El 90% de las personas dependientes es atendida por sus propios familiares
Un informe del Gobierno destaca el escaso reconocimiento de la labor de los cuidadores
Casi una de cada diez familias vascas -65.000 en total- tiene un miembro dependiente, por discapacidad o edad avanzada, que es atendido en m¨¢s de un 90% de los casos por los propios familiares. Un estudio del Gobierno ha definido el perfil de los cuidadores, que corresponde a una mujer con una edad media de 48 a?os y con alg¨²n tipo de titulaci¨®n acad¨¦mica. La encuesta contradice la percepci¨®n social de que los dependientes son atendidos cada vez m¨¢s por inmigrantes, y reduce su presencia al 2,3% de los cuidadores. El Ejecutivo reclama m¨¢s reconocimiento a la labor de ¨¦stos.
El Departamento de Asuntos Sociales present¨® ayer el estudio Cuidado informal en Euskadi, basado en 1.026 encuestas realizadas entre junio y septiembre pasados, en el que analiza la situaci¨®n y las necesidades de las personas que atienden al colectivo de dependientes en la comunidad aut¨®noma vasca. El consejero Javier Madrazo estim¨®, bas¨¢ndose en datos oficiales de 2004, que cerca del 9% de las familias vascas tiene alg¨²n integrante que no puede valerse por s¨ª mismo, fundamentalmente, por tratarse de personas mayores o adultos con alg¨²n tipo de discapacidad.
El informe sobre los cuidadores establece el perfil de una mujer en el 73% de los casos, que es familiar cercano (hija o c¨®nyuge) y con una edad media de 48 a?os, generalmente entre los 40 y los 59. La incorporaci¨®n de los hombres a esta labor se produce en la mayor¨ªa de los casos a partir de los 60 a?os, seg¨²n el estudio. S¨®lo un 3% carece de estudios y hasta un 10% tiene una formaci¨®n universitaria. La ocupaci¨®n de los cuidadores es muy heterog¨¦nea, pero la mayor implicaci¨®n se observa en las amas de casa.
El peso recae en la familia. El 92,7% de los cuidadores son del n¨²cleo familiar (m¨¢s de la mitad, las hijas), un 5,3% son empleados (de ellos, un 2,3% inmigrantes), un 1% voluntarios y otro 1%, vecinos.
Los encargados de la atenci¨®n tienen en el 90% de los casos a una sola persona a su cargo y la mayor¨ªa de ellos (m¨¢s del 60%) ha elegido esa labor por iniciativa propia. En el 21,2% de los casos la decisi¨®n fue de la familia. En seis de cada diez casos la ayuda dispensada es la ¨²nica o la principal recibida por el dependiente. Sus tareas se centran principalmente en labores dom¨¦sticas y otras actividades, como salir a la calle o ir de compras.
La duraci¨®n media de la atenci¨®n es de seis a?os y tiene una gran intensidad, ya que casi el 72% de los cuidadores presta su ayuda a diario y el 36,8% de ellos lo realiza durante m¨¢s de ocho horas diarias. "Esta intensidad es mayor en el caso de la persona cuidadora ¨²nica y aumenta con la edad de la persona cuidada y la creciente dificultad de ¨¦sta para realizar las actividades m¨¢s b¨¢sicas de su vida cotidiana", explic¨® el consejero Javier Madrazo.
Salud deteriorada
El estudio se ha detenido en las percepciones de los cuidadores, quienes ven escasamente recompensada su labor. Ocho de cada diez aseguran que este trabajo tiene consecuencias negativas tanto en el ¨¢mbito profesional como en su ocio y salud. As¨ª, el 20% no puede trabajar fuera de su domicilio, un 50% ha tenido que reducir su tiempo libre, un 34% asegura que se ha descuidado a s¨ª mismo y un 26% sostiene que su salud se ha deteriorado.
En cuanto al colectivo de dependientes, la mayor¨ªa son mujeres, con un 62%. Dos de cada diez personas mayores, principalmente entre 70 y 90 a?os, viven en soledad. El estudio se?ala que los hombres conviven en pareja, mientras que las mujeres tienen m¨¢s f¨®rmulas, como hacerlo con sus hijos, en soledad o en residencias. "Los hombres demandan m¨¢s ayudas para realizar las tareas dom¨¦sticas, mientras las mujeres precisan apoyo para el desarrollo de las actividades de la vida cotidiana y los cuidados personales".
El informe confirma el escaso conocimiento p¨²blico de esta labor, "circunscrito a la privacidad de cada hogar", y la creciente demanda de una ayuda institucional con servicios y centros espec¨ªficos, as¨ª como un salario mensual. Ocho de cada diez cuidadores admiten que no han recibido preparaci¨®n espec¨ªfica para este trabajo, cuando el 60% cree necesaria esa formaci¨®n, con independencia de la problem¨¢tica de la persona dependiente.
Madrazo aprovech¨® este informe para volver a ctriticar la Ley de Dependencia elaborada por el Gobierno central, que, a su juicio, "no da respuestas concretas y efectivas a las necesidades espec¨ªficas de las personas cuidadoras". Agreg¨® que la futura ley vasca de Servicios Sociales, cuyo anteproyecto anunci¨® que estar¨¢ para finales de a?o, si definir¨¢ el derecho a recibir una atenci¨®n, para que "no dependa del poder adquisitivo de cada cual".
Implicaci¨®n p¨²blica
Para remediar algunos de los problemas de los cuidadores, el consejero de Asuntos Sociales present¨® nueve medidas, como los llamados servicios de respiro mediante estancias temporales en residencias o la ayuda de voluntarios de apoyo. Adem¨¢s, propuso ayudas econ¨®micas para los que tienen empleo, y de conciliaci¨®n de la vida laboral y familiar para quienes tienen trabajo: formaci¨®n espec¨ªfica, la corresponsabilidad de todos los miembros de la familia, fomentar la intervenci¨®n de las entidades de voluntariado o el reconocimiento p¨²blico de esta labor. Mar¨ªa Teresa Bazo, catedr¨¢tica de la Universidad del Pa¨ªs Vasco (UPV) y especialista en asuntos de la Tercera Edad, reclama una implicaci¨®n de la Administraci¨®n en una problem¨¢tica cada vez m¨¢s grave debido al envejecimiento progresivo de la poblaci¨®n. "No puede ser que todo recaiga sobre la familia. El Estado se debe involucrar m¨¢s. Esto es algo que compete a toda la sociedad", opina.
Bazo defiende la aplicaci¨®n de medidas concretas y con partidas econ¨®micas para un colectivo cuyos principales problemas son su irregular situaci¨®n laboral y sus problemas de salud. "Muchos de [los cuidadores] acaban enfermos, como consecuencia de problemas f¨ªsicos o ps¨ªquicos". La catedr¨¢tica de la UPV se?ala que la negativa percepci¨®n de su labor apareci¨® en la conclusi¨®n de un estudio que elabor¨® hace ya 11 a?os en Euskadi, Catalu?a y Madrid.
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