Festival de buen cante
Buen cante. Muy buen cante. Una vez m¨¢s nos toca asombrarnos del excelente quehacer de Miguel Poveda. Parece que no se puede mejorar a s¨ª mismo y sin embargo en cada nueva actuaci¨®n lo hace. El Festival de Parla entra con ¨¦l en su recta final de manera inmejorable.
Apenas comenzado cant¨® Miguel Poveda por malague?a, con la jabera y el fandango abandolao, de manera ejemplar. Cante de amplio arco mel¨®dico, Poveda lo super¨® con brillantez y calidad inigualable, d¨¢ndonos ya la pauta de que nos enfrent¨¢bamos a un recital mod¨¦lico, que paulatinamente ir¨ªa reafirm¨¢ndose.
Otro de sus momentos cumbre fue cuando cant¨® la minera y la cartagenera. La minera con la que gan¨® el trofeo L¨¢mpara Minera de La Uni¨®n en 1993, de Pencho Cros, pues Poveda puede hacer gala de tener maestros de primera magnitud. Junto a Pencho, Juan Talega, Antonio Mairena, La Ni?a de los Peines... La minera y la cartagenera salieron de sus labios bordadas, con fuerza y garra que no se pueden comparar a ning¨²n otro cante.
III Festival Flamenco de Parla: Los Almaizares
Cante: Miguel Poveda. Toque: Jos¨¦ Ram¨®n Caro. Comp¨¢s: Luis Cantarote y Carlos Grilo. Teatro Jaime Salom. Parla (Madrid), 10 de noviembre.
Sonido ins¨®lito
Por buler¨ªas estuvo largu¨ªsimo y perfecto. Una interminable retah¨ªla de cantes bulearieros dif¨ªcil de superar, y m¨¢s si tenemos en cuenta que este cante es uno de los m¨¢s dif¨ªciles que hay. Para Pansequito, por ejemplo, el m¨¢s dif¨ªcil de todos. Poveda lo abord¨® con una suerte de estilos que le hizo recorrer toda la gama de manera impecable, variando los estilos de manera irreprochable.
Al final, ya en las propinas, volvi¨® a atacar el g¨¦nero con una adaptaci¨®n de coplas que ¨¦l suele hacer y que es todo un modelo de precisi¨®n y buen gusto. Coplas muy conocidas son en la versi¨®n de Poveda verdaderas creaciones de ins¨®lito sonido.
Porque aunque todo lo que canta a veces Poveda -y ¨¦ste fue el caso- sean letras cl¨¢sicas, su interpretaci¨®n personal de las mismas las eleva a formas creativas de gran calado, de tal forma que hasta un cante tan vulgar como el fandango adquiere en su voz niveles de una altura insospechada.
Acompa?¨® a Miguel Poveda a la guitarra, de manera magistral, Jos¨¦ Ram¨®n Caro, quien le hizo un toque digno de nuestro encomio. Ni una nota de m¨¢s, ni una de menos, tuvo esta guitarra en una noche en la que todo sali¨® dotado de una imponderable envergadura.
Hasta las palmas de Cantarote y Grilo, que sonaron medidas y ajustadas a un cante que iba del grito al casi susurro sin ninguna cortapisa. As¨ª se canta, s¨ª se?ores, y as¨ª se acompa?a.
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