c¨®mo plante¨® Glissant. Si no, podemos caer en posturas mitificadoras cuyo efecto es la anulaci¨®n de la diferencia, con otro problema a?adido: el posicionamiento pol¨ªtico es al final autoritario.
P. Muchos artistas locales se quejan de que su obra no tiene sitio en los museos.
R. Una de las cosas que hemos de replantearnos desde las instituciones son los modelos de visibilidad y representaci¨®n. Los museos son estructuras de conocimiento, de educaci¨®n, y lo que tendr¨ªan que plantear es la construcci¨®n de modelos hist¨®ricos que nos hagan entender el mundo en el que vivimos. Muy a menudo parece como si los museos s¨®lo importasen como medio para la autopromoci¨®n y el narcisismo.
P. Tambi¨¦n se quejan de que no cuentan para los grandes eventos internacionales.
R. El problema radica en la ansiedad de "querer estar" y de "ser algo", en el deseo de reconocimiento. Esa ansiedad presupone que el artista llega a algo reconocible y reconocido, cuando el mejor arte es una apertura hacia lo desconocido. Utilizando el poema de Mallarm¨¦, el azar en el golpe de dados es abolido desde el principio. Y esto es un s¨ªntoma de que todas las disensiones giran en torno a la disoluci¨®n del arte en lo social, en el sentido fr¨ªvolo del t¨¦rmino. Es muy significativo que el gran evento cultural de la democracia no han sido tanto las colecciones ni las reflexiones sobre la historia de la modernidad y posmodernidad, sino una feria: Arco.
P. Muchos estudiantes han aprendido arte en el segundo fin de semana del mes de febrero, durante 20 a?os.
R. ?Pero realmente han aprendido algo all¨ª? El problema es el papel central que le hemos otorgado a Arco como el gran evento cultural. Nos quejamos de la precariedad del coleccionismo y de las dificultades econ¨®micas. Pero no estar¨ªa mal hacer un esfuerzo y pensar en otras formas de producci¨®n y distribuci¨®n. El hecho de que eso ni se plantee prueba esa especie de confusi¨®n sistem¨¢tica en la que estamos inmersos desde los a?os ochenta. P. Pero, contrariamente, en Espa?a hay muchas subvenciones al artista.
R. Se confunden las ayudas a la creaci¨®n con la subvenci¨®n. Si observamos la estructura cultural y art¨ªstica de este pa¨ªs, es desarticulada e incoherente, pero a la vez es absolutamente l¨®gica porque una cultura de la subvenci¨®n responde a esta exigencia de apoyo para acceder a esa especie de parnaso social del arte. Casi todas las energ¨ªas se han ido a la promoci¨®n de un tipo de actividades e ideas que reinciden en una visi¨®n en cierto modo paternalista y provinciana. En este sentido, resulta significativa esa especie de queja difusa sobre la existencia de demasiados centros de arte contempor¨¢neo en nuestro pa¨ªs.
P. La primera que se quej¨® fue la ministra de Cultura, Carmen Calvo. A lo que a?adi¨® que del arte contempor¨¢neo deber¨ªan encargarse s¨®lo las galer¨ªas.
R. Contempor¨¢neo es todo, todos los museos son contempor¨¢neos, traten de arte antiguo o moderno. No podemos olvidar que las galer¨ªas responden a un mercado, mientras que los museos y centros de arte deben generar discurso y opini¨®n. La observaci¨®n que menciona no har¨ªa sino perpetuar la confusi¨®n entre mercado, creaci¨®n y evento social en que hemos vivido en las ¨²ltimas d¨¦cadas. La cultura es un derecho y no un lujo. Deber¨ªamos ver normal que cada comunidad tenga su centro de arte, su museo, su biblioteca.
P. ?El caso de Ferran Adri¨¤ en la Documenta, es extravagancia o generosidad?
R. Con todos mis respetos por Ferran Adri¨¤, al que considero un cocinero absolutamente genial, creo que responde a una cierta extravagancia diletante de su comisario quien, a mi modo de ver, concibe el espacio pol¨ªtico meramente como algo festivo y comunitario.
P. Tampoco parece extra?arnos, o lo hemos aceptado como bueno, que un director de museo sea nombrado a dedo, o que se haya presentado a un concurso internacional sin un proyecto muse¨ªstico y que, encima, no tenga una carrera universitaria. Me refiero al director del Picasso de Barcelona, Josep Serra.
R. En general, hemos perdido capacidad cr¨ªtica, y las discusiones acaban diluidas en el puro cotilleo. Los concursos internacionales pueden llegar a ocultar dos cosas, la responsabilidad pol¨ªtica y cultural del que nombra, y la confusi¨®n de procedimientos. Pero lo verdaderamente importante para poder emitir un juicio de valor es conocer el proyecto muse¨ªstico.
P. Eso est¨¢ ligado a la creciente burocratizaci¨®n de los centros de arte, y al intrusismo de los pol¨ªticos.
R. Debemos generar espacios en los que exista una autonom¨ªa de pensamiento y, sin embargo, a veces parece que la tendencia sea la contraria, crear estructuras burocratizadas de control. Seguramente, todav¨ªa se mantiene una cierta reticencia hacia la cr¨ªtica, aunque no estoy de acuerdo con que esa burocratizaci¨®n sea reciente, sino que es un rastro de un mal end¨¦mico en nuestro pa¨ªs.
P. ?Deber¨ªa el Reina Sof¨ªa dedicarse solamente al cubismo, como propugna Carmen Calvo?
R. ?Por qu¨¦ el cubismo y no el surrealismo o el informalismo? El Reina no puede ser un museo monogr¨¢fico. La historia del arte, como historia de los ismos, es un cuento viejo. Para m¨ª, el Reina deber¨ªa ser el gran museo en el que tuviesen cabida esas m¨²ltiples historias que deber¨ªan consistir en esa historia de la modernidad Otra, que es la de nuestro pa¨ªs.
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