La superpotencia secreta
Al Yazira, Oxford y el poder de los medios
Tal vez no se den cuenta, pero en este momento tienen ante sus ojos un arma m¨¢s poderosa que la mayor¨ªa de las que posee el Ej¨¦rcito de EE UU. Una bomba de racimo puede matar o mutilar a miles de personas, pero esta arma puede hacer que millones de personas autoricen a sus gobernantes a iniciar guerras. Se llama peri¨®dico. Aunque es verdad que, hoy en d¨ªa, gran parte de su impacto es fruto de su difusi¨®n electr¨®nica. Y junto a ¨¦l, en el nuevo arsenal, figuran la radio, la televisi¨®n, los blogs, las difusiones por Internet y los mensajes de texto.
El aumento del poder de los medios es uno de los rasgos fundamentales de nuestra ¨¦poca. Tradicionalmente, los periodistas se han considerado un instrumento de vigilancia del poder, fuera pol¨ªtico, militar o econ¨®mico. Ahora ellos tienen m¨¢s poder que muchos de los que sol¨ªan tenerlo. En un repaso de su famosa Anatomy of Britain (Anatom¨ªa de Gran Breta?a), 40 a?os despu¨¦s de que se publicara en 1962, el periodista Anthony Sampson llegaba a la conclusi¨®n de que "ning¨²n sector ha aumentado su poder en Gran Breta?a tan r¨¢pidamente como los medios de comunicaci¨®n". Y no s¨®lo en Gran Breta?a. En todo el mundo, gobiernos, terroristas, empresas y ONG consideran absolutamente prioritario transmitir su mensaje a trav¨¦s de los medios.
Gran parte del impacto de la prensa es fruto de su difusi¨®n electr¨®nica. En el nuevo arsenal est¨¢n los 'blogs", Internet y los mensajes de texto
Los periodistas deben cantar las verdades a los poderosos, pero cuando ellos se han convertido en un poder, tambi¨¦n hay que cant¨¢rselas a ellos
Tanto en el periodismo como en la guerra, las nuevas tecnolog¨ªas ofrecen unas posibilidades sin precedentes y unos riesgos equiparables
El 11 de septiembre de 2001, los terroristas de Al Qaeda utilizaron el poder de los medios para multiplicar de manera incalculable el efecto de su terrible acci¨®n. El 11-S s¨®lo se convirti¨® en el 11-S porque la mitad de la humanidad pudo contemplar el derrumbe de las Torres Gemelas en las pantallas de sus televisores y muchos pudieron volver a verlo en sus ordenadores, gracias a que unos medios globalizados y presentes en distintas plataformas lo repitieron durante 24 horas al d¨ªa y siete d¨ªas a la semana. Eso fue lo que cre¨® el 11-S. Lo mismo pas¨® con la guerra de Irak. Muchos de los que estaban convencidos de que Sadam Husein ten¨ªa armas de destrucci¨®n masiva lo cre¨ªan s¨®lo por las armas de enga?o masivo desplegadas por los gobiernos de Washington y Londres; es decir, la transmisi¨®n o "manipulaci¨®n" de informaciones distorsionadas a trav¨¦s de The New York Times y otros medios establecidos y normalmente cre¨ªbles, que hicieron pensar a la gente que una cosa que era falsa era verdad.
El motor de este aumento del poder de los medios, como el del poder militar, son las transformaciones tecnol¨®gicas. Tanto en el periodismo como en la guerra, las nuevas tecnolog¨ªas ofrecen unas posibilidades sin precedentes y unos riesgos equiparables. Cuando empec¨¦ a escribir informaciones en un Berl¨ªn dividido, hace casi 30 a?os, ten¨ªa una pluma, un cuaderno y una m¨¢quina de escribir manual. Para enviar mi cr¨®nica ten¨ªa que ir a una oficina de t¨¦lex, picar o pedir que me picaran f¨ªsicamente el mensaje e introducirlo en una m¨¢quina que funcionaba a trompicones. Las oportunidades de que hubiera retrasos, malas comunicaciones y censura local eran inmensas. Hoy, los nuevos reporteros multimedia de The Guardian o la BBC pueden enviar im¨¢genes de v¨ªdeo digital sin censurar y de forma casi instant¨¢nea desde las alturas del Hindu Kush pr¨¢cticamente hasta nuestras pantallas, gracias a los ordenadores port¨¢tiles y a los tel¨¦fonos v¨ªa sat¨¦lite. Hay m¨¦todos para informar de manera inmediata y precisa desde primera l¨ªnea que en otro tiempo eran impensables para un corresponsal.
Por otro lado, con esa misma facilidad pueden difundirse tambi¨¦n noticias falsas o exageradas e im¨¢genes alteradas digitalmente. Existen medios para manipular, distorsionar e incitar que no hab¨ªa hace 30 a?os. No hay m¨¢s que ver el papel de las p¨¢ginas web yihadistas en el reclutamiento de terroristas en diversos pa¨ªses europeos.
Por eso, lo que importa m¨¢s que nunca es de qu¨¦ manera se emplean estas herramientas tan extraordinariamente poderosas -como armas de informaci¨®n masiva, de enga?o masivo o de provocaci¨®n masiva-, y eso depende de los valores en los que se inspiren los periodistas que las utilizan. Por lo que respecta a los valores, esta semana se han producido dos acontecimientos prometedores. Para abreviar, los llamar¨¦ Al Yazira y Oxford. Tal vez les desconcierte la yuxtaposici¨®n de estos dos nombres -como si uniera, por ejemplo, el semtex y el jerez-, pero es seguramente porque tienen una imagen anticuada y distorsionada de ambos, porque Al Yazira evoca a Al Qaeda y Oxford significa torres de marfil y profesores que beben oporto. (?Qui¨¦n perpet¨²a esas im¨¢genes? Venga, ¨¦chenle la culpa a los medios...).
'Aljazeera english'
El mi¨¦rcoles pasado, a mediod¨ªa, me sent¨¦ a ver la primera hora de noticias del nuevo canal en ingl¨¦s de Al Yazira, que se llama as¨ª, Aljazeera English. Hace ya tiempo que, por la calidad de los periodistas que Al Yazira ha logrado arrebatar a BBC, ITN, CNN, Sky, Reuters y otras empresas, se ve claramente que tiene intenci¨®n de derrotar a los principales medios occidentales en su propio terreno. Su c¨®digo ¨¦tico, publicado en la p¨¢gina web, est¨¢ salpicado de palabras tranquilizadoras y propias de la BBC: "Imparcialidad, equilibrio, independencia, credibilidad", "objetivo y exacto", diferencia entre informaci¨®n y opini¨®n, etc¨¦tera. Pero tambi¨¦n la Uni¨®n Sovi¨¦tica naci¨® llena de nobles promesas. Habr¨¢ que esperar a ver los resultados.
Esta primera muestra result¨® positiva. El deseo expreso de Al Yazira de "establecer las prioridades informativas" se reflej¨® en la elecci¨®n y ordenaci¨®n de las noticias, no en que se les diera un tratamiento sesgado: primero, la franja de Gaza; segundo, Darfur; tercero, Ir¨¢n; cuarto, Zimbabue. En otras palabras, se trata de llamar sistem¨¢ticamente nuestra atenci¨®n sobre los sufrimientos y experiencias de los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo y, en especial, de Oriente Pr¨®ximo. El estilo era m¨¢s parecido al de BBC World que al de Fox News o, menos a¨²n, el de otra propaganda m¨¢s burda. La noticia del propio lanzamiento de la cadena la dio el veterano corresponsal brit¨¢nico Mike Hanna, y tambi¨¦n se oyeron otras voces conocidas en esa primera hora de programa (incluso la informaci¨®n del tiempo la dio una din¨¢mica y simp¨¢tica mujer brit¨¢nica que prometi¨® sol en Oriente Pr¨®ximo). El informativo carg¨® las tintas a prop¨®sito de los sufrimientos palestinos en la franja de Gaza, pero es cierto que hay mucho sobre lo que cargar las tintas; y, mientras tanto, la cinta de texto de la parte inferior de la pantalla contaba, para ser imparcial: "Una mujer israel¨ª muere alcanzada por un cohete palestino".
En resumen, fue un comienzo excelente; una de las cosas m¨¢s prometedoras que han salido de Oriente Pr¨®ximo desde hace tiempo. Pero la prueba de fuego la constituir¨¢n las noticias que se den cuando haya, por ejemplo, disturbios en Arabia Saud¨ª, como las informaciones diarias sobre el descontento en otros reg¨ªmenes ¨¢rabes. Un examen paciente, desapasionado y anal¨ªtico de la labor de Al Yazira, que la compare sin temores ni favoritismos con otras cadenas internacionales, ser¨¢ la ¨²nica forma de determinar si est¨¢ a la altura de sus grandes aspiraciones.
Y aqu¨ª llegamos a Oxford. El pr¨®ximo lunes se pone en marcha el nuevo Instituto Reuters para el Estudio del Periodismo en la Universidad de Oxford, con un acto que reunir¨¢ al director ejecutivo de The Washington Post, al jefe de informativos de la BBC y al director general de Al Yazira para hablar del periodismo despu¨¦s de Irak. Lo que pretendemos hacer en el Instituto (y digo "pretendemos" porque tengo cierta participaci¨®n en el asunto) es precisamente someter a ese tipo de examen paciente, desapasionado y anal¨ªtico a la que podr¨ªamos llamar la superpotencia menos analizada del mundo. El nuevo Instituto de Oxford quiere superar las barreras tradicionales de vaga desconfianza entre el mundo acad¨¦mico y los medios de comunicaci¨®n con el fin de estudiar lo que hacen los periodistas en distintos medios y distintos pa¨ªses, de forma rigurosa y con una comparaci¨®n internacional constante.
Como profesor y como periodista, creo que el deber de "cantar las verdades a los poderosos" tiene que seguir siendo parte importante de la misi¨®n de la prensa. Pero cuando el propio periodismo se ha convertido en un poder semejante, tambi¨¦n necesita que le canten las verdades a ¨¦l. La forma m¨¢s segura de hallar esas verdades es combinar los mejores elementos del mundo acad¨¦mico y del periodismo. Y entonces Al Yazira podr¨¢ venir a decirnos qu¨¦ cree que estamos haciendo mal.
Traducci¨®n de M. L. Rodr¨ªguez Tapia
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