La c¨¢mara acorazada del espa?ol
El peso del idioma sustituye al del oro en la nueva sede madrile?a del Instituto Cervantes
Algunas de las estanter¨ªas de la c¨¢mara acorazada en las que guardaban el oro los bancos que ocuparon antes la que ahora es sede central del Instituto Cervantes en Madrid estaban combadas, por el peso antiguo del metal precioso. A partir de ahora esas estanter¨ªas, y las taquillas de los depositarios privados de dinero, ser¨¢n depositarias y testigos de la poes¨ªa espa?ola.
Esa c¨¢mara acorazada que parece el coraz¨®n del edificio de Antonio Palacio (de 1918; el mismo arquitecto que hizo el edificio del C¨ªrculo de Bellas Artes, enfrente, en la misma calle de Alcal¨¢) sirvi¨® para guardar el oro del ya desaparecido Banco Espa?ol del R¨ªo de la Plata, y ¨²ltimamente fue el sitio m¨¢s preciado del Banco Santander Central Hispano, hasta que hace cinco a?os se cerraron las puertas del banco y se instal¨® all¨ª dentro el vac¨ªo.
"Al Cervantes le falta un poco m¨¢s de medios", afirma C¨¦sar Antonio Molina
El edificio (de 18.000 metros cuadrados, grandiosos patios incluidos) era del Ayuntamiento de Madrid. Pero cuando el alcalde decidi¨® que su casa iba a ser lo que hasta ahora ha sido Correos, en Cibeles, el Estado se qued¨® con el sitio en el que desde hace unas semanas se organiza la presencia internacional del idioma espa?ol.
C¨¦sar Antonio Molina, que desde hace dos a?os y medio dirige el Cervantes, vio, desde su anterior despacho de director del C¨ªrculo, cerrar estas puertas; el otro d¨ªa se las abri¨® al Rey de Espa?a, para que lo viera. Y cuando lo vio, el Monarca se gir¨® hacia el presidente del Gobierno y le dijo: "Jo, ya era hora". Y la Reina dijo: "?Si parece la ONU!" cuando vio la c¨²pula.
La c¨¢mara acorazada impresiona. No resulta raro que los directivos del Cervantes hayan pensado que all¨ª dentro est¨¢ precisamente el lugar de la poes¨ªa. Primero parece un coraz¨®n y luego una c¨¢rcel; y finalmente, ya dentro del recinto, se asemeja a un lujoso vestuario de f¨²tbol o de gimnasia. Despojada del oro, parece ya reclamar recitales. O confidencias.
Y la c¨²pula, el recinto que a la Reina le pareci¨® un trasunto de la ONU, es la expresi¨®n cabal del poder¨ªo bancario hispano-argentino de los a?os veinte del siglo XX; all¨¢ arriba, todos los escudos de los Estados de Argentina; y alrededor, el Madrid m¨¢s monumental y m¨¢s cl¨¢sico se hace vecino ahora del Instituto Cervantes. A mano, el Banco de Espa?a, y detr¨¢s, el Ministerio de Cultura. Abajo, en un lateral, el Cuartel General del Ej¨¦rcito.
Le preguntamos a C¨¦sar Antonio Molina (cuyo despacho fue el del presidente del Hispano, Alfonso Esc¨¢mez, y da a la instalaci¨®n militar) si se le va a pegar al Cervantes algo de la instituci¨®n castrense. "?El Cervantes est¨¢ muy militarizado!", responde riendo. "Las armas y las letras siempre estuvieron juntas". Pero a Cervantes le dej¨® manco su trabajo en el Ej¨¦rcito. ?Est¨¢ manco el Cervantes? ?Le falta algo? "Ha avanzado mucho estos a?os... Le falta un poco m¨¢s de medios. ?No es queja, ya tenemos mucho!".
De una asignaci¨®n de 60 millones de euros, el Cervantes ha pasado a disponer de unos 88 millones. Lo que le falta, dice Molina, "es el doble de centros de los que tenemos ahora". Ahora tienen 60 en todo el mundo. "La demanda nos reclama que tengamos otros 60 centros m¨¢s".
Cuando entraron en el nuevo Cervantes, en la pasada primavera, el edificio de Antonio Palacio (y su anexo, de menor valor arquitect¨®nico) estaba intacto; casi no cost¨® nada adaptarlo. No han tocado el vest¨ªbulo, donde pronto va a haber una exposici¨®n sobre la actividad de los corresponsales de guerra en Espa?a; sigue habiendo las taquillas marm¨®reas y solemnes del Hispano, donde ahora est¨¢ la biblioteca del Instituto. Y sigue habiendo las paredes de madera que simbolizan el viejo esplendor bancario. Ahora el Cervantes quiere que simbolicen el peso del espa?ol en el mundo.
En la c¨¢mara acorazada que ser¨¢ centro difusor de la poes¨ªa tambi¨¦n van a guardar, como oro, manuscritos o cartas u otros documentos de grandes escritores. Molina tiene previsto visitar a Francisco Ayala, el centenario premio Cervantes, para pedirle que sea ¨¦l quien primero ocupe con sus palabras el que fue dep¨®sito del oro.
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